Probatoria por una segunda condena de narcotráfico, beneficio de ser testigo contra Verdejo
Ricardo Cádiz Martínez, testigo contra el boxeador y hermano de su cómplice, evadió la cárcel por su cooperación y con la promesa de portarse bien.
Ricardo Antonio “Rabbit” Cádiz Martínez, quien señaló que vendía drogas con el boxeador Félix Verdejo Sánchez en el residencial Luis Lloréns Torres y quien tiene otro caso por drogas en Pennsylvania, recibió sentencia de tres años de probatoria como recompensa por su comparecencia como testigo en el juicio contra el boxeador.
La jueza federal Silvia Carreño Coll dictó esa sentencia el jueves después de que la fiscal federal Jeanette Collazo Ortiz recomendara una pena que no incluyera cárcel por la “asistencia sustancial al gobierno” que proveyó Cádiz Martínez en el proceso de Verdejo Sánchez. La fiscal no ofreció más razones durante la vista de sentencia, excepto mencionar que el convicto ha “enfrentado dificultades” por esa cooperación.
Cádiz Martínez, de 31 años, estuvo acompañado por la madre de sus tres hijos y por su novia. Inicialmente, cuando se dirigió al tribunal, no expresó arrepentimiento. Dio gracias a Dios, a los fiscales del caso del boxeador, a su abogado, Johnny Rivera, a la madre de sus hijos, a su novia y a su familia. “Quiero que me consideren para volver a estar con mi familia, sea aquí en Puerto Rico o en Estados Unidos. Sería todo su señoría”, concluyó.
La jueza le recordó que en el caso que tenía ante ella se había declarado culpable de distribuir gramos de cocaína en el residencial Luis Lloréns Torres y “me gustaría escucharlo sobre su aceptación de responsabilidad en este caso, porque esa es la conducta que tengo ante mí”.
“Fue un momento de necesidad y es algo de lo que estoy arrepentido ahora mismo. Y, después de hoy, no vuelvo a hacer eso”, contestó al aceptarle a la jueza que fue una “manera de hacer dinero fácil”. “Fue un periodo oscuro en su vida, cuando cometió esa ofensa. Sin embargo, hoy es una persona distinta”, aportó su abogado.
El análisis de la Oficina de Probatoria fue que, con sus circunstancias e historial, Cádiz Martínez debía ser sentenciado entre 37 a 46 meses, pero la jueza comentó que, de acuerdo a la propia oficial de probatoria y al proveedor de servicios de rehabilitación, Cádiz Martínez “ha tenido grandes avances hacia la rehabilitación”. El hombre ha sido adicto a fentanilo y oxicodona.
El trato preferencial de fiscalía a su testigo no se limitó a recomendar que no fuera ingresado, sino que, al acordar los hechos por los cuales lo encausaron redujeron notablemente la cantidad de droga que le imputaron distribuir. Mientras que en el caso ante Carreño Coll se discuten solo gramos, en su testimonio bajo juramento Cádiz Martínez dijo que en por lo menos tres ocasiones durante la pandemia, Verdejo Sánchez le proveyó un kilo de cocaína para que lo vendiera a un “amigo” que no fue identificado. En cada ocasión, el kilo se vendió a $24,000 de los que el boxeador daba $500 a Cádiz Martínez y se quedaba con el resto. Una cuarta transacción fue discutida, pero no ejecutada. Esas transacciones son la base para el caso por el cual Cádiz Martínez fue sentenciado.
Para la fiscalía federal, Cádiz Martínez fue el único testigo con conocimiento directo que les podía fortalecer su versión de cómo fue la participación del testigo estrella, y cómplice de Verdejo Sáncez, Luis Antonio Cádiz Martínez. Luis Antonio es hermano mayor de Ricardo Antonio. Era Ricardo Antonio el que tenía una relación de amistad con el boxeador, pero fue Luis Antonio a quien el boxeador recurrió como último recurso para asesinar a su expareja, Keishla Rodríguez Ortiz, quien estaba embarazada. Un jurado encontró a Verdejo Sánchez culpable de secuestro y muerte de una criatura no nacida con relación a estos hechos, pero no emitieron veredicto sobre los cargos de carjacking y uso de arma de fuego que también enfrentaba. El boxeador está pautado para escuchar su sentencia en noviembre próximo, pero Luis Antonio, quien se declaró culpable antes de comparecer como testigo en el juicio, no tiene fecha de sentencia todavía.
Como testigo, Ricardo Antonio habló de su amistad con el boxeador, de las transacciones de droga que realizaba con este, de cómo el boxeador le pidió ayuda para conseguir píldoras abortivas, de cómo su hermano le confesó que lo había ayudado a matar a una mujer, de cómo llevó a su hermano a las oficinas del licenciado Edwin Prado Galarza (quien contactó a las autoridades federales y les entregó a Luis Antonio como testigo) y de cómo ayudó a su hermano, sin saberlo, a disponer del vehículo de Rodríguez Ortiz después de que la drogaran, golpearan y lanzaran a la laguna San José desde el Puente Teodoro Moscoso.
El testimonio de Ricardo Antonio, junto al de su hermano, arroja sombras sobre Prado Galarza ya que “Rabbit” es el que dice que había ofrecido al abogado un kilo de cocaína para pagarle por su representación de Luis Antonio. El abogado nunca le contestó pero “Rabbit” también dice que, estando en la oficina de Prado Galarza con su hermano, observó cuando el suegro de Verdejo Sánchez le dio al abogado $25,000 en efectivo. Los Cádiz Martínez nunca pagaron al abogado, por lo que quedó planteado, pero no aclarado, si esos $25,000 fueron para cubrir los honorarios de Prado Galarza por su representación de Luis Antonio. Luego de que Luis Antonio se convirtiera en cooperador federal, Prado Galarza fue brevemente su abogado de oficio en el foro federal.
Ricardo Antonio está cooperando con las autoridades desde 2021, pero en entrevistas iniciales no les habló de los kilos de cocaína que traficó con el boxeador no de otros detalles. Pero los agentes le incautaron dos teléfonos celulares y entonces dejó de mentir, según admitió en el contrainterrogatorio durante el juicio.
Cuando la defensa de Verdejo Sánchez le preguntó durante el juicio si reconocía en sala al agente del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) a cargo del caso, Lorenzo Vilanova Pérez, el hombre miró al agente y dijo “prohibido olvidarlo”.
En su vista de sentencia el jueves, Ricardo Antonio dijo que no va a apelar su sentencia negociada y que se relocalizaría inmediatamente a donde vivía. En el juicio había dicho que salió de la isla porque temía que la gente tomara la justicia en sus manos al vincularlo con el asesinato de Rodríguez Ortiz. En Pennsylvania, tuvo un caso estatal de tráfico de heroína que se resolvió mediante un desvío que todavía está pendiente y que depende de que mantenga buena conducta.
“Buena suerte, señor Cádiz”, le deseó la jueza.
Vea:
Narcotráfico y confesión de cómplice ponen a Verdejo contra las cuerdas