Para los cientos de lectores que seguían su columna ‘Entrando por la Salida’ en el periódico Claridad, o sus escritos cibernéticos en Elver Dugo Taims, el licenciado Roberto Fernández era ‘Fernando Clemente’, un fanático de ‘libar’ Medalla con carne frita que, con gran humor, criticaba a todos.

Este fin de semana, familiares, amigos y colegas despidieron a Fernández, quien falleció el jueves, y lo recordaron como un puertorriqueño que nació en el seno de una familia estadista, pero murió siendo un ‘nacionalista empedernido’.

A Fernández se le atribuye, en parte, el éxito que tuviera la sátira política ‘El Efecto de Los Rayos Gamma sobre Eddie López’ que eventualmente se convirtió en lo que hoy se conoce como ‘Los Rayos Gamma’.

‘Aunque no mucha gente lo sabe, fue escritor del equipo de lo que para mi fue la época dorada de Los Rayos Gamma’, apuntó el hijo mayor que lleva su mismo nombre.

Y es que según detalló el abogado José Enrique Ayoroa Santaliz, Fernández nunca buscó méritos, ‘no los quería’.

‘No solo era un escritor fantasma, era un fantasma porque nadie ni siquiera supo quien echaba las columnas por debajo de la puerta de la oficina de Claridad’, recordó el licenciado sobre su íntimo amigo que por 18 años y medio escribió la columna ‘Entrando por la Salida’ para el semanario independentista bajo el seudónimo de Fernando Clemente.

Según cuenta Ayoroa, pasó casi una década antes de que la gente de Claridad supiera quien entregaba fielmente esas columnas semanales porque ‘Roberto se iba a La Borincana y escribía su columna en un cantito de papel mientras tomaba Medalla, la única cerveza que tomó toda la vida, y la firmaba como Fernando y la llevaba’.

El reportero Carmelo Ruiz, quien eventualmente se convirtió en colega de Fernández en Claridad, se declaró ‘fan’ desde antes de conocerlo.

‘Yo conocía las columnas de él desde los ’80, cuando era universitario en la Universidad de Puerto Rico. Cuando empecé a trabajar en Claridad me tocó hacer un reportaje de la administración de Rosselló y me recomendaron que hablara con el licenciado Fernández, ahí fue que nos hicimos amigos. Después supe que él era Fernando Clemente’, sostuvo tras señalar que deben ser más de mil las columnas que publicó su fenecido amigo.

Ayoroa aseguró que su amigo ‘era como Oscar Wilde, George Bernard Shaw, Mark Tawin y el puertorriqueño Nemesio Canales, todos grandes humoristas filosóficos de la humanidad’. Sin embargo, relató, era una persona bien triste, melancólica y depresiva ‘que siempre lograba hacer reír a la gente, todo lo que leías de él te sacaba una carcajada’.

En la práctica legal que ejerció desde el 1979 hasta este año se destacó por ser el ‘abogado de los pobres’, ya que nunca tuvo firma privada, sino que trabajó en programas como Servicios Legales y más reciente en la Sociedad para Asistencia Legal. Además por ocho años, a finales de los ’80 trabajó como Procurador de Menores en el Departamento de Justicia.

Antes de ser abogado, Fernández obtuvo una maestría en educación con concentración en historia y enseño en varias escuelas.

‘Era muy conocedor de la cultura y por eso podía disertar de la situación política como lo hizo’, argumentó Ruiz.

Según indicó el mayor de sus tres hijos, ‘el tipo se fue con muy buena actitud, murió en victoria porque le ganó al cáncer’. Y es que el pasado mayo le diagnosticaron cáncer del colón y del recto y tras ser operado se sometió a una terapia natural y se ‘llenó de energía y le curó el cáncer’. Sin embargo, relató, este mes se enfermó y lo tuvieron que volver a operar, ‘el sistema estaba muy comprometido y no aguantó y se murió el jueves, un día después de cumplir los 66 años de edad’.

Habiéndose criado en un ambiente de sátira, Fernández, hijo, ahora es conocido como Roberto Gris, un cantante de sátira política que desde hace cuatro años asumió la vocación que desde pequeño práctico con su padre.

El cuerpo de Fernández será cremado en los próximos días, luego de haber sido expuesto en la funeraria Ehret en Río Piedras el sábado.

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