'No hay tregua' revive a Beckett
La palabra del eterno Samuel Beckett cobra vida en la noche riopedrense. Florece en un espacio al aire libre, una glorieta hexagonal, cobijada por árboles y caminos.
La Glorieta Santiago Vevé, contigua a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (UPRP), es el escenario para el proyecto 'No hay tregua', un trabajo de creación colectiva del grupo La bicicleta, conceptualizado y dirigido por el profesor Heriberto Feliciano, que irrumpirá a las 8 de la noche del 29 de septiembre al 4 de octubre.
La pieza-collage hilvana extractos de la literatura de Beckett, de su poesía, dramaturgia y narrativa, para contar una historia propia cuyo principal motor es la palabra.
'Queremos que en lo que la gente se fije sea en la palabra y los cuerpos, que es donde realmente se juega la mayoría de nuestras pasiones, deseos, contradicciones. Eso es lo que nos interesa, que se fijen en eso, y en cómo uno lidia con las palabras', dice Feliciano, el director.
En el centro hay un ataúd. Gris y negro. Alrededor, asientos negros, ventanas negras, mesas negras con vasos de cristal y flores fúnebres. Columnas grises, suelo gris. Molloy –de la novela 'Molloy' (1951)– regresa a visitar a su madre. Su madre está muerta. Todos visten de negro, ropa formal negra.
Ahí cobran vida personajes icónicos del teatro del absurdo de Beckett -Vladimir y Estragon de 'Esperando a Godot' (1952), Hamm y Clov de 'Fin de partida' (1957), Winnie de 'Días felices' (1961)-, y otros personajes encarnan poemas de Beckett, hacen alusiones a sus textos y sus amores. Todos juegan con la palabra, todos la buscan en sus cuerpos. Todos son estudiantes del Departamento de Drama.
'Beckett supone un reto a nivel intelectual y a nivel de vida. Nos han enseñado siempre como estudiantes cuando leemos Beckett que es muy difícil y a mí me gustan los retos y yo lo que quería era retar a los estudiantes a ver cómo hacemos Beckett, a nivel más corporal, cómo lo llevamos al cuerpo, cómo responder a los silencios, las pausas, las interrupciones que propone', dice Feliciano, el profesor.
Heriberto Feliciano pinta un cubo de negro. La brocha se extiende por la superficie y el negro va cubriendo el gris. 'Beckett concebía la vida como un gran gris', dice.
'Siempre trato de buscar distintas maneras de decir una cosa, porque nada es blanco y negro, la vida está llena de muchos grises y matices, y a mí me gusta llevar eso en la actuación, que no todo sea blanco y negro ni que es solo una vía, al contrario, tenemos muchas, es más enriquecedor', sigue hablando de los grises.
En el proceso de ensayos, en los meses que lleva el grupo de estudiantes insertándose en la literatura de uno de los grandes genios del siglo 20, de la historia del teatro entero, Feliciano asegura que ha habido momentos en que la experiencia cerebral ha quedado desplazada por cuerpos que hablan. Una risa puede irrumpir de repente en el texto y es una caída al vacío, y si funciona, la risa se queda.
'Ha sido un proceso de desaprender lo aprendido para volver a aprender, dejar que el cuerpo hable un poco más', cuenta.
En ese vaivén consciente, esa búsqueda constante, los estudiantes se han enfrentado a una forma más íntima de acercarse a la palabra. 'En el teatro de Beckett más que actuar, es más bien ser. Beckett ha sido sumamente difícil para todos, el énfasis que le hemos estado dando a la palabra y al cuerpo ha sido bien importante. Ha sido complicado, fuerte, pero es un teatro que se debe hacer', dice Jackeline Torres, estudiante de tercer año.
La joven encarna a Estragon. Ha lidiado con el peso de la palabra, con el vocabulario del cuerpo, y a la vez, con temas pesados que requieren una madurez, dice, temas existenciales que son difíciles. La muerte permea en Beckett, la desesperanza, el goce, el sueño del cambio, el choque con lo inamovible.
'No hay tregua', así se llama la propuesta teatral. 'No hay tregua', reafirma Feliciano. 'Nos dicen que hay tregua, pero es todo otra fachada realmente, no hay tregua porque no salimos vivos de esta vida, todo está bastante claro y por eso es tan complicado, nos hemos creado todo un mundo para evadir lo que no se puede evadir, que es la muerte. Si uno se posiciona desde ahí, que no hay tregua, quizás ciertas cosas se pueden suavizar y disfrutar un poco más, estar vivo, estar en el momento y en el presente', y hay en eso algo también de los fundamentos de la actuación.
Esta es la segunda propuesta del grupo teatral La bicicleta, fundado en el 2014. Nuevamente adopta lugares no convencionales o espacios alternativos para hacer teatro. Esta vez, la glorieta a seis lados limita la visión. Hay gestos que una parte del público se puede perder, comenta Torres, gestos que puedan cambiar el devenir de la historia. Hay mucho que se cuenta a cada lado.