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SAN JUAN WEATHER
Por Invitación

De la televisión al desempleo

Aunque sea dramático, el inicio de este trabajo se ajusta estrictamente a la realidad: 'De la televisión al desempleo'. ¿Que les puedo decir? ¿Por dónde empezar toda esta aventura? ¿Arrancar del despido hacia atrás, hasta días mejores, o empezar por el comienzo hasta llegar al knock out que nos hizo Univision?

Una de las cosas que he aprendido en mi profesión —que a mí me gusta más llamar oficio, como los carpinteros—, es que, en televisión, hay dos formas de contar una historia: Orden Lógico y Orden Cronológico, y no todas se adecuan a ambas. Se cuenta de una manera o de otra y si se equivoca el orden puede resultar la historia más aburrida o dar paso al peor delito: que el televidente cambie de canal y se vaya. El Orden Cronológico es como lo dice la palabra, empieza a una hora y de ahí en adelante se van contando las cosas según vaya pasando el tiempo y sus minutos. El Orden Lógico no respeta la cronología. Puedo empezar por lo último que ha sucedido y de allí regresar para contar cosas que explican por qué se acabó de esa forma. Usualmente, el criterio es que se empieza con el hecho más importante, o impactante, no importa cuándo ocurrió, y de allí se siguen contando cosas hacia adelante y hacia atrás en el tiempo.

En este caso, empezaré con el Orden Lógico, pero con la libertad de combinarlo con el Cronológico. El golpe que 'intentó' ser mortal lo recibimos el 17 de octubre. Todos sabíamos que algo pasaría en Univision por como se estaban mostrando los números de la audiencia, además que habían llegado a Puerto Rico los gerentes de la división legal y de personal de toda la cadena, que tiene base en Miami. En toda empresa trasnacional, cuando los jefes de personal y lo legal a nivel central llegan a un sitio es porque van con un machete. Puede estar más o menos afilado, pero algo cortará. Eso era lo que aventurábamos todos. Unos, que se iba la edición de Las Noticias de la noche, otros, que la del mediodía, los de más allá, que Tu Mañana. La mayoría hacía una combinación de todas esas alternativas, pero ninguno vio lo que pasó: el cierre completo del taller de Las Noticias y el despido de todos, 109, periodistas, fotoperiodistas, técnicos y personal de producción

Ese viernes —bendito, todos los despidos son los viernes—, entré como de costumbre a las nueve y treinta de la mañana. Sabiendo que olía a quemado, me acerqué al jefe de la Mesa de Información y este me entregó mi asignación, como lo hacía usualmente, día a día: 'Weber, váyase con Calixto —'nerviosito' lo llamo yo— a Caguas, que hay un operativo en proceso y no tenemos nada, pero ya han conseguido arrestados, drogas, parafernalia y dinero, y ya usted sabe lo que tiene que hacer'. Allá nos dirigimos, elucubrando sobre qué pasaría en el día, pero concluimos, 'mira tenemos un trabajo que hacer y vamos a hacerlo lo mejor que podamos; vamos a evitar distracciones y ceñirnos a lo que es nuestro lema: La historia la podrán contar muchos, más temprano y con más elementos, pero nosotros la contaremos mejor.' Llegamos a la División Drogas Caguas, tomamos todos los visuales que necesitábamos y cuando estábamos a punto de recoger en cámara la información de parte del director del Negociado de Drogas, entra una llamada del Canal a mi teléfono. Yadira, una compañera de producción, me dice: 'Sr. Weber, olvídese de todo lo que tiene y regrese, que la gerencia dice que tiene que hacer un anuncio importante y todos deben escuchar'. Hasta el inspector se asombró y nos deseó bien.

En el camino de regreso seguimos especulando. Llegó la hora cero y, pasará esto, lo otro o lo de más allá?, pero nunca pensamos en que el azote que recibimos sería de tal magnitud. Llegamos retrasados. Lo que todos debíamos escuchar lo oyeron solo unos cuantos y duró cinco minutos: 'En un proceso de reorganización que nos permitirá enderezar finanzas, para venir con mas programación local, cerraremos el taller de Las Noticias, pero no se agiten; pueden ir recogiendo sus cosas poco a poco, que estaremos aquí'.

Hacía tiempo que entrar a la redacción de Las Noticias era un paso difícil. Un fotoperiodista que trabajaba on-call con nosotros describió el ambiente de forma brutalmente sencilla: 'Jamás he visto una redacción más triste'. Pero al regresar este 17 de octubre, supe lo ecléctico de las reacciones. Unos lloraban, otros nerviosamente sonreían, algunos deambulaban por las esquinas y muchos se abrazaban. A ellos me sumé con mucho rencor, pero mi rostro y cuerpo siguieron siendo los mismos. No dejaba ver mi dolor y rencor. Distraje mis fantasmas echando todas mis pertenencias, papeles, dibujos y amuletos en cajas de cartón para llevarlas a mi carro y llegar a mi casa con un equipaje acumulado en 24 años. Me fui, y hasta evité a mis compañeros, de otros medios, que intentaban recoger material para que sus lectores, oyentes o televidentes entendieran qué pasó y por qué Univision cerraba Las Noticias.

Con estos nubarrones —que ya empezaban a desatar aguaceros— y un poco más pesado por lo ocurrido, y las cajas con mis cosas, llegué a mi casa, donde me esperaba otra tarea inmensa: acercarme al hogar donde viven mis dos hijos, Pablo, de veinte años, en tercer año de la universidad en la UPR y Sergio, de quince, en décimo grado. Allí empezamos una conversación que sería larguísima para que, entre todos, entendiéramos la lógica absoluta del capital, que, ahora, nos golpeaba como familia y nos igualaba a los de la Ley 7 y a otros miles que vienen siendo lanzados a engrosar el ejército de desempleados.

*El autor es periodista.