Lista Buika para soltarse en el Teatro de la UPR
Ella con su voz rasgada y suave, el dejo flamenco, el olor a jazz. De palabra afilada, poetica, punzante. Ella. Que cuando sube al escenario parece que penetra raíces en el suelo, como si nunca lo abandonara, como si no hubiese otra forma de imaginarla que ahí, cantando al desamor, a la libertad, al goce, al dolor, a todo, mientras se toca el pecho, ríe, alza los brazos, cierra los ojos, suena las palmadas, y se conecta, desde la melodía, con cada tramo de la vida, sus claros y oscuros.
Pero a Concha Buika también le gusta desconectarse. Dice que se cansa de ella misma como todo el mundo. De sus viajes pasados a Puerto Rico, recuerda espacios que le permiten salirse de sí misma. 'Un buen amigo y la isla de Culebra es una maravilla en la Tierra para poder olvidarse uno de uno mismo y disfrutar del placer de no ser, simplemente eso, de no ser, de no estar, simplemente existir pero no estar. Ese es mi delirio', dice.
Aparte de olvidarse en el agua clara de Flamenco, Buika estará en el escenario del Teatro de la Universidad de Puerto Rico el próximo 20 de junio a las ocho de la noche. Su concierto promete una retrospectiva a lo que ha pasado en su vida a nivel musical en los últimos años, a través de los siete títulos de su discografía.
Como siempre, se saltará libretos y convenciones, y vendrá sin lista de canciones preparada. Solo ella, con la piel desnuda, y su voz, y sus músicos, dispuesta a responder al público, a lo que le pida la energía del momento, ese interlocutor magnificado que pasa de rostro en rostro, butaca en butaca, hasta llegar a ella.
'Voy a cantar, haré el loco como siempre, lo único que hago cuando subo al escenario es soltarme. Voy a sustituir la palabra felicidad por soltarse', dice.
Hija de Guinea Ecuatorial, nacida en una comunidad de gitanos en Palma de Mallorca, vecina de Miami. Habla de su padre, exiliado político de Guinea, y el día que la abandonó a los ocho años, como quien cuenta el hábito de cualquier día lluvioso. Y desde que su primer novio la dejó plantada cuando era chiquita en la puerta de su casa y nunca más volvió, no espera nada de nadie, dice. Por eso, no espera nada del concierto del 20 de junio. Solo lo que pase. Lo que surja. Lo que vuele.
'No tengo la esperanza como aliada, me parece una mala droga. Soy de acción. Creo que esa es la mejor manera de tener los anhelos controlados', advierte.
El público puertorriqueño le ha visto los ojos en varias ocasiones ya. Y Buika le ha visto los ojos a Puerto Rico, aunque siempre frescos, como si fuera una isla con la extraña manía de cambiar constantemente. 'Siempre que llego a Puerto Rico, me da la sensación de que llego por primera vez. Es extraño. Siempre aparece nuevo antes mis ojos. Lo siento así', dice.
Hace tres años, tomó unos segundos de su 'Canto a la libertad' para exigir, desde el escenario del Centro de Bellas Artes de Santurce, la liberación de Oscar López Rivera, preso político por más de tres décadas, figura que se repite en los muros y paredes del país.
Hace un año, musicalizó su poemario 'A los que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse' ante el público del Festival de la Palabra, en el Paseo de la Princesa, desde la cuna colonial de adoquines, árboles y color. Para ella, la poesía y la música 'son dos cosas que se miran frente al espejo', al igual que la pintura, la arquitectura, todas.
La música la lleva a cualquier sitio. Puede viajar en el tiempo hasta la década de 1930 y rescatar un clásico del cubano Ernesto Lecuona, el pianista, con una fusión de tambores, jazz y flamenco para alimentar los años. Posa la melodía donde quiere y con quien quiere, lo mismo canta un éxito de José José como deLecuona, o colabora con Nelly Furtado, Seal, Pat Metheny, Chucho y Bebo Valdés
Tanto en el escenario como en el proceso creativo derrumba barreras. Experimenta con los ritmos y las influencias desde la raíz del flamenco y la copla española. Puede lo mismo hacer un salto al jazz, que a ritmos africanos, que a la música electrónica. Dialoga constantemente con el mundo. Juega, juega, juega.
Dice que su yo-niña sigue dentro de ella, como en los nombres de sus discos, el tercero 'Mi niña Lola', y el cuarto, 'Niña de fuego'. Y eso, el fuego, puro y hábil, revolotea en ella y se abre al mundo haciendo lo que quiere, diciendo lo que quiere, sin tapujos, muy lejos de ese otro tipo de artista que vive mirando las espaldas, escudriñando el qué dirán. Buika parece ni enterarse ni le importa.
Reside en Miami, pero más bien vive en el espacio indefinido de las giras por el mundo. Dos días antes del concierto en el Teatro de la UPR, estará en Nueva York para el Blue Note Jazz Festival, cuatro días después en México D.F., y luego Barcelona, Praga, Viena. Y en los últimos dos años, ha estado en Turquía, Dinamarca, Inglaterra, Argentina, Chile, Francia, Austria, Suiza, Canadá, Holanda, Alemania, Marruecos, Brasil, Noruega, Eslovenia, Bélgica, Portugal, Estados Unidos, Luxemburgo, Singapur, Nueva Zelanda, República Dominicana, Rumanía, yUruguay.
'El hecho de estar constantemente alimentándote con personas de diferentes países provoca una ruptura, entre tú y los informantes, e incide tremendamente en tu manera de hacer música y de exponerte. Cada informante habla desde sus casas, desde ese lugar. La música por el mundo habla de todo', comparte.
En el caso de Puerto Rico, llama a los músicos boricuas un puñado de valientes y elogia su carácter. 'Puerto Rico es una isla muy chiquita. Es muy difícil salir. Encima hacer ruido y que gran parte del mundo esté enfocado en lo que tú haces, es de valientes'.
La músico española, que ha sido comparada con Nina Simone y Edith Piaf, cuya voz se ha descrito como 'rocosa aterciopelada', comenzó su carrera musical en un club de España imitando a Tina Turner y Diana Ross. Décadas después, en una conversación telefónica, toma unos minutos para hablarle a quienes ahora empiezan, con sueños de cuerdas y pentagramas, sonidos y letra, sobre el camino de la música, proclamándose como un 'desastre' para dar consejos.
'Cada uno habla con sus miedos, lo malo está en absorber los miedos de los demás. Yo le diría a cada uno que cogiera su lista de miedos y borrara todos los que no son suyos, esos miedos que no son amigos... Hay que entender que un padre lo hace con la preocupación de que su hijo no sea feliz. Hay que buscar la lista de todos los miedos que me impiden hacer, que no son míos, y es que yo soy bastante antiprohibicionista. Cada uno debe hacer su camino y hacer lo que sienta. La felicidad no está dónde la señalan', anima.
Buika se presentará en una función única el sábado, 20 de junio, a las 8:00 p.m. Boletos disponibles a la venta en TicketCenter: www.tcpr.com.