La huelga, una respuesta nostálgica que no responde a nuevas realidades
Históricamente las huelgas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) gozan de una percepción única que la distingue de otras manifestaciones universitarias y obreras. Para el sociólogo Luis Perez, la recurrencia de las huelgas en la UPR son producto de la memoria colectiva que remonta a los pasados conflictos entre el gobierno y la institución; conflictos que hasta la decada de los 80 suponían un verdadero riesgo para los manifestantes.
'Más que una nostalgia… lo que hay es un intento de hacer un uso político de una memoria colectiva y eso siempre resulta en la institucionalización de las prácticas y eso implica entonces que lo que antes era un elemento de riesgo se vuelve una norma y por consiguiente una forma de obligación', dijo Pérez en el podcast 'Mundo Psi-Jurídico' del catedrático Carlos Gil.
En ese sentido, el sociólogo señaló que el mecanismo de huelga se convirtió en una herramienta para que la comunidad universitaria pueda conservar el sentido de apropiación de la universidad. Pese a que esto fomenta un sentido de disidencia a medidas antipáticas entre universitarios que apoyan el mecanismo de huelga, entre aquellos que desean continuar sus labores universitarias provoca resentimiento.
'El ejercicio, más que ser un ejercicio de disidencia real contra condiciones existentes, se vuelve en una prueba de lealtad y en una obligación institucional a una universidad que ha operado un cierre. Es decir que, aunque es pública, funciona como si fuera propiedad de unos sectores políticos en específico, que en el caso particular de Puerto Rico son minoría política', sostuvo Pérez.
Sobre este particular indica que tanto el profesorado como los administradores de la UPR en su mayoría fueron producto de la universidad durante pasados conflictos de huelga, por lo que persisten las ideologías que se inclinan a favor de conservar la Universidad y ver el cambio como una amenaza. A su vez esta militancia activa entre docentes les permite mantener poder mediante estructuras gremiales, senados académicos y en ciertos momentos en puestos administrativos.
No obstante, el sociólogo plantea un contraste entre las huelgas del presente con aquellas que ese sector docente vivió, principalmente en términos de la violencia a la cual se arriesgaron en ese momento histórico. En la actualidad el riesgo es diferente, pero a su vez pierde el sentido de voluntariado para apoyar una causa y se convierte en una obligación de la comunidad universitaria, sin tomar en cuenta discrepancias y catalogándolas como actos de traición.
'Fueron realmente actos de disidencia, fueron actos voluntarios en el sentido de que uno sabía el riesgo que se tomaba. Hoy día la experiencia muchos la vivimos como una especie de obligación institucional a la que uno está forzado a obedecer en un momento específico y si uno entiende que el método es anacrónico o puede tener repercusiones negativas para los mismos que están llevando a cabo el proceso, eso se lee o se entiende como un acto de traición', dijo Pérez.
Aunque en el pasado la intromisión del gobierno fue motivo de protestas, en el presente la circunstancia no es esa. La administración de gobierno ha optado por mantenerse fuera de los asuntos de la UPR, concediéndoles el espacio para cumplir con las exigencias de la Junta de Control Fiscal (JCF), ente que ordenó un recorte de $450 millones al sistema universitario.
Enfrentados con esta realidad, Pérez destaca que el mecanismo de huelga resulta inefectivo para establecer una oposición. Esto a su vez crea un ambiente dividido entre aquellos que creen que la huelga sería contraproducente a los reclamos para no ejecutar los recortes, mientras otro sector teme que al no manifestarse perderían control de la universidad para siempre. Consecuentemente, esto genera un conflicto civil dentro la comunidad universitaria.
Con este panorama, la nostalgia entre el sector universitario que insiste sobre la huelga cobra mayor fuerza y desemboca en angustia al verse incapaz de usar métodos antiguos para crear una disidencia efectiva. Por tal motivo, Pérez instó al personal docente a acogerse a su rol de educador a fin de priorizarla sobre la diferenciación ideológica.
El Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP) aprobó iniciar un paro estudiantil del 28 de marzo al 5 de abril que se convertiría en huelga el 6 de abril.
Esto, en respuesta al plazo del 31 de marzo que había puesto la Junta de Control Fiscal para que la UPR entregue un plan fiscal en el que se le piden recortes de $450 millones en tres años. Posterior al voto de paro y huelga, la JCF extendió el plazo del Plan para el 30 de abril.