Cuando Eder Ortiz supo que el gobernador Alejandro García Padilla había nombrado a David Bernier como secretario de Estado y a Ingrid Vila como secretaria de la Gobernación, se puso ‘triste’.

El exsenador y excomisionado del Partido Popular Democrático (PPD) esperaba que se le tomara en cuenta para alguno de los puestos. Su incomodidad la vio el empresario AnaudiHernández Pérez como una ‘bendición escondida’, o en otras palabras, una oportunidad para hacer negocios.

Como se ha ventilado en días anteriores del juicio federal para cuatro supuestos cómplices de Anaudi, Eder Ortiz se convertiría en uno de los socios más íntimos del otrora recaudador de la Pava, compartiendo beneficios de las empresas formadas con él, de las cuales eran dueños escondidos, e incluso, a través de las cuales cabildeó para agenciarse indirectamente una asignación millonaria de los fondos legislativos.

Ese primer acercamiento con Ortiz lo recordó Anaudi sentado en la silla de testigo en su quinto día, respondiendo a las preguntas del licenciado Joaquín Monserrate Matienzo, primero al bate en el contrainterrogatorio.

A través de sus preguntas, el abogado intentó desvincular a su representada, Sally López Martínez, exjefa de la Administración de Desarrollo Laboral (ADL), de las acusaciones que pesan en su contra por supuestamente favorecerlas empresas de Anaudi a través de su puesto gubernamental a cambio de regalos y hasta de su propio nombramiento.

El abogado intentó establecer queLópez no necesitaba de Anaudi para acercarse al Gobernador, puesto que lo conocía desde hacía muchos años. El hermano de Sally era el alcalde de Salinas, pueblo contiguo a Coamo, tierra natal de García Padilla, y esta era amiga de la familia ‘de muchos años’.

Además, la acusada llevaba trabajando 10 años en la ADL en la región sur y fue entrevistada por el secretario del Trabajo, Vance Thomas, y la secretaria de la Gobernación, Ingrid Vila, quienes supuestamente dieron visto bueno a su aspiración, lo cual aún no ha sido confirmado en sala.

Además, el abogado tomó un tiempo para aludir a los regalos que recibióLópez de Anaudi, entre los que figuraban lujosas carteras de Carolina Herrera y Salvatore Ferragamo – una compra ascendió al valor de $1,734 -, costosos almuerzos y desayunos, y entradas para conciertos.

A preguntas del licenciado, Anaudi admitió que no existía un entendimiento mutuo de que los regalos significaran necesariamente un boleto directo a conseguir contratos y beneficios. Incluso, admitió que le había dado obsequios a la primera dama, Wilma Pastrana, y quizás a Rosa Vicente, la esposa del expresidente de la Cámara, Jaime Perelló, y estos no fueron entendidos como sobornos.

Por otro lado, el licenciado trajo a colación que las empresas de Anaudi no siempre fueron beneficiadas con contratos. Tras ser evaluadas por un comité y seguir el proceso regular, algunas propuestas no fueron escogidas, a otras les asignaron contratos debido a que otras empresas se retiraron de la carrera, y otras recibieron la puntuación más alta, según lo dicho en sala.

La defensa de Sally López se dirige a intentar convencer al jurado de que la acusada no necesitaba de la mano acomodaticia de Anaudi, que por sus propios méritos ostentó el puesto, que asignó contratos cuando así lo merecían, y que el intercambio de regalos y mensajes afectuosos eran solo muestras de que eran buenos amigos.

El abogado empezó su contrainterrogatoriocon el ojo puesto en el acuerdo de colaboración de Anaudi con las autoridades federales. Al combinar los años que le tocarían de prisión por cada uno de los 14 cargos de corrupción por los cuales se declaró culpable, Anaudi se enfrentaría a 200 años de reclusión.

Sin embargo, tras acuerdo de colaboración, su sentencia podría ser reducida a un período de cinco a siete años de cárcel, más tres años de probatoria y $250,000 de multa. Incluso, Anaudi admitió en sala que existe la posibilidad de que solo enfrente probatoria sin servir tiempo en la cárcel, dependiendo de cuánta ‘verdad’ diga en el juicio.