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Saudy Rivera: Una valiente candela que se asfixia de vez en cuando

La comunicadora y empresaria, con su vivaracha personalidad, lucha por sobrevivir en su vida personal, profesional y en sus negocios. Y admite que se ha sentido asfixiada.

Entrevista a Saudy Rivera en El Push de la Mañana, edición estelar
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

Llegó como un bólido a nuestro encuentro para conversar. Ataviada de negro coqueto y en tenis, saludando, conversando, dando instrucciones, sugiriendo tomas, dando valiosos consejos de producción.

Bien ella. No puede evitarlo.

Al sentarse a hablar con El Push de la Mañana, edición estelar, y tomarnos un suspirito con café en mano, le llamé “Saudy Rivera” para romper el hielo en cámara y de inmediato saltó “¡Soto!” Claro, faltaba su adorada madre.

Saudy Rivera Soto está a poco más de un mes de cumplir 45 años. Nació y se crió en Jayuya, en el Barrio Río Grande, y tuvo una infancia que describe como hermosa y tremendamente feliz. Es hija de doña Ary y de don Jorge, pero durmió hasta los 9 años con su abuela Catín que como en muchos vecindarios de campo se comparten entre familiares y se pasan la sal de balcón en balcón. Es la tercera de tres hermanos, siendo Jorge y Ary mayores que ella, uno más distinto que el otro.

Dormía con su abuela porque su madre trabajaba largas horas en una farmacéutica- por 39 años trabajó en Baxter- y porque su padre era comerciante, tenía cafeterías, barras y hasta operaba una en una gallera. Con mucho gusto dice que se le pasaba metida allí - eran otros tiempos- y que fue en ese ambiente donde adquirió las destrezas que más tarde le ayudarían a sobrevivir muchas cosas, incluida la selva metropolitana, el duro ambiente de los medios de comunicación y el retante mundo de los negocios.

Recuerda con risas que en Jayuya le picaban los abayardes, pero también con rostro melancólico cuando se encontraba con los babotes de café los sábados y se impregnaba el barrio con ese olor.

Brincó y saltó felizmente allí.

Estudió siempre en la escuela pública. Era amante de las clases de Historia pero le tenía una fobia sobrenatural a las matemáticas. Era la campeona de las actividades extracurriculares, sacaba la radio, inventaba mil programas y se formaba la rumba.

Trabaja desde los 14 años. Comenzó vendiendo zapatos sábados y domingos y luego fue cajera del supermercado de don Iván en Jayuya.

Comenzó a estudiar Psicología en la Universidad Católica de Ponce y de pronto esa alegría perpetua se transformó en profundo dolor con la muerte de don Jorge. En medio de ese abatimiento, su madre le echó, sin remedio, un balde de agua fría. No podía seguir pagando sus estudios en la universidad privada. O se iba a la universidad pública o no podría más. Fue algo repentino pero no doloroso. Así llegó a la Universidad de Puerto Rico, recinto de Arecibo. De ahí nace su defensa férrea a la universidad del estado y a la educación pública, porque sin ella, posiblemente habría tenido que desistir de estudiar.

El cambio fue lo mejor que le pudo pasar. Estudió Televisión y Radio, con un minor en Periodismo. Resiente y a la vez se regocija en el hecho de que muchos no la reconocen como periodista. Mucha gente la encajonó en televisión y entretenimiento y aún cuando ejerció el Periodismo, no la asimilan así.

Hizo su práctica en A Fuego, en el Teleonce original, en 1999. Al concluir, Linda Hernández y José Morales, que una vez más en esta plática surgen como los reclutadores de joyas de ese momento, le ofrecieron su primera oportunidad como Asistente de Producción. Ríe porque recuerda la timidez con la que le dijeron que no era mucho dinero. Ella ganaba $5.15 y cuando le ofrecieron $8.25 la hora tuvo que disimular para no gritar de alegría.

A los 22 años conoció a su amado Iván Rivera, quien según ella, tenía todo lo que a ella no le gustaba: divorciado, con un hijo y mayor que él. Pero la enamoró y al año quedó embarazada sin casarse. Un “escándalo” en el barrio, por novedoso, no por terrible, porque la querían mucho y le dieron la mano. Cuando su mamá se enteró de la boda sólo preguntó si había prisa. ¡Coquí!… contestado.

Y nació Valeria quien hoy, luego de haber comenzado a estudiar Biología en plena pandemia, decidió que tenía otras pasiones y las encontró en el negocio de su madre, de cupcakes y comida en general, Sweets Gallery by Saudy. Quiere ser pastry chef y se está educando para ello.

Luego llegó Valentina, hoy de 11 años. Esa es Saudy a la tercera potencia. Es actriz, la lleva del tingo al tango en castings, modela, canta. Un dínamo como la que la parió.

Su vida como comerciante

No todo es hermoso, por supuesto. El negocio de pastelería se creó en el 2011 y lleva varias etapas cuesta arriba que han hecho a Saudy reflexionar y varias veces se ha sentido al borde de rajarse. Califica como un acto bien valiente tener un negocio en Puerto Rico, con la imprecisión de los costos y la regularidad de los servicios. Súmele los cambios de gobierno, los terremotos y ahora la pandemia.

Fue, de hecho, con esas mismas características que encontró su punto más bajo. Cuando inició la pandemia, tuvo que cerrar temporeramente el negocio. Contaba entonces con su sueldo como presentadora de Dando Candela hasta que el día menos pensado anunciaron la cancelación del programa. Nunca se le habló con certeza pero dice que no le corresponde cuestionarlo.

Valeria no se pudo ir a estudiar a Estados Unidos y ella quedó desempleada, con un negocio cerrado por la pandemia. Todo se hizo sal y agua. Y lo sufrió. Dice que no estuvo deprimida pero sí “algo” y encontró refugio en sus dos perros.

En pleno ciclo eleccionario nació “Papeleta Rosa” por MegaTV pero concluyó su ciclo y de nuevo se reinventó. Ahora tiene un canal en Youtube.

Saudy es una fajona estupenda de toda la vida. Por eso sorprende que confiese que se ha visto tentada a mudarse de Puerto Rico, a buscar otro aire. Es que a veces el ambiente de sobrevivencia la drena y la asfixia. Pero no va a pasar. La detiene lo mucho que ha trabajado y lo mucho que ha luchado por sus metas. No quiere nadar para morir en la orilla.

Vea la entrevista completa aquí:

Egresada de la Universidad de Puerto Rico. Periodista con 23 años de experiencia en los medios de comunicación. Mamá de Manu, portavoz de la adopción de niños grandes y creadora de #primerizayqué