Fiscalía muestra a un Verdejo “descontrolado” horas antes de asesinato de su pareja
Los jurados recibieron la prueba más cruda, hasta ahora, sobre la recuperación del cadáver de la víctima y la más directa sobre el estado mental del acusado días antes de la muerte.
Los jurados en el caso federal contra el boxeador Félix Verdejo Sánchez recibieron el lunes la prueba más cruda, hasta ahora, sobre las condiciones en las que estaba el cadáver de la víctima, Keishla Rodríguez Ortiz, cuando fue recuperado en la laguna San José el 1 de mayo de 2021 y la más directa del estado mental del acusado en los días alrededor de esa fecha.
“Estoy descontrolado, de verdad”, escribió Verdejo Sánchez en un mensaje a Eliz Marie Santiago Sierra el día antes de la muerte de Rodríguez Ortiz y de la criatura que llevaba en su vientre producto de una relación con el acusado. Según testimonio anterior, el día en que el púgil escribió eso a la madre de su hija de cinco años, ya Rodríguez Ortiz se había realizado una prueba clínica que confirmaba el embarazo. Acusado y víctima tenían una cita el día siguiente, 29, para discutir el embarazo.
La confesión surgió en medio de múltiples intercambios que tuvieron el acusado y Santiago Sierra por mensaje de texto entre el 26 de abril y el 1 de mayo de 2021 y que la fiscalía introdujo en evidencia a través del testimonio del agente del Departamento de Seguridad Nacional, Ricardo Díaz Torres, quien fue el técnico al que se le entregó el celular que se le ocupó al acusado para que extrajera toda la información posible del aparato. Verdejo Sánchez tenía identificada a su esposa en el sistema de mensajes como “sufriendo mi esposa”.
De los mensajes, queda claro que Santiago Serra había decidido romper su relación con Verdejo Sánchez a raíz del embarazo de Rodríguez Ortiz, a quien no se le menciona por nombre en los mensajes presentados. No queda claro si la mujer tomó la decisión el 26 de abril, cuando comienzan los mensajes leídos en sala, pero ya el viernes pasado el teniente José Bonilla Ruiz, director de Homicidios de San Juan, había dicho que, como parte de la investigación, visitó a Santiago Sierra el jueves por la noche y que esta le dijo que, en “días previos”, tanto Rodríguez Ortiz como su hermana, Bereliz, la habían visitado para hablarle del embarazo.
“Yo ya me harté de tus mentiras y ella no se va a quitar, pero yo sí. Logró su cometido, te tiene completo. Ahora, disfrute su vida y vayan a todos sus viajes sin misterio alguno”, le dijo Santiago Sierra el 28 en la mañana. “Claro que no, Eliz, por Dios, jamás en mi vida estaría yo con ella. ¿En tu cabeza cabe cosa igual?”, le ripostó el acusado.
Santiago Sierra habla de haber aguantado infidelidades por nueve años y que era “la payasa de todos”. “Tú no eres un hombre fuerte, que aguanta tentaciones y cada vez se te presenta ella, como cualquiera, a decir quiero hablar contigo y vas a ceder y eso no es lo que busco en un hombre. No me respetas y ni haces que tus cueros me respeten. Hay límites y tú los pasaste hace tiempo… No voy a esperar enfermarme o esperar que preñes a otra para dejarte. Ya está bueno mijo”, le escribió la mujer. “Yo no soy mala persona, solo tenía ese defecto y no volverá a pasar”, dijo Verdejo Sánchez en una de las muchas formas en que planteó que lo perdonara y que le diera otra oportunidad.
Los intercambios reflejan un patrón del boxeador comunicándose con la mujer para coordinar la transportación de su hija tanto en la mañana como en la tarde, por lo que resaltó que el día de asesinato, la primera comunicación ocurrió más tarde, después de las 10:00 am. La evidencia que fiscalía todavía no ha desfilado se supone que muestre que la disposición del cadáver de Rodríguez Ortiz a la laguna mediante tirarlo desde el puente Teodoro Moscoso ocurrió antes de las 10:00 am.
En un mensaje de ese día, Verdejo Sánchez le muestra a Santiago Serra algo que “encontró” en su guagua y que aparentaba ser una prueba de embarazo. “Bótala”, le dijo la mujer. Luego se aclaró que la imagen mostraba un cepillo de dientes infantil.
La alegación es que Rodríguez Ortiz abordó la guagua Dodge Durango negra del acusado para discutir la prueba el 29 de abril en la mañana y en su interior es que el púgil y el coacusado convicto, Luis Cádiz Martínez, la habrían drogado, golpeado y amarrado su cuerpo a un bloque de concreto para tirarla a la laguna. La hermana de la víctima, Bereliz, había testificado que el 28 de abril por la noche notó que no estaban en el baño de su hermana dos pruebas de embarazo caseras que antes estaban ahí.
En su informe inicial al jurado, la fiscal Jeanette Collazo no dijo que Santiago Serra tuviera conocimiento de lo que supuestamente había hecho su esposo con Rodríguez Ortiz, pero ya se presentó testimonio de que para el 1 de mayo, día en que apareció el cadáver en la laguna, la mujer estaba acuertelada en su hogar con sus padres con molestia y temor porque el público la responsabilizaba de la muerte. En un mensaje del 30 de abril, Santiago Serra muestra conocimiento de que el acusado había ido a reunirse con su abogado.
Ese 1 de mayo, cuando ya la sospecha de las autoridades y el público se centraba sobre él, Verdejo Sánchez le escribió a Santiago Serra que “me encanta tu foto de perfil, estás hermosa”.
Al momento de ese mensaje, la Policía pasaba por el proceso de seguir una información que le proveyó el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) y que les llevó a localizar y recuperar el cadáver de Rodríguez Ortiz de la laguna para llevarlo al Instituto de Ciencias Forenses (ICF) y que sus familiares lo identificaran.
Mediante el testimonio del agente Manuel Colón Ruiz, encargado de esa escena, la fiscalía introdujo varias fotos en las que se podía ver claramente el cuerpo y, particularmente, los amarres que habían hecho con el bloque de concreto. Tanto el padre como el hermano de la víctima tuvieron que salir de sala, mientras algunos jurados reaccionaban visiblemente repugnados. La madre y la hermana de Bereliz no estuvieron en la sala del juez Pedro Delgado hasta después de que terminó ese testimonio.
Colón Ruiz confirmó que en el cuerpo notaron el tatuaje de un diamante en la espalda que habían descrito otros testigos que la víctima se hizo hace cinco años en honor al púgil, apodado “El Diamante”, y detalló que el amarre con cable corría desde el cuello, pasando por la muñeca izquierda y la cintura hasta llegar a ambos pies y al bloque que parece haber sido sujetado con el alambre cerca de la cintura.
El oficial describió que, luego de la recuperación, procedieron a moverse a ocupar la guagua de Verdejo Sánchez, lo que conllevó localizarla en el área de Cupey, frente a la casa de la madre del acusado, sellarla y custodiarla, conseguir una orden de registro y localizar al púgil para diligenciarle esa orden. Esa gestión los llevó a la urbanización Golden Gates de Caguas en la madrugada del domingo, donde una mujer de nombre Jennifer Acevedo los recibió. Allí diligenciaron la orden y le preguntaron al acusado si tenía alguna arma, a lo que contestó que sí, que tenía una. Los agentes le ocuparon una Glock marrón con peine de hasta 17 balas, pero que tenía solo 14 en el cargador y una en la recámara (15 en total). Le preguntaron por otras armas que tuviera y dijo que estaban en el apartamento donde había vivido con Santiago Serra en San José, Río Piedras, adonde los agentes fueron y ocuparon otra arma con cargador para 12 balas, pero que tenía solo 11, así como otros tres peines cargados.
Describió también cómo el acusado entregó su celular (que estaba bajo la custodia de un abogado suyo) el domingo, 2 de mayo, y cómo entregó toda la evidencia ese día a las autoridades federales, que habían asumido jurisdicción del caso y “hasta ahí llegó mi participación”.
En su contrainterrogatorio, el abogado defensor Jason González Delgado, intentó minar la credibilidad del testigo con preguntas sobre la legalidad de la ocupación de las armas y la procedencia de la información sobre la cual estaban actuando los policías en la investigación. Una de sus impugnaciones más directas ocurrió cuando mostró una foto que los mismos agentes tomaron durante la intervención en Golden Gates y se mostraba a Acevedo en una camisa y pantalón corto. Previamente, el testigo había enfatizado que la mujer que los recibió vestía un “baby doll” y, ante la foto, comenzó a decir que lo que vestía era “ropa de dormir”. Cuando el abogado le resaltó que camisa y pantalón no es lo mismo que un “baby doll”, el testigo dijo que “la vemos en ropa de dormir, como un ‘baby doll’”.
Vea:
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