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SAN JUAN WEATHER
Por Invitación

Nos robaron la radio

Todo el sector periodístico de este país --me niego a decirle clase, por todas las implicaciones sociológicas que tiene la palabra clase-- tiene una enorme deuda con La Radio y una guerra reivindicativa que nunca se ha dado y en algún momento se dará. No hay periodista en este mundo que no encienda la radio en un programa noticioso, antes de lavarse la boca cada mañana. En Puerto Rico, aunque con una clara distorsión del llamado estrellato, aún se puede descansar en informarse en horas de la mañana. De mala manera, pero aún quedan unas pequeñas hendijas por donde se cuela la información.

Digo esto porque, desde hace un par de años, han aparecido unos supuestos expertos en mercadeo que han vendido a los dueños de los medios radiales la idea de que con un mantenedor/a gritón/a o preguntón/a, uno que otro locutor y varios 'recursos' —que en casi el cien por ciento de los casos son abogados—, se puede sostener una emisora de noticias.

Los dueños de los medios han comprado la idea porque eso es infinitamente más económico que mantener una Mesa de Redacción, como tuvieron en un tiempo, por citar solo dos emisoras líderes en noticias AM, WKAQ y NOTIUNO. Aún recuerdo las mesas de redacción de esas emisoras. Cinco o seis personas trabajaban al mismo tiempo, mientras los periodistas asignados a las principales fuentes del país —Casa de Gobierno, Legislatura, Policía, Deportes, Arte y Cultura y emergencias cotidianas, llamadas en nuestro argot, 10-50—, le proveían toda la materia prima a la Mesa de Redacción. De allí salía la información depurada o con los intros para que los presentadores la llevaran al aire, usualmente, en bloques de media hora. Cómo olvidar a Alberto, Reinaldo, Julia, González Laboy y decenas de otros dedicados trabajadores de la información radial en WKAQ. A Tito, Sonia, Maribel, Mario, Víctor, Abigaíl y, por qué no decirlo?, hasta el mismo Tolentino, al que hicieron famoso al usarlo en sus alertas para los titulares de NOTIUNO.

Todo eso está muerto. Lo mató la ambición desmedida, igual que pasa con los banqueros. La misma ambición que como sociedad nos tiene metidos en este enorme agujero del que no podemos salir y, algunos dicen, que aún no hemos caído del todo. Espero que no sea ese mismo destino el que le espera a la radio, porque no me imagino cuán más bajo puede caer. Alguien o algunos vinieron con el cuento de contratar a una personalidad radial con más o menos simpatía y que ese sea el hilo conductor de tres o cuatro cositas más, aderezadas, con mucho análisis de abogados con buenos contactos institucionales y en el mercado privado, para que lleguen los negocios, y voilà… tenemos radio.

Eso es a lo que nos enfrentamos día a día los que escuchamos radio, en donde ya ni se guardan las apariencias de estar entregados, en cuerpo y alma, y hasta editorialmente, al Capital. Nunca fue diferente, pero antes se guardaban, más o menos, las apariencias y la estructura permitía algo más de libertad para que la información simple se colara por los pequeños agujeros. Hoy la radio nos asalta todos los días, con pistola en mano, y sin siquiera cubrirse el rostro. Una señora que con un tonito condescendiente nos vende planes de salud, nos justifica el altísimo costo de la electricidad y nos vende sistemas de seguridad para evitar robos y asaltos domiciliarios, en medio de la información pura y simple. Tranquilamente, y sin ningún cargo de conciencia, nos mete gato por liebre. Más tarde debemos soportar a otro que porfiadamente quiere hacerse el simpático con un lenguaje simplista que raya en la ignorancia, pero que al conocer el oficio, por el tiempo que lleva, camufla muy bien su falta de estructura ideológica y cultural.

Recordemos que hacer radio es un oficio y mientras más tiempo llevemos en ella mejor lo manejaremos, como si fuéramos un carpintero. Como un ejemplo ligero de esto, recuerden a todos los advenedizos en este medio que en sus primeros programas hablaban bajito, con vergüenza, sabiendo sus limitaciones. A la vuelta de un par de meses ya están convertidos en unos gritones, hablando a borbotones, sin descanso y ya no usan la condescendencia del condicional o el tan aperturista… 'no les parece?' Ahora vomitan sus verdades, sin detenerse en el enanismo intelectual que siempre han tenido, pero que al principio disimulaban. También nos someten a un enorme gallinero donde todos gritan y ríen de asuntos que nos deberían preocupar, y ni hablar de cuando no tienen nada inteligente que decir y recurren a abrir los micrófonos, y debemos escuchar a los mismos cien individuos/as que, todos los días, se pasean por todas las emisoras.

Esto es una realidad tan matemática que los mantenedores de los espacios, antes de que los participantes se identifiquen, los tutean y llaman por sus nombres propios. En otros sitios, que presumen de mayor nivel intelectual —aunque con conocimientos hilvanados con alfileres, que parecen sacados de las gotitas del saber del 'Reader's Digest'— debemos, porfiadamente, enterarnos de las preferencias en la alimentación y gustos de los mantenedores. Soportar estoicamente sus diatribas y confesiones como si estuvieran en la sala de sus casas. Qué desayunan, las exquisiteces que alguien, de este buen pueblo, les lleva... ah!, y gratis. Qué hicieron durante el fin de semana, cómo se han aficionado al 'glamour' de moda, al vino…

Pero, ni en eso guardan la compostura porque, probablemente esta sea su pedestre reflexión y acción: 'Bueno, si nos gusta el vino vamos a invitar a los que lo venden para que lo mercadeen a través de nuestras ondas radiales y matamos varios pájaros de un tiro, no solo dos, sino varios... rellenamos espacio, supuestamente entregamos información, traemos negocio a la empresa, y de paso, seguramente —uso el condicional porque aún no tengo la evidencia—, payoleamos el vino y todo lo que viene con él para nuestras opíparas mesas de fin de semana'. Negocio redondo. Y el auditorio anónimo? Pues que se joda. Que lo tome o lo deje. Si no le gusta, pues que cambien de emisora. Ese es el concepto DEMOCRACIA... para ellos.

Manejadores de los medios radiales... quieren otra confesión que me da algo de vergüenza admitir? Cuando escucho parte de lo que cito anteriormente, es como si un palo atravesara mi silla, que me hace saltar del lugar donde estoy sentado y cambio el dial. Pongo una emisora que es visceralmente enemiga de las cosas en las que creo, pero que tienen más información —aunque hay que saber separar el polvo de la paja— y que, frecuentemente, se extralimitan en dar en su totalidad las conferencias de los principales políticos y funcionarios del país. Digo se extralimitan porque eso es bueno para nosotros los periodistas, escuchar la conferencia completa. Ellos, los dueños, estoy seguro, lo hacen para quemar tiempo, porque tienen más de lo que necesitan para sus programas y anuncios comerciales.

*El autor es periodista.