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Vida

Fría Navidad para estas mujeres entre los barrotes

De la epoca navideña, Thais Ayala Durán recuerda las luces. 'Recuerdo a mami, papi y yo antes del pavo montando luces y árbol, jaja, mi mami forraba mi casa de bombillas, wao… cómo olvidarlo. La despedida de año junto a mis hijos y familiares. Los extraño mucho', escribe sobre un papel.

Pero en la cárcel, el día de Navidad es un día común, igual de gris y frío. No hay comida típica, no hay parrandas, no hay luces que cuelgan ni árboles con bolas de colores. Es un amanecer y un anochecer igual que cualquier otro.

'La Navidad en la cárcel se celebra en una celda fría, recordando cómo la celebramos en la libre comunidad y mirando el techo y las paredes, sobre todo, inundando mis ojos de lágrimas, pero siempre con mucha fe de que algún día pueda salir de aquí', dice Yomaira Ramos Rosado.

'Obviamente en la prisión no existe Navidad. La paso como un día común y corriente, sin comida típica navideña, sin mi hija, sin mi familia. En fin la paso en una celda fría, oscura y completamente sola', dice Sharelys López Pérez.

Al menos, Thais canta canciones navideñas para dar alegría a los demás. Ahí la escucharían Yomaira, Sharelys, Omayra, y el resto de las mujeres que pasan sus días y sus noches en esa sección amarilla, módulo 2, del Centro de Rehabilitación de Mujeres en Bayamón.

Lejos queda el alboroto familiar. 'Lo más que recuerdo y lo más que extraño es a mi familia. Somos una familia muy unida y esto me afecta un poco', cuenta Yomaira. Lejos quedan los abrazos, la comida a la mesa, las historias de siempre, la fiesta, las carcajadas. 'Extraño todo de la Navidad… mi familia es muy fiestera y unida', añade Sharelys.

Y ahora también, lejos quedan las visitas de los familiares, ahora separados por un cristal, obligados a verse sin poder tocarse, a comunicarse a través de un teléfono. Eso ocurre desde que se pusiera en vigor la medida de las visitas sin contacto, que levanta un cristal de separación entre las confinadas de máxima seguridad y los familiares que las frecuentan.

'Ahora en esta época nos implantaron las visitas por cristales. Cosa que es muy difícil y frustrante ya que obviamente el poco espacio y momento que tengo que abrazar y tocar a mi hija y familia se fue por la borda… nos separa un frío y oscuro cristal entre nosotros', denunciaSharelys.

El 6 de diciembre fue la primera vez que recibió sus visitas a través de un cristal. Ya les habían informado a ella y a su familia que la falta de contacto sería impuesta a finales de año, pero 'no es lo mismo ni se escribe igual el estar enterada a estar preparada', asegura Sharelys. Así que aquel día se sentó como de costumbre a esperar a la guardia que la conduciría al salón de visita, esta vez con el corazón a millón, temblorosa, entre los nervios provocados por la idea de cristales divisorios. La guardia la condujo por los corredores.

'Cuando veo que abre una puerta que no es la que acostumbro a cruzar para visita, comenzó mi corazón a palpitar, los temblores empeoraron y no me podía controlar. Al sentarme, ver a mi hija detrás del insensible y frío cristal, no pude contener mis emociones y lo que salió fue un mar de lágrimas que casi no podía hablar', cuenta Sharelys.

Al otro lado de cristal, su hija de cinco años tomó el teléfono y comenzó a hablarle. La oficial tocó a la madre. 'Sharelys, toma el teléfono para que la escuches', recuerda que le dijo. Tomó el teléfono y habló con la niña, aún con la voz temblorosa, quebrada por el llanto. Así fue toda la visita.

Sharelys llegó 'destrozada' a su sección. Sus compañeras se aglomeraron a su lado, bombardeándola con preguntas. Días después, todavía la confinada intentaba encontrale sentido a esta norma.

'Muchas de nosotras llevamos tantos años en custodia máxima, viendo a nuestros familiares en visita por contacto, y de la noche a la mañana y a la fuerza, nos implantas estas visitas no contacto. Si tienes un número de confinadas que no te dan problemas y no son objeto de querellas, para qué castigarlas de esta manera', manifiesta.

Según Sharelys, el Departamento de Corrección ha salido en defensa de esta medida por cuestiones de seguridad. Sin embargo, la mujer critica que en la misma sección donde habitan día y noche, entre corredores, barrotes y celdas oscuras, la seguridad se escapa ante sus ojos. Solo eso explica que, aun con la norma de que las confinadas deben ir al baño escoltadas por una oficial y con esposas en las muñecas, una de sus compañeras fue mutilada con una navaja recientemente mientras se dirigía a bañarse.

'Ahora pregunto: Dónde estaba la persona que se suponía evitaría ese daño hacia esta compañera?, y qué tiene que ver la seguridad con que una madre pueda abrazar y besar a su hija, quien no la tiene a diario y solo la puede tener por una miserable hora y uno o dos domingos al mes?', cuestiona.

El secretario interino del Departamento de Corrección y Rehabilitación, José Uriel Zayas Cintrón, aclaró que la población confinada en custodia de máxima seguridad tienen períodos de visitas no contacto y una vista contacto al mes, de acuerdo a lo que dispone el reglamento.

El secretario interino especificó que en el caso de estas mujeres que ahora duermen sus noches en el Complejo de Bayamón, ellas provienen de la Escuela Industrial para Mujeres en Vega Alta, una institución que debido a sus condiciones de estructura y planta física, las confinadas de máxima seguridad recibían su vista contacto de igual forma que las confinadas de custodias mediana o mínima.

Sin embargo, al ser trasladadas a la institución de Bayamón, en que tendrían acceso a 'una mejor calidad de vida con una infraestructura en vivienda superior', según Zayas Cintrón, el área de visita no contacto a través del cristal se retomó.

'El contacto familiar no existe basado en la medida tomada de los cristales. Es un atropello injusto tener que recibir a tus familiares e hijos a través de un cristal y comunicarnos por un teléfono. Es doloroso por demás', dice Thais. 'Encuentro que no es justo, ya que tenemos suficiente con el castigo de estar privadas de libertad', añade Yomaira.

Por su parte, Omayra Torres Sánchez cuestiona la función rehabilitadora del Departamento de Corrección, que a través de una medida 'tan fría y calculadora', rompe la relación y el contacto físico entre las madres y sus hijos basándose en disposiciones reglamentarias. Para la confinada, estas visitas han mostrado carecer de amenazas a la seguridad y, por el contrario, permite restituir a la persona en la sociedad.

'Me pregunto yo si de esta manera tan inhumana el sistema penal pretende llevar a cabo su Plan Rehabilitador, destruyendo emocionalmente las vidas que están exponiendo a esta práctica a conciencia del daño que ocasionan. El sistema Penal de Puerto Rico solo logrará rehabilitar a aquellos llamados delincuentes cuando verdaderamente logren tratarlos como seres humanos', puntualiza.

Sobre eso, el secretario interino ya había abundado que como parte del proceso de cambio se les esta permitiendo que tengan dos visitas contacto al mes, y que, en adición, el reglamento que dispone el renglón de visitas para este tipo de custodia se encuentra actualmente en un proceso de evaluación y 'no se descartaría enmiendas futuras'.

(Archivo/NotiCel)
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