La presidencia UPR y un proyecto nuevo
No debe ya conformarse la Universidad de Puerto Rico con un Presidente que enfrente con decencia e inteligencia alguna crisis que surja o alguna intromisión del partido de gobierno. Que en el presente sea consenso que por lo menos debe tener estas cualidades es un logro afortunado. Pero se necesita más que eso. La Presidencia debería ser ocupada por alguien que haya formado un concepto estrategico y nuevo de la UPR. La Presidencia, que ha sido vista no pocas veces como trampolín para el poder personal, podría tambien significar la gestión de un espacio cultural enlazado con la formación de una economía y sociedad propiamente puertorriqueñas. La universidad puede convertirse en la más importante empresa social de Puerto Rico, portadora del interes social y comienzo de un movimiento del país.
El candidato a la Presidencia que ha madurado un concepto estratégico de la UPR, en el pensamiento y la experiencia, es el profesor Jorge Rodríguez Beruff; se desprende de inmediato de los documentos presentados por él y los demás. Su concepto incluye generar fondos por medio del intercambio internacional, digamos con el resto del Caribe, una región dinámica y expansiva regida antes (y todavía) por Inglaterra, Francia, España, Holanda y sobre todo Estados Unidos; con China e India; con la emergente y esperanzadora América Latina; con el nuevo espacio europeo; con la comunidad estadounidense y su población puertorriqueña y latina. Intercambios estudiantiles y profesorales pueden dar pie a intercambios científicos, humanísticos y tecnológicos que formen una estrategia de beneficios económicos. El interés social puede impartir dirección al mercado. La autonomía de la UPR en este plano —además de su autonomía frente al gobierno— podría estimular la autonomía del país, al ir creando para ello condiciones materiales, culturales y económicas y un clima nuevo de voluntad colectiva.
Pero contra Rodríguez Beruff han desatado en estos días una feroz campaña, subterránea y de desinformación, opositores seguramente carentes de argumentos de contenido académico e intelectual, y que hacen fortuna por un día gracias al déficit actual de espacios culturales de intercambio público inteligente e informado, interesado en formar una nueva sociedad. Hay resistencia a elevar la visión. En Río Piedras se han desatado susurros infundados: que el exdecano de Estudios Generales no cree en los estudiantes ni en los sindicatos, que no cree en la reforma, que está vendido a los Populares, etc. Sin embargo es vasta y antigua la evidencia sobre su respeto a las luchas y conquistas de estudiantes y trabajadores, su insistencia en el diálogo y el debate de ideas, su independencia de los partidos, su opinión de que la reforma universitaria resulte de una discusión universitaria, y su creencia en el intercambio innovador con otros pueblos y universidades, notablemente los más cercanos a Puerto Rico.
Se trata de construir un proyecto de largo plazo. Hay que generar recursos económicos a partir del talento y gran potencial que habitan en la universidad, y abordar de forma moderna la tarea inevitable de la descolonización. En este sentido diferente la UPR puede ayudar a vigorizar la escuela y los espacios urbanos y agrícolas. Sin embargo su potencial se ha menospreciado y reprimido, como si hubiera que reproducir por la eternidad la mente chata, el status quo, la mediocridad colonial y la pequeña corrupción. Hay que impulsar ya que el proyecto universitario sea el del país. Se impone la originalidad de un proyecto propio y nuevo, caribeñista e internacionalista.
*El autor es Catedrático en Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico.