La política en Puerto Rico a fin de año: algunos comentarios teórico-políticos
'Democracia es mejor que tiranía.'
Periandro, el Corintio
Dejemos de lado el hecho de que Puerto Rico es una colonia (nunca del tipo clásico bajo los Estados Unidos, pero colonial al fin…). Observemos otros asuntos de índole políticos acontecidos o que han seguido aconteciendo en Puerto Rico durante el 2014.
Este año que va cerrando ha seguido demostrando que no hubo ruptura alguna en las elecciones del 2012 y que llevamos ya seis años de administración Fortuño-García Padilla, culminado así, ya con bastante transparencia, el continuo que ha habido de casi medio siglo de gobierno PPD-PNP. El resultado neto de esto ha sido: consistentes altas tasas de desempleo, altas tasas de pobreza, mayor dependencia de programas asistenciales federales y locales (con el correspondiente desincentivo a cultivar una ética del trabajo), exenciones contributivas a empresas y corporaciones a cambio de migajas, desgarramiento de la familia y de las amistades al continuar la emigración (reintensificada en los últimos 10 años), erosión de sentido alguno de comunidad por el alto índice de criminalidad, proyectos educativos fracasados, altos niveles de condiciones mentales, de alcoholismo y de drogadicción, corrupción en el manejo de los asuntos públicos, favoritismo craso a grupos de grandes intereses económicos a costa de los intereses de las clases trabajadoras y populares, o sea, a costa del pueblo, así como en contra del medioambiente, el imperio del poder invisible, y, entre tantos otros padecimientos, el parasitismo de claques políticas que se llenan la boca hablando de pueblo pero que primero responden a sus inversionistas privados de campañas, a sus amigos y familiares ‘del alma', a los bonistas y a las casas acreditadotas.
No en balde de un tiempo a esta parte, lo que tiende a prevalecer y decidir elecciones en las contiendas más recientes son dos acciones de parte de los electores: no acudir a las urnas a votar por su acostumbrado partido de preferencia o el voto de castigo. Estas dos acciones demuestran, entre otros asuntos, dos cosas: primero, que sigue debilitándose la lealtad político-partidista tradicional (‘igual me quedo en casa y no voto por los míos porque me fallaron'; ‘igual voto por los otros, porque estos me fallaron') y, segundo, el grado de racionalidad, al menos mínima, en muchos electores puertorriqueños (‘las acciones de este gobierno y de los anteriores no satisficieron mis demandas así que me quedo en casa'; ‘las acciones de este gobierno de turno no satisficieron mis demandas, así que vamos a tumbarlos y trepar a la otra alternativa con posibilidades de ganar'). Que muchos de nosotros quisiéramos que dieran la oportunidad a otros partidos emergentes no debe desdecir la racionalidad que yace bajo estas acciones y actitudes. De hecho, el reto político de un partido emergente que pretenda ser una verdadera alternativa es tratar de llamar la atención, de interpelar, a esa gente que va desilusionándose y que cada vez crece más y más, a que no se conformen con desactivarse o con votar por el contrario del binomio tradicional. Es una tarea ardua, difícil, porque corre a contracorriente del sentido común, ese conjunto caótico de creencias y pensamientos pero firme, constituido de sedimentaciones ideológicas a través de muchos años.
Y me refiero a considerar partidos emergentes y no al Partido Independentista Puertorriqueño. El PIP hace tiempo que dejó de ser farola moral e intelectual en la arena político-partidista en Puerto Rico. Peor aún, en un acto dramático y escandaloso, en una especie de 'welcome back son', el PIP se unió al PPD para adelantar una reforma electoral y de financiación de campañas que hace que nuestro raquítico esquema democrático-liberal sea mucho menos democrático, haciendo más ardua la tarea de militancia, de advocacy, de aquellos partidos que –por representar intereses que son antipáticos a los grupos de grandes intereses económicos— tienen menos potencial de recaudar cuantiosas sumas de dinero rápidamente. Hay que decirlo, una vez más, y de una y vez y por todas: el PIP –inclusive si uno fuese independentista—ya no es, y no será, opción alternativa de futuro. Ha devenido pura secta, y ni tan siquiera una secta que pudiera fungir de tábano para ‘picar' la conciencia colectiva, sino secta ensimismada.
Ante este panorama, hay que decirlo: el Partido del Pueblo Trabajador ha sido, aún después de las elecciones, la única agrupación política que consistentemente ha puesto en entredicho los desmanes neoliberales, la corruptela y la ofensiva del binomio PPD-PNP en contra del pueblo. A tal punto que incluso medios noticiosos que quisieran no cubrirlos se han visto obligados a hacerlo. No olvidemos que el PPT es un partido que debiera estar ya inscrito formalmente porque ha recogido más de la cantidad mínima de endosos requeridos. No obstante, en acciones de acoso y obstaculización sin precedentes, el PPT ha sido objeto del cuestionamiento burdo de miles y miles de endosos a su favor por parte de los funcionarios de la Comisión Estatal de Elecciones, particularmente por los del PPD. Que el PPT quedará inscrito a la larga, es casi una certeza. Pero el daño habrá estado hecho.
Por qué se le teme al PPT? En una columna anterior publicada en NOTICEL hice esta pregunta y di indicaciones de su respuesta: el PPT es la organización que representa una verdadera alternativa en el escenario político-partidista en Puerto Rico. El PPT es el partido que realmente apuesta a la democratización de nuestra democracia realmente existente, y que verdaderamente propone acciones de política pública distintas a las que imponen continuamente el PPD-PNP (con la anuencia directa o indirecta del PIP). Representa una verdadera alternativa para aquellos estadistas y libreasociacionistas que ya no pueden tolerar ser representados por dos partidos –el PNP y el PPD—que han sido los que han gestado y gestan la crisis y se niegan a abordar las medidas necesarias para atajar la desigualdad, la pobreza, el desempleo y atender el bienestar común. Y representa un vehículo para aquellos independentistas que saben que el PIP se ha tornado en un círculo cerrado de fe. No en balde el PPD-PNP-PIP ha hecho lo posible por vedarle el paso en la CEE.
Digamos las cosas como son, hablemos con propiedad: vivimos en una oligarquía liberal y electoral; y cuesta llamarle liberal porque el ideario del liberalismo político implica entre otras cosas el imperio de la ley y la igualdad de todos ante la ley. Cuesta llamarle a nuestro esquema democrático. Vivimos en democracias sin demos, como decía Sheldon Wolin, en democracias sin el pueblo como actor protagónico y sin el poder compartido. Celebramos la democracia al costo de convertirla en un significante vacío. En este año que se avecina, en materia política, todos debiéramos querer una cosa: ni más ni menos… que democracia.
* El autor es teórico político. Es autor de Dirigentes y dirigidos: para leer los Cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci (Popayán: Envión Editores, 2010; San Juan: Ediciones Callejón, 2014 [2nda Edic., Revisada]) y Ese idiota llamado Sócrates: teoría política, crítica, democracia (San Juan: La Secta de los Perros y Ediciones UNE, 2014).