Despiden al juez del Supremo, revelan al karateca con clóset fino
El nombre del juez asociado Edgardo Rivera García se menciona para la secretaría de Justicia con la administración entrante y en su despedida se daba por sentado que se mantendría activo profesionalmente.
La antesala al mayor período de cambios en el Tribunal Supremo desde la Administración Fortuño Burset ocurrió el viernes, con la despedida del juez asociado Edgardo Rivera García, el primero que alcanza el retiro forzoso de los seis que entraron al foro durante esa administración.
Esa súper mayoría de seis, en un foro de nueve, la viabilizó el mismo Rivera García cuando, al llegar a su silla, fue el voto decisivo para que el Supremo le pidiera a la Legislatura ampliar su composición de siete a nueve. Con estos, entraron el quinto y sexto juez en esa administración.
En el cuatrienio que comienza en enero, el dominio del Partido Nuevo Progresista (PNP) en Ejecutivo y Legislativo le permitirá nombrar a tres jueces; dos para sustituir a Rivera García y a Anabelle Rodríguez Rodríguez (cuya silla está vacía desde diciembre de 2020) y otro que sustituya a la jueza asociada Mildred Pabón Charneco, quien en 2027 llega a los 70 años, la edad de retiro forzoso.
Aún si ese partido no volviera a tener oportunidad de nombrar jueces, su influencia mayoritaria sobre el Alto Foro se extiende hasta por lo menos el 2041. En ese año cumple 70 el juez asociado Luis Estrella Martínez, el más joven de la ola fortuñista. Como parte de su intervención en la ceremonia, Estrella Martínez lanzó la idea de enmendar la Constitución para aumentar la edad de retiro de los jueces porque cuando se fijó, a mediados del siglo pasado, la expectativa de vida eran 61 años y hoy son 81 años.
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El exgobernador Luis Fortuño Burset y el senador Thomas Rivera Schatz, los ejecutores de la primera mayoría estadista en la historia del Supremo, fueron invitados de primera fila en la ceremonia de despedida celebrada en el salón de sesiones del Supremo. Estuvieron también el “mentor” de Rivera García, el expresidente del Senado Charles Rodríguez; su exjefe, el exalcalde de San Juan, Jorge Santini Padilla; y su alcaldesa, la de Gurabo, Rosachely Rivera Santana.
El gobernador saliente, Pedro Pierluisi Urrutia, no fue a sentarse ante los jueces que le cerraron la puerta unánimemente a la gobernación durante los eventos del verano de 2019. En su lugar, fue el secretario de Estado, Omar Marrero Díaz.
Las dimensiones limitadas del lugar produjeron una asignación de asientos llamativa. Entre Fortuño Burset y Rivera Schatz estaba la exgobernadora Wanda Vázquez Garced, quien llegó a usar un micrófono encubierto como informante federal porque entendía que Rivera Schatz la sobornaba. Dos filas detrás, colocaron a la jueza federal Silvia Carreño Coll, quien preside el caso criminal contra Vázquez Garced por cargos de, precisamente, dejarse sobornar.
En la ceremonia de unas dos horas hubo poca ponderación sobre cómo Rivera García influyó en el derecho puertorriqueño desde su silla. Pero abundaron las anécdotas personales y los acercamientos a la intimidad de su figura. También, hubo una reiteración de que seguramente el juez se mantendría activo profesionalmente en otros ámbitos. Nadie lo mencionó, pero tan presente como cualquier otro invitado estaba la información que ha circulado de que podría ser nombrado secretario de Justicia en el nuevo gobierno.
En cuanto a las aportaciones que hizo en sus 400 ponencias, fue el mismo juez quien resaltó algunas, particularmente en casos criminales, en cuanto a la deferencia que se le debe a la prueba pericial, la intimidad en el lugar de empleo y su oposición a permitir las cámaras en los tribunales hasta que el Poder Judicial no educara al público sobre los procesos. Resaltó también haberle puesto límites a la Oficina de Ética Gubernamental (OEG) estableciendo que se requiere prueba “clara, robusta y convincente” para que imponga multas y, esta misma semana, recortando su facultad para obligar a funcionarios a someter informes financieros.
Otro que tocó el legado judicial de Rivera García fue el juez de apelaciones federal Gustavo Gelpí Abarca, quien alabó que el homenajeado haya promovido que el Supremo pudiera recibir controversias que le envía el foro federal para que decida algún punto bajo la ley de Puerto Rico, dentro de un caso federal más amplio. Antes, la norma era que el Supremo local solo entraba cuando se hubieran resuelto las controversias federales del caso.
Del resto de las despedidas, surgió el cuadro de un hombre que se desvive por su familia, el karate y el buen vestir.
“Si Gilbertito Santa Rosa es considerado el Caballero de la Salsa, no tenga duda alguna que Edgardo Rivera es el Caballero de las Leyes”, dijo el juez asociado Roberto Feliberti Cintrón durante una intervención que arrancó carcajadas de todos en el recinto. El “matching” de Rivera García incluye pañuelo, corbata y medias, acotó. Feliberti Cintrón silbó el tema de Ennio Morricone para el clásico de vaqueros “The Good, The Bad and the Ugly” como una forma de describir el suspenso que reinaba en las discusiones entre ellos cuando Rivera García terminaba algún argumento usando su frase lapidaria, “con el testimonio de mi estimación”.
Gelpí Abarca contó que estuvo en la ceremonia de juramentación de Rivera García y, cuando fue a la oficina, no tenía nada puesto en las paredes, excepto una foto suya practicando el karate. La esposa del juez, y también presidenta de la Junta de Subastas de la Administración de Servicios Generales, Ana Silva Torres, confirmó que todavía practica ese deporte en el que alcanzó cinta negra a los 18 años, a la vez que cultiva orquídeas, entre visitas a Panamá y Texas para ver a sus nietos.
No solamente la esposa del juez ocupa también un cargo público, sino que una de sus hijas es fiscal y varios de sus oficiales jurídicos también fueron nombrados a la judicatura.
“Hoy cierra un capítulo, pero próximamente estaremos gestando uno nuevo en su trayectoria profesional”, dijo Silva Torres. No fue la única que aludió a un futuro activo. “Sé que continuaremos escuchando de nuevas ejecutorias profesionales y de aportaciones para el bienestar de Puerto Rico”, comentó Pabón Charneco. “Yo sé que todavía te queda una vida activa e intensa”, comentó el juez asociado Erick Kolthoff Caraballo, a la vez que se quejó del “empeño casi imprudente” que tiene Rivera García de verse cada vez más joven, mientras sus compañeros de foro envejecen.
En su mensaje de despedida, Rivera García fue vacilante en cuanto a su futuro después de que el 3 de enero cumpla los 70 años.
Inició describiendo la ceremonia como el “epílogo de las páginas de mi quehacer profesional”, pero acabó afirmando que “damos por concluida esta parte de nuestra carrera… esperamos iniciar un nuevo capítulo en el lugar que así lo decida Dios”.
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