Jueza Sotomayor enfatiza el origen racista de los veredictos no unánimes
En Louisiana se adoptó la regla de veredicto dividido en 1898 “para asegurar que la intervención de los jurados afroamericanos fuera irrelevante”.
La jueza puertorriqueña del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor, tuvo en mente el origen racista que tienen los veredictos divididos para emitir su voto a favor hoy en una decisión de ese foro que cambia las reglas de los juicios criminales en Puerto Rico.
La decisión del Supremo en el caso de Ramos v. Louisiana emitida hoy es que la Constitución de los Estados Unidos impone a los estados que los veredictos de culpabilidad en casos criminales graves estatales solo van a ser válidos si los emite un jurado de manera unánime, como ocurre ya en la esfera federal. Esto choca directamente con la disposición de la Constitución del Estado Libre Asociado de que esos veredictos pueden ser mediante un jurado dividido, pero no menos de nueve votos a favor de la culpabilidad del acusado.
Los efectos sobre Puerto Rico no fueron discutidos, ni Sotomayor los mencionó. La mayor parte de la discusión entre los jueces del Supremo, que votaron en la decisión a razón de 6 a 3, fue sobre el hecho de que se revocó una decisión de 1972 y las consecuencias que eso podía tener en cuanto a los criterios que tiene el tribunal para revocar una decisión.
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Sin embargo, la única mención de Puerto Rico en la decisión de 87 páginas fue provocada precisamente por la discusión del historial racista que tiene la figura del veredicto dividido en los estados de Louisiana y Oregon.
Los intercambios entre los jueces comenzaron en la opinión principal del tribunal escrita por el juez Neil Gorsuch, quien recordó que Louisiana adoptó la regla de veredicto dividido en 1898, con el propósito expreso de “establecer la supremacía de la raza blanca”. Ocurrió en una convención constituyente y, con conocimiento de los datos demográficos sobre la población negra en el estado, se estableció la validez de un veredicto 10 a 2 “para asegurar que la intervención de los jurados afroamericanos fuera irrelevante”, según las citas que usó Gorsuch.
Por otro lado, en Oregon, la regla fue adoptada en los años 30 del siglo pasado y, según el juez, está atada al auge del Ku Klux Klan en ese estado y esfuerzos por “diluir” el impacto de las minorías en los jurados.
En su opinión de conformidad, Sotomayor estableció que su apoyo a la decisión mayoritaria se debe en parte porque “los orígenes racialmente discriminatorios de las leyes de Louisiana y Oregon tienen particular importancia (en este caso)”.
En una referencia a lo que podría pasar en lugares como Puerto Rico, donde la decisión del Supremo cambia las reglas y provocaría una avalancha de solicitudes de nuevo juicio bajo el criterio de que los veredictos divididos son inconstitucionales, Sotomayor subrayó que “opiniones que fuerzan cambios en los procesos criminales de los estados típicamente imponen estos costos”.
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“La Constitución exige más que simplemente seguir usando procesos criminales viciados, todo porque el Tribunal tenga miedo de las consecuencias de cambiar el rumbo”, añadió a la vez que recalcó que si el Supremo defendiera precedentes erróneos del proceso criminal solo por no provocar presión sobre los sistemas de justicia, nunca revocaría su jurisprudencia en esa área.
Estas expresiones provocaron la única mención de Puerto Rico en toda la decisión, la cual se registró en la opinión disidente del juez asociado Samuel Alito.
Alito argumentó que los visos raciales que tienen las leyes de veredicto divido no deben ser el punto decisional, sino debe serlo el enfoque que el Supremo sigue para revocar uno de sus precedentes.
“Hace algunos años el Parlamento Británico aprobó una ley que permite los veredictos no unánimes. ¿Estaba el Parlamento bajo la influencia del Klan? La Constitución de Puerto Roco permite los veredictos no unánimes. ¿Eran racistas los forjadores de esa Constitución? Los veredictos no unánimes una vez fueron apoyados por la American Bar Association. ¿Tenían el propósito de promover la supremacía? ¿Y qué tal los académicos prominentes que han asumido la misma posición? ¿Todos racistas? Claro que no. Así que toda esa habladuría del Klan, etc, está totalmente fuera de lugar. Debemos dar el ejemplo de lo que es un discurso cívico y racional, en vez de contribuir a lo peor de las tendencias corrientes”, argumentó Alito en su disidente sobre el elemento de discrimen racial que toma en cuenta la decisión mayoritaria.