En celebración del poeta guerrero
Tres poetas cerraron un círculo este fin de semana para ofrecer a uno de ellos en el altar de la vida.
No se trata de una fábula de tres hermanos, pero, igual que esa otra fábula, son tres y recorren distintos caminos.
Hacía una década que los tres habían tenido un primer encuentro, lleno de color, de júbilo, de ritmo. Un encuentro de países, de estilos y de perspectivas distintas. Por eso, fue apropiado que este fin de semana lo retomaran donde lo habían dejado, cantándole a la Patria, esa que es 'tantas cosas bellas'.
Y así volvieron a unir sus voces. Unos más viejos, otros más marcados.
Fue el poeta mayor el que tuvo encomendada la primera parte de la ceremonia. El poeta mayor es un discípulo de la rigurosa 'Maestra Vida', y su mensaje fue más profundo, con más sabiduría. En su arsenal tenía palabras más felices, ritmos más celebratorios, pero optó por ser reflexivo, por recordarnos que, al final, la claridad llega en momentos más callados.
Luego vino el poeta alegre, el que viene 'a pedir tu mano'. Es el más alto, el más romántico, el que sueña con lluvias de café, y el que le saca punta hasta a una guagua en reversa. Quizás por ser el poeta más transparente, el más lumínico, fue también el que llamó la atención directamente a por qué se había convocado la ceremonia y arrancó lágrimas cuando, a su forma, clamó porque Dios proteja al poeta más joven, al más afligido.
Y como si de esa forma lo conjurara, ahí estaba.
El poeta joven, el camaleónico, el que ante los ojos de una esposa y unos hijos que lo presenciaban a metros de distancia, se entregaba a todo un pueblo porque eso le daba vida y porque para eso estábamos allí. Para vitorearlo mientras puede sentir nuestras vibraciones, para aplaudirlo mientras puede escucharnos, para llenarle los ojos y el corazón mientras nos pueda ver.
Y, como en sus mejores tiempos, inmediatamente se perdió en sí mismo, para hacernos dudar... quién es ese? Es el alma que busca desquiciadamente a una 'Blanca Mujer'? Es el amante destruido que vive a la sombra de 'Penélope'? Es la criatura de la noche que quiere que cantemos por él? O es el pecador poseído que eleva un 'Aleluya' desesperado para tener redención divina antes de que la noche lo consuma?
Al final, él mismo nos ofreció la respuesta. 'Yo estoy intensamente, te lo digo sinceramente, pensando en vida, vida, vida'.
Y acabó el acertijo. No estábamos allí por el poeta desesperado, descorazonado, o maldito. Estábamos allí en celebración del poeta guerrero.
Y estábamos allí porque después de que pasáramos años cargándolo con el peso de nuestras ilusiones y desesperanzas, era hora de que lo ayudáramos a cargar las suyas.
Fuerza poeta guerrero!