Testifica exsocio de Adam Anhang
El empresario Roberto Cacho, socio del millonario canadiense Adam Anhang, aseguró que su ex compañero le daba una vida de lujos a Áurea Vázquez Rijos, a quien le regaló un vehículo a los pocas semanas de conocerla, y le compró dos negocios en el Viejo San Juan. A su vez, relató la sorpresiva manera en la que se enteró de que su socio se había casado y aceptó que cuando vio las capitulaciones prenupciales pensó que era el principio del desastre.
Cacho fue el segundo testigo sentado en el estrado del juicio contra Vázquez Rijos por encargar el asesinato del canadiense en el 2005.
Durante su primera media hora en la silla de los testigos, Cacho narró cómo conoció a Anhang en el año 2001, y cómo se fue desarrollando una amistad hasta el punto de que lo acogió como a un hijo, por ser menor que el.
Sobre la acusada, destacó que la primera vez que le conoció se encontraba en el restaurante Ají, de San Juan, y esta llegó en compañía de un amigo de escuela, identificado como Mario Torres. Se presentó como Auri Dominicci, contó, y aunque hablaron poco le comentó que 'trabajaba presentando personas a ejecutivos'.
La defensa objetó de inmediato, por lo que la línea de preguntas giró en torno a los trabajos que Vázquez Rijos realizaba con el abogado Edwin Prado.
El interrogatorio fue interrumpido por un breve receso, ya que Cacho se mostró afectado cuando habló de la muerte de su hijo y cómo Anhang lo apoyó. Al regresó, relató cómo se enteró de que su colega se había casado con la acusada. En un momento en que les tocó firmar unos documentos, Anhang habría objetado especificar su estado civil hasta que no tuvo otra opción de confesar que se había casado.
'Eso afectó la sociedad. Lo vi como una debilidad', admitió el testigo, quien fue confrontado con una serie de correos electrónicos enviados a su entonces socio en los que comunicaba su deseo de disolver la sociedad.
Añadió que a la boda únicamente asistieron los familiares de Vázquez Rijos y ningún socio supo de la unión. Expuso que su interes en disolver sus acuerdos respondían al temor de que si había ocultado algo como eso 'no sabía que más podía hacer despues'. Además, aceptó haberle escrito en abril de 2005 a Anhang un correo en el que le decía que habría quedado mejor si no se ejecutaban las capitulaciones dada la cláusula que estipuló que en caso de muerte, ella quedaba con el tercio del usufructo.
'Entendí que ella se convirtió en socia del negocio… si el moría, tenía que pagarle a la esposa $8 millones... porque el valuó la compañía en $24 millones', detalló Cacho.
Temprano en la mañana, Cacho narró que el día de los hechos, Vázquez Rijos lo llamó en dos ocasiones para reclamarle que Anhang no le estaba contestando. El canadiense estaba en una reunión pero al terminar le comunicó que su pareja lo buscaba. Tambien recordó que le invitó al Water Club de Isla Verde para que despejara su mente, pero el canadiense se negó y prosiguió a encontrarse con Vázquez Rijos.
Al día siguiente, se enteró de la muerte del canadiense despues de recibir una llamada de alerta y ver el reportaje en la televisión donde lo presentaron 'en el piso, muerto, lleno de sangre'. Ese día, manejó hasta la oficina que ambos compartieron en el Regency Hotel, donde alegó haber visto a Charbel, hermano de la acusada, llevarse el carro del difunto. Más tarde vio a Marcia, tambien hermana de la acusada, saliendo de la residencia de la pareja con unas bolsas negras llenas de ropa.
'Nunca había visto algo así. Que alguien saque sus cosas de la casa a pocas horas de la muerte. Estaba en shock', recordó Cacho.
El juicio contra Vázquez Rijos comenzó el jueves con el dramático relato del licenciado Edwin Prado, quien estuvo a cargo de las capitulaciones prenupciales de la acusada y el difunto empresario, tras asegurar que la mujer se le acercó para preguntarle si conocía a alguien que 'hiciera el trabajo' de matar a Anhang.
Por este crimen tambien están acusados Marcia Vázquez Rijos y su expareja Jose Ferrer, quien coopera con fiscalía.