Oscar Santamaría, y su llora’o, llegan al banquillo de los testigos
El testigo principal contra el exalcalde de Guaynabo dice que comenzó a pagar sobornos en municipios porque otros contratistas lo indujeron.
Oscar Javier Santamaría Torres, el testigo principal del Departamento de Justicia federal contra el exalcalde de Guynabo, Ángel Pérez Otero, se sentó esta mañana en el banquillo de los testigos a relatar, con llanto, que comenzó a pagar sobornos para contratos municipales inducido por otros contratistas.
Después de 24 años de una carrera que comenzó en la Cámara de Representantes en 1997, la ola de contratos públicos lucrativos conseguidos por soborno y amiguismos de Santamaría Torres lo llevó a tener de frente a tres fiscales federales y dos agentes del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) que, en la oficina de su abogada, le hicieron una presentación de dos horas sobre la prueba que tenían en su contra y le dieron dos horas más para que decidiera si iba a cooperar o, de lo contrario, lo acusaban.
Ese tres de mayo de 2021, tras consultarlo con su esposa y con su abogada, María Domínguez Victoriano, el abogado decidió comenzar a cooperar y, 16 días después, le hizo una primera grabación encubierta a Pérez Otero. Esa grabación, y dos más similares, son el grueso de la prueba contra el también expresidente de la Federación de Alcaldes, quien enfrenta juicio por conspiración, soborno y extorsión.
“Estoy aquí porque hice pagos ilegales a Ángel Pérez para obtener contrato municipales”, dijo el testigo al jurado, a manera de buenos días, en la primera pregunta del fiscal Nicholas Cannon. Durante la mañana, el testigo ha usado su pañuelo para secarse lágrimas y sudor, ha procurado contestar las preguntas del fiscal siempre con un “sir”, ha evitado mirar al acusado, mantiene las manos unidas y, mientras se veían las grabaciones encubiertas en sala, bajaba la cabeza y hablaba para sí mismo. Minutos después del mediodía, advirtió a la jueza Aida Delgado Colón que tenía un bajón de azúcar, precipitando el receso de almuerzo.
Santamaría Torres no ha usado intérprete y atribuyó su comodidad con el inglés a que el esposo yaucano de su tía, quien lo adoptó en Colombia a los nueve años, era un militar que se lo llevó a vivir a una base en Alemania hasta los 16, cuando el adolescente se mudó a Yauco con su abuela paterna.
Hasta ahora, cuando todavía es el turno de fiscalía, Santamaría Torres no ha asumido responsabilidad por los actos de corrupción en los que se involucró, indicando que comenzó a pagar sobornos a alcaldes porque lo indujeron a hacerlo los contratistas, también convictos por corrupción, Raymond Rodríguez Santos y Mario Villegas Vargas.
En su relato, identificó al convicto exalcalde de Aguas Buenas, Luis Arroyo Chiqués, como el primero al que le pagó soborno por un contrato para su empresa de recogido de desperdicios sólidos, Waste Collection, Corp. (WC), y aseguró que dos contratos anteriores al de ese pueblo, en Cidra y en Naguabo, fueron conseguidos por dar mejor precio y servicio y no por soborno.
Ni el fiscal ni el testigo abundaron en los orígenes de WC que, notoriamente, fue materia de discusión en la Legislatura Municipal de Cidra y provocó un referido al Departamento de Justicia de Puerto Rico contra el exalcalde de ese pueblo, Javier Carrasquillo Cruz, porque Santamaría Torres era el asesor legal del alcalde que preparó todo el andamiaje para el contrato de desperdicios sólidos y, de un día para otro, fundó la empresa y recibió ese mismo contrato.
Su relato de cómo comenzó a dar sobornos contratista también con la alegación que hizo al tribunal al momento de su sentencia Villegas Vargas, quien indicó que Santamaría Torres tenía un grupo de profesionales y comerciantes que le daban dinero para que éste hiciera donativos políticos para que les consiguieran contratos públicos.
El testigo sí asumió paternidad de la imagen pública de su amigo cercano, el convicto exalcalde de Cataño, Félix “El Cano” Delgado Montalvo, a quien acogió convirtiéndose en su asesor político para dictarle cómo debía vestir, dónde vivir y qué tipo de carro debía tener. Los instintos de Delgado Montalvo eran hacia ostentar, lo que, por admisión del propio exalcalde como testigo el viernes pasado, no parece haber cambiado mucho después de los consejos de Santamaría Torres. De hecho, mientras que el exalcalde dijo en el banquillo que el dinero que cogía como sobornos los usaba para comprarse ropa, jugar caballos y beber, hoy Santamaría Torres dijo que su amigo le había dicho que necesitaba más dinero que el que recibía de salario para cubrir gastos médicos de su esposa, hijo y madre por condiciones que nunca se especificaron.
“Al principio, Félix era un hombre limpio, sabía que tenía que vivir con el dinero del municipio”, dijo el testigo al culpar al convicto exdirector de Obras Públicas de Cataño, Pedro Marrero Miranda, de ser “el que le enseñó cómo coger dinero de los contratistas”. Llegó el momento en que su amigo le pidió $2,000 semanales y “para mantener la comunicación y no cortar con el municipio, comienzo a pagarle”.
Esos pagos fueron devueltos en millones de contratos en Cataño para tres empresas de Santamaría Torres, WC, VIP Healthcare e Island Builders. Delgado Montalvo grabó al contratista dándole dinero y esas imágenes fueron parte de las que vio en la oficina de su abogada.
Dieciséis días después de decidir cooperar, hizo su primera grabación a Pérez Otero.
Como ya el jurado había visto, esa primera entrega de un sobre con $5,000 en efectivo fue en el local Café Shots, en el casco del pueblo guaynabeño. La entrega fue por debajo de la mesa, mientras daban su orden a la mesera.
Para ese momento, ya se le había vinculado con la investigación federal contra Delgado Montalvo y el testigo se escucha decirle al alcalde que “ya yo estoy cansa’o de tanto tiroteo… ya estoy jarto”. Pero, de inmediato, retoma su propósito y le dice “oye, pero si sale esa subasta, si sale ese request for proposal, mientras más rápido (me avises) mejor”. Esto en referencia al negocio de estación de trasbordo de basura que esperaba conseguir en Guaynabo para WC.
Santamaría Torres, natural de Bucaramanga en el país cafetalero de Colombia, pidió un café con leche doble y, cuando le dijeron que ya sale doble, no quedó conforme y pidió un “shot” adicional de café por el lado.
Pendiente a la ampliación de esta nota.