Verdejo se lanzó a la laguna San José para rematar a Keishla, asegura fiscalía
El juicio contra el boxeador Félix Verdejo comenzó con la fiscalía resaltando su “machismo” y con la defensa asegurando que el único asesino de Keishla Rodríguez Ortiz es el testigo cooperador con el que cuenta el gobierno.
Un jurado de nueve hombres y tres mujeres comenzó a escuchar ayer la evidencia en el caso federal contra el boxeador Félix Giomar Verdejo Sánchez por la muerte de su expareja Keishla Rodríguez Ortiz y la criatura no nacida que habían engendrado ambos, pero antes, la fiscalía les enfatizó los rasgos machistas del acusado, mientras que la defensa les aseguró que el único asesino era el testigo cooperador, Luis Antonio Cádiz Martínez.
El testigo cooperador fue casi tan protagonista de la primera jornada del juicio como el acusado. En una movida poco usual, la fiscal federal Jeanette Collazo utilizó su informe inicial para adelantar varios elementos del testimonio del cooperador que la defensa podría explotar, como que “no es un santo” y que cambió varias veces su versión de los hechos.
Aunque la fiscal aseguró que las inconsistencias en las versiones de Cádiz Martínez “son detalles que no van a lo principal del caso” y que el testimonio que incrimina al acusado está corroborado de varias otras formas, la realidad es que del propio informe inicial de la fiscal surge al menos una inconsistencia llamativa. Desde la primera versión de los eventos alrededor del asesinato, recogida en la declaración jurada del agente del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) Lorenzo Vilanova Pérez el 2 de mayo de 2021, se indicaba que Verdejo Sánchez le había disparado a la víctima después de tirar su cuerpo por el puente Teodoro Moscoso en la mañana del 29 de abril de 2021. Pero ayer la fiscal Collazo dijo que lo que la prueba demostrará es que el boxeador le ordenó a Cádiz Martínez que hiciera el disparo y que este disparó al agua.
“El testimonio de Luis Cádiz les permitirá entender cómo sucedió este crimen sin sentido. Es tan culpable como Félix Verdejo, no es un santo”, insistió Collazo.
La fiscalía adelantó también al jurado que “no hay una pieza mágica de evidencia genética” y que hay pietaje de cámaras de seguridad pero algunas “estaban colocadas a distancias significativas de los eventos”. El adelanto sobre la falta de evidencia genética que vincule al acusado resalta porque la versión oficial de los hechos es que dentro de los confines de la guagua Dodge Durango del boxeador ocurrió que este golpeó a la víctima y que, junto a Cádiz Martínez, le agarraron el pelo, le inyectaron con drogas y utilizaron un cable de metal para amarrarla de manos, pies y muslo a un bloque de concreto.
Con lo que la fiscalía parece contar, entre las distintas piezas de evidencia, es con aquellas que pueden probar las actitudes machistas del acusado.
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Verdejo Sánchez dijo la fiscal, no era honesto ni con Rodríguez Ortiz ni con su pareja oficial, la madre de su hija de cinco años, Eliz Marie Santiago Serra. “Para Verdejo, Keishla era solo una muchacha del caserío que era suficientemente buena para tener sexo, pero nada más”, afirmó Collazo al jurado al comentar también que el acusado tenía a Santiago Serra identificada en su celular como “mi esposa sufrida” y que a Rodríguez Ortiz le llamaba “cabrona pendeja” y “puta”. Las dos mujeres, añadió, aguantaban ese machismo pero la preñez de Rodríguez Ortiz llegó en el peor momento porque “no era posible” pedirle a Santiago Serra que aceptara que había tenido un hijo con otra mujer. El boxeador tenía de frente la preparación para su próxima pelea, su deseo de reconquistar fama en el boxeo y de mantener su imagen y auspicios. “No iba a dejar que una muchacha del caserío se metiera en medio de eso… (pero) cuando sus esfuerzos para convencerla (a abortar) fallaron, tomó una decisión terrible, que es lo que nos tiene aquí”, señaló Collazo.
El plan de Verdejo Sánchez para resolver el problema que le representaba la preñez de Rodríguez Ortiz comenzó con un testigo que no se conocía hasta que NotiCel lo adelantó esta semana, el hermano de Cádiz Martínez, Ricardo, un convicto por narcotráfico arrestado en Pensilvania y trasladado a la isla en un proceso que fue confidencial hasta hace poco. Este era amigo del boxeador y fue el primero al que este acudió el 27 de abril buscando alternativas para un aborto. Pero después de eso, Rodríguez Ortiz aparentemente rechazó de plano realizarse un aborto y Ricardo dejó de ayudar a su amigo, provocando que este recurriera a su hermano, Luis. El plan ya no era un aborto, sino “desaparecer” a Rodríguez Ortiz.
La mañana del 29, ambos se encontraron con la mujer en Villa Esperanza y, una vez dentro de la guagua del boxeador, la golpearon, inyectaron y ataron. Durante el relato de estos detalles, el hermano de la víctima, Jonathan, se afectó bajando y girando su cabeza, mientras que el padre, José Rodríguez, se mantenía consolándolo y mirando hacia los jurados, nunca al acusado. Al otro lado de la sala, varios familiares del acusado, incluyendo su madre, ocupaban un banco.
La fiscal continuó relatando que los cómplices llegaron al Teodoro Moscoso y, a plena luz del día, dispusieron del cuerpo tirándolo a la laguna. La evidencia forense es que la mujer estaba respirando cuando la tiraron al agua. Contrario a lo que esperaban, el cuerpo no se hundió de inmediato, por lo que Verdejo Sánchez habría ordenado el disparo. Dieron varias vueltas y, como el cuerpo seguía en la superficie, Verdejo Sánchez “se lanzó al agua para rematarla”, mientras Cádiz Martínez seguía dando vueltas en la guagua que quedaron captadas en las cámaras de seguridad.
“En el agua, Verdejo se aseguró de que su crimen estuviera completo y mató a Keishla Rodríguez Ortiz y a su hijo criatura no nacida”, afirmó la fiscal a los jurados.
Verdejo Sánchez habría salido del agua por el lado de la avenida Baldorioty de Castro, Cádiz Martínez lo recogió y fueron a la playa de Isla Verde a disponer del teléfono de la víctima y del prepagado que el acusado usaba para comunicarse con ella.
Entre las piezas de evidencia que presentarían, Collazo dijo que hay admisiones del acusado de que pasó por el puente esa mañana; mensajes de este con la mujer y su cómplice que borró de su celular pero que fueron recuperados en la investigación; pietaje de cámaras en las áreas del residencial, el puente y la playa; récords del peaje del puente; la autopsia; y data de la localización de los teléfonos celulares del acusado y la víctima esa mañana.
El informe de la fiscal duró unos 30 minutos, relativamente corto para lo normal en este tipo de proceso, pero el informe del abogado de defensa, Jason González Delgado, fue aún más breve, unos cinco minutos.
“Hay algo con lo que todo el mundo en Puerto Rico está de acuerdo, esto es una tragedia”, lanzó el abogado a manera de embocadura. Cuando comenzó a elaborar que el embarazo solo llevaba tres semanas, la fiscalía objetó y hubo una conferencia en el estrado con el juez tras la cual el abogado no abundó en ese punto.
Retomó ripostando que la fiscalía había enfatizado en cómo el acusado supuestamente despreciaba a la víctima porque era de caserío, sin embargo, todos los involucrados, la víctima, el acusado y la otra pareja del acusado, provienen también de residenciales públicos.
Entonces, planteó sucintamente la teoría de defensa. “La única persona que van a escuchar decir lo que pasó ese día es al asesino real”, dijo en referencia a Luis Cádiz Martínez. “La evidencia no va a corroborar la participación de Félix Verdejo”, enfatizó.
“La única cosa que Verdejo sentía por Keishla era amor, y la única cosa que Keishla sentía por él era amor. Por 10 años no se podían separar”, aseguró al pedirle al jurado que, al final del caso, “separen la emoción de los hechos” y emitan un veredicto de no culpabilidad.
El panel regular de jurados son nueve hombres y tres mujeres, mientras que los alternos son cuatro hombres y dos mujeres. La mayoría son de fuera del área metropolitana y tienen profesiones variadas, incluyendo un empresario, un empleado municipal y dos desempleados. Solo cinco tienen hijos.