Inconclusa oda de Pérez-Reverte a los maestros y la literatura
¿Quienes son los hombres buenos?, le han preguntado en varias ocasiones al escritor español Arturo Perez-Reverte. 'Los maestros, los profesores', ha sido su respuesta.
'Esos hombres y mujeres con frecuencia mal pagados, maltratados a menudo tanto por el sistema como por la incomprensión de los propios padres de sus alumnos, que sin embargo siguen fieles a su vocación y a su oficio, intentan salvar a la mayor parte de los chicos que se les encomiendan', leía su discurso el miércoles ante el Congreso Santillana de Educación.
Pérez-Reverte, un hombre que cultiva el amor por los libros de aventuras desde niño, sabe muy bien que los héroes no solo se encuentran escritos en las páginas de la literatura. Son esos 'héroes anónimos', como llama a los maestros, quienes nutren la vida cotidiana y guardan para las próximas generaciones una receta para la esperanza.
'Viene un mundo duro, complejo y difícil, un territorio hostil donde de nuevo, como en otros momentos de la Historia, el ser humano va a necesitar enormes recursos intelectuales para mantener la serenidad y la lucidez… Quienes hoy son niños necesitarán armas defensivas, recursos intelectuales y consuelo analgésico', advierte Pérez-Reverte en las páginas de su discurso. Los maestros son los portadores de esas armas, sostiene.
Rodeado por educadores de la Isla, maestros y maestras, líderes de editoriales, miembros de administraciones universitarias, y gestores culturales, el reconocido novelista dirigía su alocución titulada 'Literatura, educación y vida' en el interior de lámparas de cristales y paredes floreteadas del Antiguo Casino de Puerto Rico en el Viejo San Juan.
Sin embargo, ese emotivo homenaje a los educadores no lo pudo escuchar la audiencia. Pérez-Reverte tuvo que abandonar la sala antes de concluir su discurso por razones de salud. NotiCel tuvo acceso a su discurso completo, que leía desde la tarima, el cual terminaba con ese momento de exaltación a la figura de quienes día a día encabezan los salones de clase.
'Necesitamos hombres buenos, hombres y mujeres con el patriotismo cultural…que nada tiene que ver con fronteras o razas. Un patriotismo noble que busca hacer mejores a nuestros hijos y nietos, en el que la literatura, la lectura, siguen siendo herramientas educativas eficaces e imprescindibles', concluye así el tributo a quienes día a día trabajan por avivar la llama de la curiosidad y la búsqueda del conocimiento.
En el resto del discurso, también hace referencia a sistemas educativos que trabajan en deterioro de la aventura del lenguaje y la cultura, 'imbéciles sistemas educativos empeñados, no en que todos los niños tengan derecho a las mismas oportunidades, que es lo natural, sino en que los brillantes sean destrozados en la escuela para igualarlos por abajo con los mediocres'.
En el público, se encontraba el secretario de Educación, Rafael Román, y el presidente del Senado, Eduardo Bhatia, autor de la reforma educativa aprobada recientemente en la Legislatura. Ambos ofrecieron un mensaje de bienvenida al público antes de que Pérez-Reverte comenzara su conferencia magistral.
La sexta edición del Congreso Santillana de Educación está dedicada a 'El valor de la lengua en la educación del siglo XXI', esa 'lengua magnifica que merecemos tener, la lengua más hermosa del mundo', piensa Pérez-Reverte.
'Y a mí que no soy muy de banderas y fanfarrias patrioteras, pues a menudo he visto cuánto canalla se esconde entre sus pliegues y sus notas musicales… debo confesar que me enorgullece decir esto aquí', se proponía a decir.
Lo que sí pudo escuchar la audiencia, integrada también por estudiantes de escuela superior y universitarios, y al lado de Mariano Jabonero, el director de la Fundación Santillana, es que en la literatura hay un refugio y una herramienta de vida.
Frente a jóvenes uniformados de escuela superior, Pérez-Reverte invitó a todos a apropiarse del mundo de la literatura para así 'empezar el juego con ventaja', el juego de la vida, que se puede aprender y reflexionar a partir de las páginas que año tras año narran una crónica íntima de la realidad.
De haber concluido su discurso, hubiese hecho aún más contundente su invitación a internarse en el mundo de los libros, en la posibilidad de abrir las puertas del pasado y emprender viajes en el tiempo, aventuras que permiten a un joven pelear junto a los tlaxcaltecas, construir las pirámides, respirar el Renacimiento, liberar las naciones americanas, pasear junto a filósofos griegos, luchar en las Cruzadas o ser amigos de George Washington y de Beethoven.
Además, habría añadido que la literatura brinda las herramientas necesarias para enfrentar la vida y sus contradicciones. 'El ser humano suele llamar nuevo a lo que, en realidad, ha olvidado', escribió. En la literatura, sostuvo, está la clave, y en ella las nuevas generaciones pueden formular un porvenir revitalizado.