Hatillo preserva su Festival de Máscaras bajo la custodia de jóvenes
Si la juventud es la llamada a darle continuidad al legado cultural forjado por sus antecesores, el pueblo de Hatillo puede estar tranquilo de que uno de sus grandes tesoros será protegido bajo la custodia de jóvenes que recuerdan y respetan las tradiciones de antaño.
Aunque en la capital ganadera de Puerto Rico parece existir un consenso con respecto a la manera en que el tradicional Festival de las Máscaras ha cambiado drásticamente durante la última década, algunos residentes del municipio aún resaltan el valor de desplazarse 'tierra adentro' para explorar un Hatillo más rural que todavía conserva la esencia de esta antigua celebración anual que data del año 1823.
El Festival de las Máscaras coincide con el Día de los Santos Inocentes, celebrado hoy y cada 28 diciembre.
De acuerdo a dos jóvenes entrevistados por NotiCel, más allá del gran espectáculo de clausura que se puede ofrecer en la plaza del centro tradicional del municipio, la verdadera fiesta de pueblo se da en sectores y barrios más rurales como Corcovado, Pajuil, Carrizales, Campo Alegre y Capáez.
'Esos barrios se van adentrando a lo que es el campo de Hatillo. Aquí en el pueblo (centro urbano) siempre hay grupos que lo celebran, pero la mayor concentración de máscaras es mayormente en el área rural', dijo a NotiCel la joven hatillana, Nadja Rivera, de 22 años, y quien cursa estudios sub-graduados de geografía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. 'Contrario a otros pueblos, la mayor concentración poblacional de Hatillo se da en el campo, en gran medida debido a la actividad económica ganadera'.
'La gente de otras generaciones mayores viven mucho ‘allá arriba' en el campo. Fíjate, las máscaras son trabajadas por costureras que son conocidas por tener una técnica especial para hacer estos trajes y donde están estas costureras es en el campo casi exclusivamente', añadió Rivera, quien espera disfrutar de la tradición junto a su familia.
Sobre la importancia de los barrios anteriormente mencionados, el joven corredor de máscaras, Israel Nieves, coincidió con Rivera al destacar la importancia de estas áreas rurales en preservar la esencia del Festival, el cual no fue reconocido oficialmente por el gobierno municipal hasta el año 1971.
'El pueblo de Hatillo tiene tantos estrechos que se corta camino, pero esos son los barrios más comunes', explicó Nieves, de 26 años y residente del municipio.
A pesar de la gran acogida que persiste en estos sectores rurales, Nieves, no obstante, reconoció que muchos residentes tienen mayor cautela hoy día, debido al desorden que impera entre gente que usan el Festival para cometer actos excesivos que no necesariamente guardan relación con el propósito original del evento.
'Con tanto vandalismo y abuso, ya la gente no nos quiere recibir en las casas. Hoy día se te meten arriba y te roban. Y muchos vienen de pueblos de afuera', describió Nieves.
De igual forma el corredor explicó que algunos de los conflictos surgen cuando grupos y competidores optan por no seguir las reglas del Festival y sólo participan por el puro placer de facilitar un estado de caos y violencia.
'Antes sacaban una carroza, una guagua y enganchaban unas pencas y con eso era todo. Hoy día le incluyen caricaturas, pero los que corren no cumplen los requisitos de llevar pavas y caretas. Ya la mayoría de los vestuarios son simples mantos y camisas pintadas. Los jueces y guardias los descalifican y a veces pelean reclamando, pero las reglas son las reglas. Si no tienes pavas y caretas, los guardias te desvían', indicó Nieves, quien dijo haber acudido a su primer Festival cuando tenía sólo ocho meses de nacido.
De acuerdo a varios historiadores, el origen de la fiesta se identifica con las Islas Canarias. De hecho, su inicio en Puerto Rico en el año 1823 no sorprende dada la cercanía con el 1815, año en que se decreta la Real Cédula de Gracias, estatuto que facilitó el flujo a la Isla de españoles procedentes varias localidades, incluyendo las Canarias.
Cuenta la leyenda del Festival que las máscaras simbolizan la persecución de los niños por parte de aquellos soldados enviados por el Rey Herodes, quien había dado órdenes de matar al niño Jesús, para así asegurarse que ningún sujeto que ya era anunciado como el Rey de los Judíos, lo desplazara y se quedara con su reino.