Los juegos de Franco para ser autor de culto
James Franco busca ser un hombre renacentista y salta de actuar a escribir o a dirigir sin tiempo ni de reflexionar. Y el resultado son películas en exceso pretenciosas e intensas, como 'Child of God', la adaptación de una novela de Cormac McCarthy con la que compite en Venecia.
Tras haber presentado -sin mucha repercusión- en el pasado Festival de Venecia 'As I lay dying', sobre 'Mientras agonizas', de William Faulkner, ahora se atreve con otro peso pesado de la literatura estadounidense. En ambos casos las novelas están muy por encima de lo que ha conseguido Franco.
'En el cine me gusta usar historias de autores que me gustan mucho, como Faulkner o McCarthy. Me ayudan a elevar el nivel de mi acción, de mi proyección, porque me siento obligado a mantener el nivel del libro', explicó hoy en rueda de prensa.
En el caso de 'Child of God' ha cambiado la estructura de la obra de McCarthy para utilizar una narración más lineal de la historia de Lester Ballard, un hombre muy violento incapaz de vivir en sociedad, que evoluciona hasta el asesinato y la necrofilia.
El actor que interpreta al protagonista es Scott Haze, un nombre muy poco conocido que ya tuvo un papel en el filme anterior de Franco.
El realizador se mostró entusiasmado por la 'increíble' actuación de Heize. 'Hay tantos actores que habría podido utilizar...., grandes nombres, pero yo sabía que Scott era la persona adecuada', explicó.
'Probablemente la gente que no lo conozca lo consideren solo un maníaco que encontramos en el bosque pero es solo Scott que hace un papel fabuloso', agregó el realizador.
Un papel que el actor se preparó aislándose del mundo durante tres meses, pasado la noche en cuevas, algo que hizo sin que el director se lo hubiera pedido.
'Llegó al set con aspecto extraño, no habló con nadie y permaneció así durante todo el rodaje', explicó Franco.
Por su parte, Haze indicó que su objetivo era conciliar el rudo y violento lado de su personaje con ese aspecto un tanto cómico que estaba muy claro en el libro, sobre todo en lo que se refiere a su forma de moverse.
'La ligereza y el aspecto de Charlot está en la escritura, como cuando no logra subir el cadáver sobre la escalera', resaltó el actor, que pese a lo complejo de su personaje intentó 'mantener el aspecto de la compasión'.
Es 'un personaje aislado que tiene un cierto corazón, no es solo un maníaco', matizó.
'Una persona extrema en una situación extrema', eso es Lester Ballard para Franco, que señaló que para él la película es un modo de 'examinar a alguien que ha salido de la sociedad, que está en soledad y que no es capaz de vivir en compañía'.
Un modo 'bellísimo de estudiar esa situación y de algo que es universal y con lo que podemos tener una relación, utilizando argumentos que son un poco extremistas'.
'Cuando leí el libro me impresionó esa escena en la que trata de esconder un cadáver. Ahí entendí que es un asesino que no era muy bueno en lo que hacía, un personaje misterioso y oscuro. No había nunca visto nada de este tipo antes', indicó Franco.
Una historia muy compleja, que está por encima de una puesta en escena que recuerda mucho a la de su filme anterior, con una dirección demasiado presente, que juega mucho con los cortes bruscos de las escenas y con una naturaleza dura que se convierte un personaje más de la película.
Y en la que el director no ahorra escenas desagradables al espectador.