Dramática baja en venta de cigarillos
Luego de la aprobación de la Ley 66 en el 2006, que prohibió el fumar en lugares públicos en Puerto Rico, la industria del tabaco en la Isla ha experimentado una dramática merma en la venta de cajetillas de cigarrillo.
Desde el 2007, cuando se implementó la ley, se han vendido 19 millones de cajetillas de cigarrillo menos al año, según reveló el estudio Reducción en el Consumo de Cigarrillos en Puerto Rico que presentó ayer la dentista oncóloga, Elba Díaz Toro, en el Foro Anual de Investigación y Educación que celebra esta semana el recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
'Podemos decir que si hay una baja en ventas también hay una baja en consumo', estableció la investigadora, quien destacó que, aunque la prevalencia del uso de tabaco en Puerto Rico ya estaba bajando desde hace algunos años, se demostró que la disminución a partir del año en que se implantó la ley sí tiene que ver con las nuevas restricciones que la legislación impuso.
La ley que fue aprobada en el 2006 tras un intenso cabildeo de la Coalición para un Puerto Rico Libre de Tabaco, entre otras entidades, es considerada la más estricta a nivel de Estados Unidos, lo que coloca a Puerto Rico a la vanguardia por su política pública en cuanto a espacios libres de tabaco.
Se consiguió que se prohibiera fumar cigarrillos en lugares de trabajo, incluyendo restaurantes y casinos, ambientes en los que muy pocos estados se han atrevido a intervenir.
Quedó también prohibido el fumar en un carro en el que viajen menores de 13 años e, incluso, aunque en pocos lo saben, también es contra la ley fumar en un espacio abierto de cualquier negocio, playa o residencia donde hayan empleados.
Díaz Toro destacó, sin embargo, que la ley no ha trastocado los recaudos del gobierno producto de la venta de cigarrillos. Estos se han mantenido estables. Y es que, según señaló, los arbitrios impuestos a este producto han continuado aumentando mientras que los adictos a la nicotina siguen comprando.
'Es una buena estrategia para que los jóvenes no usen cigarrillos, para que los que están empezando no logren comprarse la cajetilla de cigarrillos. Subiéndole los 'taxes', lo hace más caro y ellos no tienen los chavos para adquirirlos', apuntó la especialista para justificar la merma en el consumo.
Los adictos son entonces los que mantienen el negocio porque no existe en Puerto Rico un programa de intervención comprensiva para tratarlos desde los aspectos físicos, psicológicos y sociales.