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Vida

Una tarde con combatientes a oscuras (galería)

Antes de bajarse del carro Francisco me contó la vez que en la Selva de Talamanca, un jaguar casi de la altura de un caballo, le caminó por el lado y en vez de devorarse a los 16 exploradores que andaban con él, los rosó y siguió su camino. A sus 33 años Frank, como le llaman amigos, tiene tantos cuentos que una tarde no basta para escucharlos. El viernes le di pon a su práctica de Judo, para entre otras cosas presenciar cómo es que un ciego lo hace.(Fotos por Josian A. Bruno Gómez)

'Ciego', me aclaró luego en nuestra travesía, 'es el concepto correcto. Decir no vidente es un eufemismo que ofende'.

De la ceguera partió nuestra conversación, a veces tan vívida y alucinante, que era posible imaginar cada detalle de sus experiencias.

Me esperaba puntual y cuando le llamé, perfumado y ataviado con sus pantalones de Judo, Francisco Venegas Sánchez se dirigió sin bastón hacia mi guagua. 'Wow, me gusta tu guagua, es espaciosa', exclamó al montarse.

Francisco Venegas Sánchez.

Durante el día, en lugares familiares, Francisco transita sin bastón porque con suficiente claridad puede divisar figuras.

'Ya cambió la luz', me sorprendió cuando me distraje activando mi grabadora de voz mientras esperaba en el semáforo. 'No porque la haya visto, sentí a los carros del lado moverse', señaló. La audición es el sentido que más utiliza para la inmediatez.

Francisco tiene una condición llamada retinitis pigmentosa. La condición es progresiva. Él la describió como una en la que poco a poco puntos negros, del centro hacia afuera del ojo, o viceversa, acaparan el campo visual. Nació con la condición pero cuando se la diagnosticaron a los 17 años dice haber 'comenzado a entrenarse' para el momento en el que no viera absolutamente nada.

Natal de Heredia, Costa Rica, Francisco me confesó que de niño le 'tocó ser el patio feo muchas veces' por no poder correr, ir a fiestas o a jugar 'soccer' por la noche con los demás niños. Sin embargo, siempre fue fuerte de carácter.

'Mi madre no se explicaba cómo salía a jugar canicas con los niños de barrio y cada vez regresaba con más canicas. Lo lógico es que si no veo regrese con menos, no?. Pues mi padre luego se dio cuenta que le daba de puños a los niños para ganar canicas. Me tenía que imponer, siempre se trata de eso'.

Frank rige su vida por el lema de que 'tienes que ser el mejor para que te traten como igual'. El lema se lo enseñó un instructor de una Organización No Gubernamental de las Naciones Unidas, cuerpo con el que viajó como voluntario por muchos países de Centro y Sur América, donde incluso llegó a vivir por periodos con grupos de indígenas.

Su entrega por la literarura comenzó cuando llegó a la universidad. 'Empecé a 'escaniar' los libros, tenerlos en la computadora y empezar a leerlos. Fue entonces cuando me volví adicto'. El estudiante de maestría de Literatura Hispanoamericana utiliza un programa que magnifica los textos e invierte los colores, y otro que le lee.

Luis Pérez Díaz.

Empezábamos a hablar del amor y de su exesposa puertorriqueña por la que se mudó a la isla cuando, gracias a sus direcciones precisas, llegamos a donde practica judo.

Él no era el único ciego en la práctica del club de Judo 'Conquistadores de Guaynabo'. Allí también practica Luis Pérez Díaz, medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de Colorado Springs y medallista de plata en la Liga Atlética Interuniversitaria.

Luis me aseguró que cuando se trata de judo 'la visión no dificulta tanto'.

El judo 'es un deporte de contacto. No hay que tener reflejos visuales más bien reflejos sensoriales para saber cómo la persona con la que estás combatiendo se desplaza, qué técnica te va a realizar, sentir los paso de la persona...', explicó.

Precisamente contaba Federico Lavarini, instructor del club, que a veces incorpora al entrenamiento que los luchadores se venden los ojos para que perciban mejor cómo reacciona el cuerpo del otro.

Federico Lavarini.

Como el resto de los judokas, Luis y Francisco entrenaron y combatieron hasta que sus uniformes terminaron chorreando sudor. Ambos explicaron que tanto en judo, como en el resto de las cosas que realizan, existe más presión para hacerlo bien pues si fallan, los demás siempre lo adjudican a que son ciegos.

De regreso, retomé el tema del amor con Francisco.

'La gente hasta me pregunta cómo es ser ciego en la intimidad. Yo les respondo, 'tu apagas la luz cuando haces el amor, no?, pues para qué me preguntas'', explicó divertido.

Aún con la condición, tanto él como Luis tienen preferencias cuando se trata del aspecto físico de las mujeres.

'Que no veas no significa que no hagas un concepto físico', comentó Frank y luego procedió a decirme que le gustan las mujeres altas, elegantes al vestir y fuertes de carácter.

Luis Pérez Díaz.En lo que la sociedad los comienza a aceptar como iguales, Frank y Luis organizan estratégicamente su vidas para que desde lo más básico, como ponerse las medias del mismo color, hasta transportarse de un lado a otro, ocurra y los acerque a sus metas.Este verano a la lista de países donde ha vivido Frank se le añadirá Portugal, a donde irá a probar suerte en un lugar totalmente desconocido. Como parte de su preparación para el viaje, Frank dijo estudiar a profundidad los mapas de la ciudad.Sobre su próxima aventura, momentos antes de bajarse del carro Frank bromeó, 'me preguntan que cómo voy sólo y digo 'bueno, si aparece una rubia que quiera venir conmigo, mejor''.

Luis Pérez Díaz es medallista de judo, y ciego.
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