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Vida

David Ortiz: caballero de raza pura… y rebelde (video)

Cuando en 1973 'Soy de una raza pura' irrumpió en las ondas radiales del País, pocos adivinaron que aquel tema -de reafirmación racial y nacional- había sido un producto de la inquietud de un joven boricua que hasta ese momento tan solo había ganado reconocimiento como actor, locutor y líder sindical.

'De él, de David Ortiz, fue la inspiración, de él fueron las vibrantes palabras con puros sonidos de bronce; de Tony Croatto fue la música; de Lucecita la interpretación; de todo un pueblo el corazón que acogió el poema en sus entrañas y lo sintió suyo –sangre de su propia sangre– para cantarlo, de norte a sur, de este a oeste de la Isla, por los siglos de los siglos', escribió en aquellos días la poeta y periodista Iris María Landrón en un diario de la capital.

Así, cual grito de guerra, se marcó el asomo de aquellos versos rebeldes que en medio de las protestas universitarias, la militancia contra el superpuerto, la oposición a la explotación de minas, la crisis del petróleo y la recesión mundial fue una de las primeras canciones que en voz de una intérprete del género popular intentó abrirse paso como preámbulo a la nueva trova puertorriqueña.

'Raza pura' se difundió con respetable fuerza en las ondas radiales, aunque estrategas de la industria discográfica –con diversas motivaciones– alegaron que el disco no había generado grandes ventas. En las listas de éxitos apareció discretamente. Pero aún así, trascendió nuestros límites territoriales, se distribuyó por el sello Belter en España donde fue elogiado por la crítica especializada, y contando con el tiempo como aliado, se convirtió en una de las mejores obras discográficas de la intérprete bayamonesa.

'Soy de una raza pura rebelde' fue entonces una revelación que, con acceso a la difusión masiva, le abrió puertas a David, el poeta. Y como tal dio pie a numerosos proyectos que llevaba en su mente con inquietud inspiradora.

Pero el David que muchos descubrieron en su poesía, llevaba tiempo caminando en el arte y la cultura. De hecho, sus primeros pasos en la radio los dio en programas infantiles en su natal Mayagüez cuando apenas contaba con 13 años. En la adolescencia incursionó en radionovelas hasta que en 1954 se trasladó a San Juan. Laboró en diversas emisoras radiales llegando a establecerse como locutor en Radio Reloj.

Simultáneamente trabajó como actor en numerosas producciones de peso, tanto en teatro como en televisión. En 1959 actuó en 'Sirena' de Francisco Arriví que protagonizó Lydia Echevarría en el Ateneo Puertorriqueño. Tres años más tarde personificó a 'Lanuza' en 'El inciso H' de César Andreu Iglesias. Formó parte del elenco de 'Mariana o el alba' en su estreno en el VIII Festival de Teatro Puertorriqueño. Así como actuó en las exitosas telenovelas 'La gata' (protagonizada por Helena Montalbán en 1962) y la recordada 'Juan del Diablo' con Gladys Rodríguez y Braulio Castillo padre.

En las postrimerías de la década de 1960, Ortiz Angleró fue electo presidente de la Asociación Puertorriqueña de Artistas y Técnicos del Espectáculo (A.P.A.T.E.). En los días en que los boricuas alcanzaron la supremacía con 'Génesis' de Guillermo Venegas Lloveras en el Primer Festival de la Canción Latina del Mundo, Ortiz estableció vínculos con los gremios mexicanos para facilitar un justo intercambio entre ambos países. Como resultado, en 1970, fue escogido dirigente del área del Caribe y Centroamérica en el Primer Congreso del Bloque Latinoamericano de Artistas. (De hecho, su posible elección como vicepresidente de la organización se quedó corta por tan sólo dos votos.) Aún así, uno de sus grandes aciertos a través de la APATE fue, paradójicamente, un logro que se dejó caer: conseguir que Screen Actors Guild y la Actor's Equity reconocieran la jurisdicción de Puerto Rico en intercambio con los artistas del Norte. Así cuando los norteamericanos venían a Puerto Rico eran protegidos por la APATE, mientras los boricuas tenían las protecciones en sus contratos por las uniones de EE.UU.

Tras su etapa en la presidencia de la APATE, la labor de David Ortiz en la cultura se diversificó ampliamente. Actuó en películas de largometraje como fue 'The Machos', realizó locuciones a granel para documentales y campañas comerciales. Fue, igualmente, director del periódico mensual Diálogo, escribió columnas para El Nuevo Día e incursionó en la radio con su familia, encabezando la emisora WNOZ de Aguadilla.

Amante apasionado de la poesía, una obra sobre poemas de José de Diego, editada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, marcó su inicio en el mundo del disco. A éste le siguieron entonces los lanzamientos de producciones como 'El tiempo recobrado', 'Confieso que he vivido' (1993), memorias sobre la obra de Pablo Neruda; 'Cien años de amor' (1998), sobre la poesía de José Antonio Dávila; 'Madre' (1999), junto al cantautor argentino Alberto Cortez; 'Dos creaturas de la ternura' (2000), basado en poemas de Julia Burgos y la música de Sylvia Rexach; 'Tiempo de amar' (2001), inspirado en las peticiones de su audiencia radial; el legendario 'Brindis del bohemio' (2003) y un homenaje al poeta español Miguel Hernández (2010) en su centenario.

En el campo literario publicó libros de versos como fueron 'La soledad es una flauta perdida' (1977), 'Me llaman cimarrón y mi apellido es el tambor' (1985) y 'La memoria extraviada y otras distancias' (1994).

'David es auténtico poeta; un poeta visceral y comunicante que maneja la palabra con soltura y confianza, que pulsa sus diversos registros, que mantiene un ritmo sereno y consistente', dijo sobre su obra el Dr. Ramón Luis Acevedo, estudioso de la literatura latinoamericana.

A tono con la intensidad de su trabajo, Ortiz Angleró entró al nuevo siglo cosechando aplausos de la crítica especializada no sólo por sus producciones discográficas y recitales, sino además por su programa radial 'Tiempo de amar', el cual se transmitió inicialmente por WKAQ Radio Reloj pasando luego a Radio Isla. Al margen quedó igualmente el haber sido uno de los responsables de haber iniciado el Concurso de Trovadores para la firma licorera Bacardí.

En cada expresión del arte en las que incursionó, David Ortiz Angleró se distinguió por su profesionalismo, la maestría de su voz pausada, dicción impecable y modulación de excelencia. De hecho, según atestiguan los conocedores, la suya se distingue como una de las voces privilegiadas de la locución latinoamericana.

Ciertamente fue extenso –y muy intenso– el camino que este mayagüezano recorrió en su quehacer artístico. Y con su personalidad recia supo defender sus principios con celo sobreprotector, probando su solidaridad ante las más diversas causas.

Así, el hombre que naciera el 13 de abril de 1936 en Mayagüez, y que en su infancia simulara con cajas vacías de zapatos pantallas de exhibición para las tirillas cómicas del periódico El Mundo, y que más tarde se graduó a duras penas de la escuela superior, trascendió el tiempo y a tono con la canción de Eladia Blázquez… 'honró la vida'.

El pasado sábado 19 de julio, a las 10 de la noche, David Ortiz Angleró entró a la inmortalidad.

Gracias David por honrar la vida. Hasta siempre, Caballero de la Raza Pura… y Rebelde.

*El autor es periodista y director de la Fundación Nacional para la Cultura Popular. Tomado de 80 Grados.

David Ortiz Angleró. (Josian Bruno/Archivo NotiCel)
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