El apelativo federal había mantenido confidencial su sentencia en el caso de la “Viuda Negra”, pero ahora la publicaron exponiendo múltiples episodios mentales del asesino de Adam Anghang.

El Primer Circuito de Apelaciones de Boston publicó el miércoles su decisión del 31 de julio, y que habían mantenido confidencial, confirmando las sentencias perpetuas contra Áurea Vázquez Rijos, su hermana, Marcia, y la expareja de esta, José Ferrer Sosa, por el asesinato del empresario canadiense Adam Joel Anghan Uster en 2005.

En los 19 años de giros dramáticos del caso, la sentencia sorpresivamente añade otro al revelar los distintos episodios esquizofrénicos que sufrió el testigo estrella de la fiscalía federal, el asesino Álex “El Loco” Pabón Colón, después del juicio.

La fragilidad de la salud mental de Pabón Colón fue materia de discusión en el juicio. En septiembre pasado, se emitió una orden de arresto en su contra después de que amenazara al personal de una instalación de vivienda temporera en Carolina del Norte, donde estaba como parte de su probatoria tras extinguir una parte de su condena. “Solo méteme preso por los cuatro años que me faltan”, le dijo a un oficial de probatoria.

A esto ahora se suman las revelaciones en la sentencia apelativa, que incluyen cartas que envió a los acusados tres meses después de sus sentencias prometiéndoles información “útil” para sus apelaciones, declaraciones que hizo a la fiscalía antes del juicio de que iba a romper el acuerdo de cooperación en plena sala porque no quería colaborar, cartas que envió al juez y a su abogado pidiendo un nuevo juicio para demostrar que dos familias lo estaban presionando por su testimonio en el caso.

Según la sentencia, estos tres actos postjuicio provocaron que el juez Daniel Domínguez, ya retirado, ordenara al Negociado de Prisiones evaluaciones mentales del testigo para conocer si estaba apto para ser sentenciado. Esto se discutió bajo manto de confidencialidad, y no siempre con el conocimiento de los acusados, entre 2019 y 2022 con suspensiones por pandemia también.

Los diagnósticos del negociado fueron esquizofrenia continua, delirio y desorden de personalidad antisocial, pero en la tercera evaluación se determinó que sus condiciones no evitaban que fuera sentenciado, lo que ocurrió.

Estos episodios, y si los mismos debían constituir evidencia nueva que lograra un juicio nuevo para los convictos, fue solo uno de los argumentos que discutieron los jueces apelativos. Pero, al final y como adelantaron en julio, la decisión es denegar las solicitudes de nuevo juicio y confirmar las sentencias. Sin embargo, ahora se conoce que el panel de jueces se dividió 2 a 1 y contó con una disidencia que le hubiera dado juicio nuevo a Marcia y Ferrer Sosa, más no a Áurea.

El eje de discordia en el panel fueron expresiones del juez Domínguez durante el juicio, específicamente una sobre la competencia de Pabón Colón. En 2008, Domínguez fue el juez que procesó la aceptación de culpa del testigo y, para efectos de ese proceso, en ese momento determinó que estaba apto para declararse culpable. Diez años después, en el juicio, los abogados de defensa sometieron al testigo a ocho horas de contrainterrogatorio para minar su credibilidad y reforzar la propia conducta en ocasiones errática que demostró en el estrado. Parte de lo que se usó en su contra fue el documento de aceptación de culpa y los fiscales, viendo a su testigo hundirse, pidieron al juez que tomara conocimiento judicial ante el jurado de que cuando él tuvo a Pabón Colón ante sí para la aceptación de culpa lo encontró “competente”. La defensa objetó, pero el juez lo hizo.

Para el juez disidente, Kermit V. López, argumentó que, aunque los mismos abogados de defensa argumentaron todo este punto usando el término “competencia”, el problema real es que lo que se estaba discutiendo en el juicio de 2018 no era la capacidad de Pabón Colón para entender un proceso, sino su credibilidad como testigo. Añadió que la intervención del juez lo que hizo fue reforzar esa credibilidad ante el jurado en momentos en que estaba bajo ataque.

“Era incumbencia del gobierno, no del juez, deshacer los daños que el ataque de la defensa sobre la estabilidad mental de Pabón Colón hubieran causado a la credibilidad de Pabón Colón. La intromisión del tribunal en la tarea del jurado de ser el juzgador de los hechos, al añadir su gran peso al caso de la fiscalía, fue un abuso de discreción palpable”, concluyó. El disidente entendió que contra Áurea había suficiente evidencia adicional como para que esta intromisión no fuera el factor decisivo en su veredicto de culpabilidad, pero que no había tanta evidencia contra Marcia ni Ferrer Sosa, por lo que merecían juicio nuevo.

Aunque los dos jueces en mayoría entendieron que este evento no era suficiente para un juicio nuevo, llegaron a comentar que, con estas y otras expresiones, “no creemos que el juez transgredió líneas legales (aunque se hubiera acercado bastante)”.

Los jueces criticaron también a los equipos de defensa, tanto los del juicio como los de las apelaciones. Sus argumentos, dijeron, “no son un ejemplo de claridad”. “No es nuestro trabajo desarrollar argumentos apelativos que pudieron haber tenido en mente. Eso lo tienen que hacer ellos”, subrayaron.

Sobre el tema crucial de la “competencia” de Pabón Colón, observaron que los abogados no aportaron fundamentos sobre por qué la falta de competencia que desplegó después del juicio era evidencia de que no estaba competente durante el juicio. “Si alguien se lo está preguntando, ningún acusado cuestionó la competencia de Pabón Colón para comparecer como testigo o pidió que su testimonio fuera eliminado del récord”, comentaron al apuntar que solo la defensa de Áurea lo cuestionó sobre sus tratamientos y medicamentos.

Este caso tiene “muchos giros y vueltas”, consigna la sentencia. No se sabe si los jueces estaban asombrados, entretenidos o estaban siendo irónicos cuando suscribieron esta línea.

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