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Vida

Cuando les arrebataron sus hijos, parieron esperanza (video y galería)

La violencia destruyó las vidas que sus vientres crearon. Frente a ellas yacieron los cuerpos inertes de quienes hacían años eran criaturas indefensas que dormían en sus brazos. Pasa el tiempo pero Zorymar Betancourt y Ada Alemán recuerdan con nitidez los momentos de angustia que vivieron cuando asesinaron a sus hijos. Sus relatos sin embargo no están llenos de rencor, sino de esperanza.

Parecería ilógico que un hijo muera antes que su padres pero tanto para la madre de Stefano Steenbakkers Betancourt, asesinado en un 'carjacking' el 24 de junio de 2012, como para la madre de Yabanex Vázquez Alemán, quien muriera en un altercado durante unas carreras automovilísticas en la pista de El Tuque en Ponce en agosto 21 de 2010, la muerte es algo natural.

Ada admite que la muerte violenta es una de 'golpe y porrazo' pero al igual que Zorymar repite que 'la muerte es parte la vida'.

'Hay que hablar de la muerte y hay que hablarle a los niños de la muerte para que no exista ese miedo', señaló Zorymar, quien se ha volcado en la misión de fomentar la donación de órganos y tejidos.

Ambas relataron el momento en el que se enfrentaron a ella.

Cuando Ada llegó al hospital de madrugada porque su hijo mayor le llamó para decirle que Yabo, como le decían al benjamín de la casa, había tenido un accidente, su instinto le decía que él había muerto.

'Le pregunté a su amigo 'está desfigurado?', porque pensé que había sido en un accidente automovilístico, pero me dijo 'no fue un accidente, lo mataron', recordó con voz inquebrantable Ada, educadora en salud pública y psicóloga clínica con maestría en tanatología, la ciencia que estudia la muerte en su entorno biosicosocial.

Ada pidió verlo de inmediato y cuando estuvo frente a él notó que sus párpados estaban entreabiertos, dejando ver sus 'ojos azules como el mar'. 'Iba a tocarlo por debajo de la cabeza pero no me dejaron porque la bala había entrado por ese lado. Yo le hablé, me despedí de él, le dije que yo lo amaba y que su papá también y que esperaba que estuviera bien. Hasta ese momento no había llorado', relató la tanatóloga.

Zorymar también le habló a su hijo cuando lo vio en estado crítico en una camilla. 'Yo le decía a Stefano al oído, 'Stefano tú ve y habla con Papá Dios y si él te da el milagro completo por favor claro que quiero que vuelvas pero pídele el milagro completo'. Yo lo veía y estaba bien grave y cuando tú ves a un ser que quieres tanto en esas condiciones es fuerte aceptarlo pero hay que aceptarlo', narró la activista por la paz.

Como explica Ada, el entorno social en el que se da la muerte provoca que toda la comunidad se involucre. Ambas dicen haber recibido el apoyo y el consuelo de familiares, vecinos, amigos y desconocidos. Los funerales de Stefano y Yabo estuvieron abarrotados de seres que los amaban.

Pero a diferencia de una muerte natural o por accidente, la despedida del cuerpo físico no cierra un capítulo en el proceso de pérdida cuando se trata de una muerte violenta. Las dos madres tuvieron que revivir detalles de la muerte de sus hijos durante los juicios de los victimarios. Ninguna habla con coraje de los responsables de asesinar a sus hijos, de hecho Ada dice que nunca lo sintió. Ambas coinciden en que sí es necesario que los criminales se hagan responsables de sus actos cumpliendo con las consecuencias. El amor de madre se interpone en lo que sienten hacia ellos y lamentan que sus vidas también se hayan visto truncadas por la violencia.

Ada asegura haber perdonado al asesino de su hijo y dice que 'el problema es nuestro modo de vida que nos pone a competir constantemente; yo me llevo a quien sea por el medio para lograr mis cosas'.

'Mi hijo fue la víctima y él el victimario pero al fin y al cabo son dos víctimas. Quien lo mató era un muchacho joven que dejó a su hijo de tres años huérfano. Tú sabes el sufrimiento para esa familia?', expresó desolada Ada.

A estas madres les quedan hijos por quienes luchar y a pesar de lo vivido han decidido quedarse en país. Los vecinos de Zorymar pusieron su casa a la venta y emigraaron tras lo ocurrido, pero ella insiste en que tiene la responsabilidad de hacer un cambio porque la violencia tiene que parar. Su labor es a través de la Fundación Stefano Steenbakkers Betancourt para 'cambiar el mundo un corazón a la vez'.

'Stefano quería ser dignatario y estar en todas partes del mundo y lo va a ser porque yo voy a trabajar para su mensaje llegue a todos lados. Él buscó su forma de impactar a la gente desde el cielo y mira que regalo más brutal que regalar vida alrededor del mundo!', exclamó la también mamá de Ana.

Ada igualmente reconoce su deber con el país. Para ella 'nosotros somos culpables de lo que está pasando y nos corresponde a nosotros bregar con esto y digo nosotros porque yo pertenezco a una generación que que ha permitido que esto pase, que sigue votando por los mismo, que no se buscan alternativas, así que nos toca a nosotros'.

La educadora pone su grano un estudiante a la vez y sin duda alguna tiene un gran efecto pues esta entrevista fue interrumpida en varias ocasiones por estudiantes que paraban a saludarla.

Stefano y Yabanex no están presentes en cuerpo pero sí en los actos de quienes día día los recuerdan. Las madres dicen sentir sus presencias porque han aprendido el lenguaje de ese otro plano en el que ellos se encuentran. Las dos dan anécdotas de formas en las que se comunican con ellos. Zorymar da como reciente ejemplo un vídeo que le pasó su hija en el que una niña le escribe desde la tierra a su padre que está en el espacio. Zorymar siempre quiso ser astronauta y en el vídeo la niña firma su mensaje diciéndole'I love you' con su nombre: 'Steph'.

Ada cuenta que el día que Yabo murió lo vió entredormida y lo escuchó decirle 'Mami, yo estoy bien. Estoy con abuelo Carlos en el nivel 14. Dile a Nahomi que se vuelva a casar'. El día que murió, la máquina de hielo de la nevera que el joven ingeniero había prometido arreglar comenzó a funcionar.

Su madre es creyente de que 'todas las cosas tienen su ángulo positivo, aún esto tan doloroso. Primero aprendemos que la vida es pasajera, esto que tenemos aquí que conocemos como vida en este espacio existencial... Uno aprende a valorar lo que tiene y a los que quedaron vivos y aprende a compartir con la familia, a conmemorar los momentos bonitos'.

  

La tanatóloga Ada Alemán. (Josian Bruno/NotiCel)
Foto:
La tanatóloga Ada Alemán. (Josian Bruno/NotiCel)
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La tanatóloga Ada Alemán. (Josian Bruno/NotiCel)
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La tanatóloga Ada Alemán. (Josian Bruno/NotiCel)
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