Verdejo admitió que estuvo en el Teodoro la mañana del asesinato de pareja
Los jurados escucharon la voz del boxeador por primera vez en la grabación de una llamada telefónica mientras la defensa apunta que otras parejas de la víctima fueron violentas con ella.
Los jurados en el caso contra Félix Verdejo Sánchez escucharon por primera vez la voz del acusado en una llamada telefónica admitiendo que estuvo en el puente Teodoro Moscoso la mañana del 29 de abril de 2021, cuando su entonces pareja, Keishla Rodríguez Ortiz fue arrojada desde el puente a la laguna San José, viva pero drogada, golpeada y amarrada a un bloque de concreto, tras lo que murió.
La fiscal federal Jeanette Collazo había adelantado a los jurados el miércoles que tenían evidencia de video que registra los movimientos de la guagua de Verdejo Sánchez ocurridos esa mañana en el puente, pero que las cámaras estaban colocadas a una distancia significativa. Sin embargo, la presentación de la grabación permite a la fiscalía argumentar que el propio acusado admitió que estuvo en la escena del crimen.
La reproducción de la grabación fue el momento cumbre de la jornada del jueves en la sala del juez federal Pedro Delgado Hernández. Además, el jurado siguió recibiendo confirmaciones de la interacción de la familia de Rodríguez Ortiz con el suegro del boxeador, el acusado por narcotráfico Miguel “Miguelito” Santiago Laiz, después de la desaparición de esta, y de sucesos relacionados a la prueba de embarazo que se realizó la víctima y que discutiría con el acusado el día que fue asesinada.
El nombre de Santiago Laiz, quien, según la propia fiscalía federal, es miembro de una alianza de organizaciones criminales violentas llamada los “1500”, se escuchó en la continuación del testimonio de la madre de la víctima, Keila Ortiz Rivera, y en el de la hermana, Bereliz Rodríguez Ortiz.
En la culminación del contrainterrogatorio a Ortiz Rivera, la abogada de defensa Gabriela Cintrón Colón le preguntó si Santiago Laiz y su hija tenían una “relación”, a lo que la testigo dijo que no y el juez ordenó al jurado que no tomara en cuenta esa pregunta. Ya la defensa había establecido que una de las personas a las que la madre y hermana de la víctima llamaron tan pronto supieron de su desaparición fue a Santiago Laiz. Este es padre de la pareja oficial del acusado, y madre de su hija de cinco años, Eliz Marie Santiago Serra. La fiscal Collazo ya dijo también al jurado que el acusado estaba desesperado con el embarazo de Rodríguez Ortiz porque Santiago Serra le podía consentir la infidelidad, pero no que tuviera un hijo con otra.
Luego, la fiscal Collazo llevó a que Bereliz, la hermana menor de la víctima, estableciera en su testimonio que Santiago Laiz la había llamado el día de la desaparición, el 29 de abril de 2021. Incluso, le preguntó qué pasó después de esa llamada pero, antes de que la testigo contestara, retiró la pregunta y no volvió a mencionar al hombre en su interrogatorio. En el turno de la defensa, Cintrón Colón llevó a la testigo a abundar sobre la llamada con Santiago Laiz y esta dijo que no le preguntó a este por su hermana ni dónde estaba, pero le dijo al hombre que su hermana se encontraría con el acusado esa mañana. Santiago Laiz le contestó que Verdejo Sánchez era “un pendejo” y que, como era un “pendejo” no se preocupara porque no le iba a hacer nada a su hermana. La testigo también recibió una llamada en la mañana del 29, y un texto por la tarde, de parte de Santiago Serra, de quien dijo todavía es su amiga. Pero, no se entró en el detalle de esas comunicaciones.
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La fiscalía introdujo la grabación de la voz de Verdejo Sánchez durante el testimonio de Bereliz ya que fue ella quien grabó las llamadas telefónicas que el acusado tuvo con su esposo, Junior Zavala, el 2 de mayo. Eso fue el día después de que encontraran el cuerpo de Rodríguez Ortiz flotando en la laguna. La familia había buscado las pertenencias de la víctima en el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) y, antes de bajarse en la funeraria, entró la llamada del acusado al teléfono de Zavala con quien, según la testigo, tenía una relación desde pequeños y se trataban como primos.
Inicialmente, Zavala le dijo que no podía atenderlo y le enganchó. Pero le devolvió la llamada mientras la testigo grababa un video del momento. “Tu guagua aparece en todos lados, cabrón”, le recriminó Zavala en referencia a videos que ya circulaban de la Dodge Durango del acusado en el puente la mañana del 29. “Yo pasé por ahí, yo pasé por ahí, normal”, le contestó Verdejo Sánchez. Zavala le pregunta también por la cita que tenían para discutir el resultado de las pruebas que concluían que la víctima estaba embarazada del acusado, y este le aseguró que “no logramos vernos porque yo salí tarde de la pista y ella tenía que ir a trabajar, no nos vimos”. En otro momento, Zavala le dice saber que el acusado contactó a la víctima esa mañana. “Tranquilo, tranquilo. Hablamos en persona porque no podemos estar hablando eso así, por aquí tampoco”, le contestó. Ese día por la noche, Verdejo Sánchez se entregó a las autoridades federales después de que se emitiera una orden de arresto en su contra y, desde entonces, ha estado preso en el Centro de Detención Metropolitano de Guaynabo.
Por encima de objeciones repetidas de la defensa, el juez permitió que la testigo dijera que su impresión era que Verdejo Sánchez quería encontrarse con su esposo “para convencerlo de que no fue él”, pero que, tras la llamada, su esposo se había convencido de que el acusado había matado a su hermana, que era “un embustero” y que por eso le evadía sus preguntas. Para atacar la llamada y el testimonio alrededor de la misma, la abogada de defensa preguntó a la testigo si durante esa llamada había escuchado a su esposo preguntarle a Verdejo Sánchez “si había sido Miguelito”, pero el juez no permitió que contestara y, después de una conferencia en el estrado, instruyó al jurado que descartaran esa pregunta.
Con el testimonio de Bereliz y con el de Angeline Ortiz, quien fue madrastra de Rodríguez Ortiz por casi cuatro años, la fiscalía federal también adelantó su estrategia de enfatizar en la naturaleza violenta de la relación del acusado y la víctima. La defensa, por su parte, usa los mismos testimonios para reiterar que otros hombres en la vida de la víctima eran los violentos.
Ortiz describió la relación como “un poco tóxica… no la dejaba respirar”. El boxeador la llamada “bellaca” y “puta”. Aún así, la víctima se encontraba “ilusionada” con tener el bebé del acusado. La testigo, quien no fue contrainterrogada por la defensa, fue la primera que notificó a la familia de que Rodríguez Ortiz no había ido a trabajar la mañana del 29 porque ella pasó temprano por el negocio donde la joven trabajaba como bañadora de mascotas.
De otra parte, Bereliz dijo que su hermana y el acusado eran los padrinos de su hijo de 11 años, quien cumplía años el mismo 1 de mayo que apareció el cuerpo en la laguna. Relató cómo su esposo, Verdejo Sánchez, ella y su hermana se conocieron en la escuela cuando los primeros dos se mudaron al residencial Manuel A. Pérez y vivían en el apartamento detrás de ellas.
Igual que hizo su mama cuando testificó, Bereliz pidió en varias ocasiones que le repitieran preguntas y tomó pausas largas antes de contestar algunas. Dijo que la relación entre su hermana y el acusado “era con faltas de respeto… no se trataban bien”, pero a preguntas de la defensa admitió que nunca presenció un acto de violencia doméstica entre ambos. A la fiscal le dijo que su hermana había cambiado el número de teléfono para que el acusado no lo tuviera y que este no le permitía tener cuentas en redes sociales, pero a la defensa le admitió que su propia hermana volvió a darle el número de teléfono al boxeador después de cambiarlo. A la fiscal le relató que contó a la Policía sobre las exparejas de su hermana, Marcelino “Malpica” Pérez e Iván Santana, pero a la defensa le intentó negar que le había hablado a los agentes de por lo menos un episodio de violencia entre su hermana y Pérez.
Cuando Cintrón Colón la llevó a admitir que su hermana y el boxeador “nunca fueron monógamos” e intentó profundizar sobre la relación entre Pérez y Rodríguez Ortiz, la fiscalía pidió al juez una conferencia en el estrado y la testigo pasó ese tiempo frotándose las manos, rascándose el cuello, inquieta y secándose lágrimas. Al reanudar, la abogada pudo seguir con la línea y la testigo admitió que su hermana se casó con Pérez en 2012 y que este estuvo en la cárcel entre 2013 y 2018, tiempo durante el que su hermana mantuvo relación con Verdejo Sánchez.
En un intento por atender los puntos que levantó la defensa, la fiscal Collazo consumió un turno breve de redirecto para que la testigo le dijera que todas las personas con las que habló el día de la desaparición, -Santiago Laiz, Santiago Serra y Pérez-, habían mostrado más preocupación por su hermana que la que había mostrado Verdejo Sánchez. El boxeador habló con Bereliz tres veces el día de la desaparición. La primera en una llamada conferencia con la madre de la víctima en la que negó saber del paradero de Rodríguez Ortiz, la segunda inmediatamente después, en una llamada directa a Bereliz, para reiterarle que no sabía y la tercera, también directa, para decirle que si la madre de su hija se comunicaba con ella “no le dijera que él se iba a ir con Keishla”.
La última vez que Bereliz vio a su hermana con vida fue la noche antes de la desaparición, cuando la víctima le mostró el resultado de la prueba clínica que confirmaba el embarazo.
Esa prueba fue el objeto de los últimos dos, y breves, testimonios del día.
El entrenador personal, y ciclista, David Alexander Ruiz Berríos, dijo que estuvo entrenando al acusado por unos tres meses durante 2021 para fortalecer su coordinación y reflejo. El día 27 de abril, recibió una llamada de parte de este para decirle que no podía ir a a sesión de esa tarde porque había embarazado a una muchacha y se dirigía a su casa a hablar con ella. El testigo, quien admitió su nerviosismo en el banquillo, ofreció un relato un poco impreciso que pareció cumplir con el propósito de la fiscalía de establecer que el acusado había intentado persuadir a la víctima de que abortara, pero no lo había logrado.
A preguntas del licenciado Jason González Delgado, el testigo admitió que le había dicho a la Policía que no discutía con el acusado sobre su vida personal, y que este nunca le dijo que iba a matar o a hacerle daño a la joven, sino solo que le iba a pedir una prueba clínica de corroboración de embarazo.
A esto siguió el testimonio de Mayra Cruz Carmona, directora, administradora y tecnóloga médica en el Laboratorio Clínico Las Cumbres, quien se limitó a establecer que Rodríguez Ortiz acudió allí el 28 de abril a hacerse una prueba de embarazo cuya muestra fue tomada a las 8:37 de la mañana y cuyo resultado, positivo, fue entregado a las 9:28 de la mañana.
La sesión del miércoles estuvo marcada también por múltiples y extensas conferencias en el estrado entre el juez y los abogados que se hacen de forma tal que ni el jurado ni el público escuchan la discusión. En la mañana hubo una después de finalizar el testimonio de la madre, a quien se le ordenó que se retirara de la sala. Luego en el expediente del caso apareció una moción confidencial de la fiscalía pidiendo reconsideración sobre la “exclusión” de la testigo, lo que confirma que la defensa la había citado para que compareciera posteriormente en calidad de testigo de la defensa. Pero hubo otra discusión en el estrado, parte de la cual fue solo entre el juez y los abogados de defensa. Al finalizar, a la mujer se le permitió sentarse en sala con sus demás parientes. No quedó claro qué ocurrió con la citación.
De la misma manera, cuando Bereliz terminó su testimonio hubo otra discusión en el estrado. Esta vez, incluso se llamó a la propia testigo para que se integrara a la discusión, tras lo cual se le permitió estar en sala con sus parientes. También en una conferencia de estrado se discutió una nota que envió uno de los jurados y cuyo contenido es desconocido.
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