Puerto Rico en el espejo de las elecciones europeas
Europa no nos debe estar tan lejos -menos aún en estos tiempos de capitalismo globalizado y conexión cibernetica sin precedente- como para que nos sirva momentáneamente a modo de espejo en el cual mirarnos para comparar, contrastar o conjeturar. Pienso específicamente en las recien celebradas elecciones europeas. Sobre ellas quiero significar algunas cosas que permiten a su vez poner la situación acá en Puerto Rico en perspectiva más amplia.
Los resultados de las elecciones europeas han sido interpretados de diversas maneras. Y, aunque no deja ser titular noticiero la victoria del ultraderechista Frente Nacional en Francia dada la hegemonía que comparte este país con Alemania en la Unión Europea, no por ello debe pasarse por alto otros resultados que apuntan a desarrollos distintos, sino opuestos. En Italia, por ejemplo, el Partido Democrático (del centro, centro-izquierda) obtuvo una contundente victoria que, entre otras cosas, pudiera (ojalá!) redundar en ir finalmente cerrando el terrible capítulo del berlusconismo (la agrupación de Berlusconi Forza Italia teniendo un débil desempeño). Más sonados aún son los resultados en varios países, particularmente España y Grecia, en donde agrupaciones cuyas posiciones son netamente antagónicas a las políticas de austeridad y de recorte del gasto social, han sido vencedoras (Grecia) o han tenido un crecimiento increíble (España).
En el caso particular de España, la gran novedad del evento electoral es el desempeño de la agrupación de izquierda, Podemos, partido organizado hace tan sólo cuatro meses y que surge del movimiento de los Indignados. Podemos obtuvo cerca de 1.245.948 votos para lograr cinco escaños en el parlamento europeo. A ello cabría añadirle la obtención de seis escaños por parte de Izquierda Unida y otras agrupaciones. Estos resultados han redundado en que las noticias de diversos medios españoles indiquen que el gran perdedor de la contienda en ese país lo fue el bipartidismo, léase el binomio Partido Popular/Partido Socialista Obrero Español, sufriendo entre los dos una reducción de 30 puntos en comparación con los comicios del 2009.
Así las cosas, dos asuntos se van plasmando que nos conviene señalar para relacionarlo con nuestra situación en Puerto Rico. Primero, en una dirección tenemos que no deja de ser notable la pobre tasa de participación electoral de estos eventos, cercana al 45%, lo que denota la gran apatía y/o indiferencia de muchos ciudadanos europeos que no se sienten convocados a participar. Una razón típica de la apatía política es la percepción del ciudadano de que su participación no tiene o no va a tener efecto alguno en la satisfacción de sus demandas. Este grado de indiferencia preocupa y no hace más que seguir abonando al deterioro de cualquier esquema que se pretenda democrático. Segundo, y en una dirección opuesta, vemos por ejemplo en el caso de España una tendencia de ciudadanos a optar por vehículos políticos novedosos, alternativos, progresistas, que marcan una clara diferencia con los partidos dominantes. Estos partidos dominantes ven reduciéndose los grados de lealtad partidista y de apoyo ciudadano en la medida en que, uno, ninguno ha logrado atajar muchos de los problemas más apremiantes de la gente y, dos, no logran marcar entre sí grandes diferencias en materia de la política pública que producen. De hecho, también el apoyo electoral a grupos de extrema derecha o incluso neofascistas se debe en parte a que éstos logran interpelar a la gente a favor de programas de cambios verdaderos en contraste con lo que se presenta (y es) como la mera administración y reproducción de lo mismo. Y ‘lo mismo' no logra resolver los problemas de la gente.
Puerto Rico acompaña esta tendencia general en países con sistemas liberal-democráticos de la reducción en la participación electoral, lo que no puede más que seguir preocupándonos a aquellos de nosotros con temple fuertemente democrático. Aunque es más que entendible la insatisfacción con la política pública de las dos derechas en Puerto Rico, uno quisiera ver a causa de ello más participación e inmersión política, no menos. Por otro lado, estas mismas circunstancias hechas de imparable crisis económica, corrupción, inversionismo político, favoritismo a grupos estrechos de interés, etcétera, hacen imprescindible la construcción o fortalecimiento de nuevas agrupaciones partidistas. Cabe destacar, por ejemplo, la encomiable labor del Partido del Pueblo Trabajador (PPT), que tuvo un buen desempeño en los debates públicos y la campaña electoral en camino a las pasados comicios del 2012. En particular, el PPT promueve un discurso político importante, porque rompe con el tradicional cerco del criterio del status para identificar a los partidos. En cambio, promueve un proyecto en el cual los criterios de importancia son la democratización de la política, la solidaridad y el bienestar común, la protección del medioambiente, y la protección de los derechos de diversos grupos, entre otros. Que el del PPT es un discurso que tiene promesa de futuro parece dejarse entrever por las más burdas, anti-éticas, sino acaso posiblemente hasta ilegales, acciones y medidas que están llevando a cabo representantes de los tres partidos tradicionales en la Comisión Estatal de Elecciones para tratar de prevenir lo que pareciera inevitable, la reinscripción del partido. Y con su reinscripción, el volver a plantear con fuerza una opción política que trasciende por mucho las anticuadas coordenadas del bipartidismo de facto que existe en Puerto Rico.
*El autor es teórico político y Catedrático Asociado en la Universidad del Este.