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Por Invitación

A superar las elecciones plebiscitarias

Desafortunadamente, en Puerto Rico tenemos la costumbre de confundir los plebiscitos con las elecciones generales, creando así un desfase en nuestra vida democrática. Es importante que distingamos entre estos tipos de eventos electorales.

En las elecciones generales cada cuatro años, escogemos las personas que administrarán el gobierno de país. En el resto de las democracias del mundo, esa selección corresponde a las posiciones asumidas por los diferentes partidos políticos, candidatos y candidatas, en cuanto a cómo se debe gobernar el país, generando así un debate sobre diversos asuntos de política pública, como la protección ambiental, el desarrollo económico, los derechos laborales, las finanzas públicas, entre otros. Es decir, qué tipo de país y gobierno queremos. En las demás democracias, este debate se divide principalmente entre visiones progresistas o conservadoras.

En los plebiscitos, la ciudadanía expresa su preferencia en cuanto el estatus político de la isla y, en particular, su relación jurídica con los Estados Unidos.

Históricamente, las fórmulas a escoger son la anexión, alguna versión de la autonomía y la independencia. Es decir, qué tipo de estatus queremos.

Sin duda, existe una relación entre el tipo de gobierno que queremos y el estatus que favorecemos. Pero son asuntos separados. Cuál es la posición de los independentistas sobre aumentar el salario mínimo de los trabajadores? Bueno, depende; algunos están a favor y algunos están en contra. Algunos independentistas son progresistas, otros son conservadores. Igual ocurre con los anexionistas. Cuál es la posición de los estadistas en cuanto la protección de los recursos naturales? Nuevamente, depende.

Algunos estadistas son progresistas, mientras otros son conservadores. Es decir, ni la independencia, ni la autonomía, ni la estadidad, sin más, contestan las preguntas que debemos hacernos al decidir por quién votar para gobernar el país en las elecciones generales.

Para eso tenemos plebiscitos. Nuestra preferencia de estatus no es suficiente para determinar quién debe gobernar el país y cómo.

No obstante, en Puerto Rico tenemos el fenómeno de las elecciones plebiscitarias. Por décadas, los independentistas votan por el PIP, los autonomistas por el PPD y los estadistas por el PNP. Pero, están todos los estadistas de acuerdo con la Ley 7, según adoptada por el PNP? Están de acuerdo todos los autonomistas con el IVA y el ataque al sistema de retiro de los maestros, según propuesto por el PPD? Nuevamente, nuestra preferencia de estatus no contesta las preguntas de cómo y quién debe gobernar el país. Esto genera resultados anómalos. Por ejemplo, vemos cómo trabajadores estadistas votan por el PNP, a pesar de que ese partido defiende los intereses de los ricos y los poderosos. El PNP es un partido conservador y de derecha. Y qué pasa con los estadistas progresistas que creen en los derechos de las y los trabajadores y en una mejor distribución de la riqueza? Actualmente, estas personas se sienten obligadas a votar por un partido con el que no coinciden en cuanto a cómo gobernar el país, pero con quien comparten una visión de estatus. Lo mismo ocurre con el PPD.

Como resultado, la misma gente que vota por el PNP o el PPD son las que sufren de las políticas aprobadas por dichos partidos cuando llegan al poder. Por otra parte, el PIP no ha sido capaz de canalizar el evidente descontento social que se genera debido a este desfase democrático, puesto que las personas que no son independentistas no se sienten llamadas a apoyar un partido que defiende la independencia como su principal objetivo político. El PIP se limita a ser el partido de las y los independentistas.

Nos preguntamos, con quién tiene más en común un trabajador asalariado estadista –por ejemplo, una maestra de escuela pública-: con un patrono estadista o con otra maestra que es independentista? Por décadas, el PNP y el PPD –y hasta cierto punto el PIP- nos han convencido de que lo importante es que los estadistas voten por los estadistas, los autonomistas por los autonomistas y los independentistas por los independentistas. Esto, independientemente de si estamos de acuerdo con sus políticas de gobierno. Es decir, que el empleado público estadista despedido por Fortuño debía votar por él porque, pues, ambos son estadistas. Igual ocurre con el trabajador autonomista que ahora tiene que pagar más IVU. Sin duda, esto no cuadra.

Para eso están los plebiscitos: ahí, los estadistas votan por la anexión, los autonomistas por el ELA y los independentistas por la república. Pero las elecciones generales son diferentes. Votamos por políticas de gobierno, no por visiones de estatus. Al fin y al cabo, las últimas décadas de nuestra historia nos enseñan que el PNP y el PPD lo menos que hacen cuando llegan al gobierno es adelantar la estadidad o desarrollar el ELA. Por el contrario, estos partidos gobiernan y lo han hecho defendiendo los intereses de las minorías privilegiadas del país y no la mayoría del electorado.

Por eso, en la papeleta del 2016, habrá un partido diferente. Se trata del Partido del Pueblo Trabajador. Ahí cabemos estadistas, autonomistas e independentistas, siempre y cuando luchemos por el mismo tipo de país: democrático, solidario, sustentable y con justicia social. En un plebiscito, los pepeteros votaremos por fórmulas diferentes. Pero en una elección general, compartimos una misma visión de país. Si superamos las elecciones plebiscitarias, podremos tener, al fin, un gobierno que refleje la voluntad democrática de nuestro pueblo y que defienda los intereses de las mayorías de nuestro país. Ser estadista no es ser PNP. Igual ocurre con autonomistas e independentistas.

Rompamos las cajitas que han usado los partidos patronales para dividirnos por tanto tiempo. Por décadas han gobernado los banqueros, los ricos y los privilegiados; ya es hora que gobierne el pueblo trabajador, sea este estadista, autonomista o independentista.

*El autor es candidato del PPT a la Legislatura Municipal en San Juan.