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Tribunales

Defensa establece fallas de credibilidad del cómplice de Verdejo

La representación del boxeador Félix Verdejo Sánchez pudo resaltar las mentiras del cómplice, pero no pudieron borrar del todo las imputaciones de este sobre cómo ambos cometieron los delitos.

El licenciado Jason González, uno de los abogados de Félix Verdejo.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

La representación del boxeador Félix Verdejo Sánchez pudo resaltar las mentiras del cómplice, pero no pudieron borrar del todo las imputaciones de este sobre cómo ambos cometieron los delitos.

Al iniciar el juicio contra el boxeador Félix Verdejo Sánchez, su abogado indicó que la fiscalía tenía un solo testigo que iba a decir lo que pasó el día de los hechos y que esa persona, Luis Cádiz Martínez, era “el asesino real” de Keishla Rodríguez Ortiz y que “la evidencia no va a corroborar la participación de Félix Verdejo” en los hechos.

Tras poco más de un día de contrainterrogatorio a Cádiz Martínez, el abogado Jason González Delgado, pudo enfatizar las muchas formas en que este mintió a las autoridades federales para quitarse responsabilidad de los hechos y transferirla al púgil, pero no necesariamente pudo establecer que el cómplice actuó solo o que no fue con su cliente con quien cometió los hechos.

Después de la intervención de Cádiz Martínez, el testigo 28 del gobierno y el único que realmente ha hablado de primera mano sobre la supuesta participación del acusado en los hechos, quedan aspectos que ni la fiscalía ni la defensa dejaron claros para el jurado.

A este momento, no se ha precisado cuál fue el punto en el puente Teodoro Moscoso desde el cual el cuerpo de Rodríguez Ortiz fue lanzado a la laguna San José atado con cables de metal a un bloque de concreto. No se mostró en qué punto el cuerpo fue recuperado con relación al punto donde fue lanzado. La fiscalía no ilustró cómo Verdejo Sánchez pudo llegar a la orilla de la marginal de la avenida Baldorioty de Castro después de lanzarse a rematar a Rodríguez Ortiz cuando, entre la laguna y la carretera, hay un mangle espeso y presumiblemente difícil de penetrar. La defensa no ha establecido que su cliente no estaba en su guagua Dodge Durango negra el 29 de abril mientras múltiples cámaras de seguridad captaban al vehículo en los distintos puntos geográficos en donde supuestamente se cometieron los delitos de carjacking y secuestro. Y la fiscalía no usó a su testigo principal para detallar cómo es que dentro de los confines del asiento delantero de ese vehículo pudo ocurrir que en unos segundos el acusado le propinara un puño que le fracturó el hueso nasal y le inyectara heroína con una jeringuilla.

De inmediato al reanudar su contrainterrogatorio el viernes en la mañana, González Delgado atacó una de las piezas de evidencia que más parecían involucrar a su cliente, un intercambio de mensajes de texto compuesto solo con emojis y que el testigo inició horas después del asesinato. Cádiz Martínez había dicho al fiscal Jonathan Gottfried que el corazón, la gota de sangre y las manos en posición de rezo que envió al púgil significaban “de corazón, mi sangre, nos fuimos a fuego, que Dios nos perdone”. Pero el abogado mostró varias publicaciones que el testigo hizo en Facebook en distintos contextos en las que en todas usaba la gota de sangre, y también el corazón o las manos en rezo porque eran emojis que empleaba frecuentemente. Los emojis estaban en mensajes inspiracionales, fotos con familia y resultados deportivos, según la evidencia que entró al récord.

El abogado luego hizo preguntas sobre lo que pasó dentro de la guagua en la mañana del 29 cuando Rodríguez Ortiz la abordó. Distinto a lo que le contestó al fiscal, Cádiz Martínez comentó que el púgil fue el que le dijo que le agarrara el pelo a la mujer para él poder darle el puño. La patóloga Rosa Marian Rodríguez Castillo había testificado que el cuerpo reflejaba desviación del tabique, fractura de hueso nasal y sangrado en la cara compatible con haber recibido golpes, pero a preguntas del abogado el testigo dijo que no podía decir si la mujer comenzó a sangrar con el puño porque “nunca le vi la cara después de que le dieron… solamente cuando la vi en el agua (flotando)”. Esto, a pesar de que su testimonio fue que en el interior de la guagua tanto él como el acusado estuvieron unos minutos manejando el cuerpo para hacerle los amarres de los cables de metal al bloque y que luego, en el puente, volvieron a manejarlo para arrojarlo a la laguna. Cádiz Martínez tampoco pudo explicar cómo fue que el acusado usó una gomita para amarrarla en el brazo de la víctima antes de inyectarle la heroína.

El testimonio del cómplice, a quien apodan “Rabbit”, fue que Verdejo Sánchez le dio un arma y le ordenó que disparara al cuerpo de la mujer en la laguna, lo que hizo dos veces pero no apuntando al cuerpo y con el resultado de que los casquillos cayeran al agua. Sin embargo, a preguntas del abogado, el testigo admitió que los agentes federales no le habían hecho las pruebas que confirmarían si había disparado un arma y que, cuando identificó el arma que le mostraron lo hizo porque era la que le habían ocupado al acusado y no porque pudiera afirmar independientemente que esa era el arma que había disparado el día del asesinato.

De la misma manera que lo había admitido el jueves, ayer el testigo volvió a afirmar que durante los hechos del 29 de abril estaba bajo la influencia de marihuana y otros narcóticos y que, incluso, cuando tuvo la primera entrevista con las autoridades federales tras decidir cooperar, en la noche del 1 de mayo, también estaba bajo la influencia de marihuana.

El licenciado González Delgado se movió entonces a atacar aspectos de la cooperación del testigo con las autoridades y lo llevó a admitir que había cometido perjurio, obstrucción a la justicia y había mentido a los agentes federales. A pesar de que las tres cosas son delitos por los que pudo ser acusado porque no están cubiertos por su acuerdo de cooperación, Cádiz Martínez admitió que no ha sido acusado y, tal y como hizo antes, acusó a su entonces abogado, Edwin Prado Galarza, de haberle instruido que mintiera para minimizar su responsabilidad en los hechos e implicar más al boxeador. El testigo añadió que nunca autorizó a Prado Galarza a realizar entrevistas en medios de comunicación sobre su participación en los hechos y su cooperación con el gobierno federal, lo que el abogado hizo extensamente en la semana después del asesinato.

Trascendió que Prado Galarza fue citado como testigo de defensa, por lo que podría participar en el juicio la semana que viene.

En su contrainterrogatorio, González Delgado llevó a Cádiz Martínez a admitir que había mentido en más aspectos de los que originalmente admitió a los fiscales. Entre las mentiras adicionales estuvieron que el acusado, y no él, fue el que consiguió el cable con el que amarraron al a víctima, que no le había agarrado el pelo a la víctima y que no fue el que preparó la jeringuilla con la heroína que se le inyectó. Sobre la jeringuilla, el testigo admitió que esa droga se inyecta tibia porque si se enfría después de prepararla se solidifica y no se puede inyectar. Empero, su testimonio es que Verdejo Sánchez inyectó a la víctima con una jeringuilla que había preparado 24 horas antes.

El abogado planteó duda también sobre la alegación del testigo de que el mismo día del asesinato, Verdejo Sánchez le dijo que había recibido una llamada desde la prisión, de parte del grupo de los Ñeta, sobre que lo protegerían si no estaba involucrado en la muerte de la mujer. “¿Menos de seis horas de los hechos y una ganga de prisión está llamando para preguntar sobre su alegada participación?”, preguntó el abogado. “Correcto”, le contestó Cádiz Martínez. “¿Fueron más rápido que la Policía?”. “Correcto, pero no tengo conocimiento”, aseguró el testigo al reiterar que fue una llamada que Verdejo Sánchez le dijo que recibió, no la recibió él directamente. El testigo era miembro de una ganga rival, Los 27, pero ya no por su condición de cooperador.

En una de las pocas veces en que dio una contestación que no fuera directa y cortante, el testigo divulgó por primera vez que el sábado 1 de mayo hizo una llamada al sistema 911 usando un teléfono desechable para comunicar confidencialmente que el cuerpo estaba en la laguna San José. Esto fue antes de sentarse a cooperar con las autoridades federales. Previamente, un testigo agente de la Policía había dicho que la mañana del 1 de mayo se dirigieron a la laguna a buscar el cuerpo por una información que habían dado las autoridades federales.

En su contrainterrogatorio, el abogado no abordó con el testigo el pietaje de cámara de seguridad en la que aparece caminando una persona por un área verde del puente y que Cádiz Martínez había dicho que era Verdejo Martínez.

En su turno de rehabilitación del testigo, el fiscal Gottfried se concentró en que Cádiz Martínez expresara al jurado una serie de afirmaciones directas: que desde el principio dijo a las autoridades que cometió el asesinato con Verdejo Sánchez, que lo dijo al primer gran jurado que compareció, que lo dijo al segundo gran jurado que compareció, que era el acusado el que quería que la víctima abortara, que era el acusado el que quería que la víctima desapareciera y que desde la noche del 28 de abril el plan fue matarla mediante golpearla, inyectarle droga y disponer de su cuerpo en la laguna.

Vea:

La muerte de Keishla comenzó con un puño de Verdejo

Testigo dice abogado Edwin Prado le instruyó mentir a las autoridades federales

“Rabbit” deja corroboraciones y dudas en el juicio contra Verdejo

Periodista y abogado con 25 años de experiencia. Cofundador, o miembro de los equipos fundadores, de NotiCel, el Centro de Periodismo Investigativo, Red 96, Primera Hora y El Nuevo Día Interactivo.