Maripily: Una caminante homofóbica
Por Carmen Enid Acevedo*/Hay espacios en la vida que no se pueden ceder. Y en el oficio de periodista, no podemos dejar de decir, de hacer, de pensar, de proponer, de cultivar y sobretodo de denunciar de la manera en que hayamos escogido hacerlo. Escribiendo, dibujando realidades en video, en fotos, proponiendo letras iguales pero distintas en blogs, en papel, en la zona más cómoda o en la más difícil. En fin, donde nos encuentre la vida.
Es por eso que me niego a cederle el espacio mediático a la autodenominada modelo, Maripily, y repudio con todas mis fuerzas verbales, críticas, tradicionalistas, postmodernas o no, la representación que hace ‘esa caminante' de la mujer o del ser humano que habita en el país puertorriqueño, glocal y bateyano, del Siglo XXI.
Sus últimas palabras, reproducidas mediáticamente, se suman a las indolencias y estupideces tantas veces dichas en el repertorio que esa misma prensa repite y reproduce, sobre su cuerpo, sus tetas grandes, su culo ochentoso – que ya no se usa – y el hijo que utiliza como ‘objeto' de circo con una actitud que raya en el síndrome de génesis griega, representado en Edipo y que ella fuerza con impresionante ignorancia.
Jennifer López vive su vida feliz y las demás también, así que déjenme a mi vivir la vida feliz. Dale gracias a Dios que me gustan los hombres y no las mujeres. Fue lo que dijo.
Esta vez, Maripily se sienta en la falda de aquéllos que le imprimen conducta demoniaca a la diversidad de ser lesbiana, lo aviva y lo celebra desde la heterosexualidad insulsa, vana y patética.
Le faltó el respeto, no solamente a aquéllos que viven en una comunidad muertos de miedo por salir del closet, precisamente porque los comentarios como el de Maripily, pueden avivar a un grupito en una barra, en un supermercado o en la sala de espera del cirujano plástico, que quieran linchar a la ‘bucha', a la ‘femme'. Si no, porque falta el respeto aquéllos que del lado de la diversidad y del respeto a los derechos humanos, han revisado sus conductas y han hecho de su vida, con el ejemplo, un mundo de inclusividad honesto y un espacio armonioso de futuro. De comunidad que crece y se mira en el espejo de la prosperidad, no en el de la miseria que ella representa.
Ese despliegue de brutalidad, más que un problema de IQ, es un derroche – así como la silicona y el embarre que alborota su piel – de insensibilidad y de desprecio social al prójimo y a la prójima.
La una se tiene o no se tiene y la otra, se desarrolla acercándose a la vida con humildad, respeto a sí misma, justicia y amor. Es como pretender despachar el tema como se quita y se pone la silicona que le impone belleza artificial, para que otros con tan poca estima como la que ella tiene, consuman su producto. No Maripily, ser mujer, ser lesbiana, ser persona que quiere a otra, es mucho, muchísimo más que eso. Es asumir la identidad a pesar de que existan caminantes como tú. Es mirarse al espejo y saber que vas contracorriente y aún así, proponer la honestidad por encima de todo.
Ser gay es guardar el miedo en la gaveta y salirle a un familiar en una mesa de Acción de Gracias y decirle claramente, en esta mesa no se permiten los chistes homofóbicos, xenofóbicos, que te distancian de lo cristiano que dices ser cuando te vistes de diácono y te das golpes de pecho en la parroquia. Ser gay es también perder a amigos, hermanos, primos, que deciden que se van porque con tu mera presencia se les puede pegar ‘la condición' a los hijos e hijas.
Ser lesbiana es también participar del proyecto socieconómico del país con mucho más compromiso, empuje y responsabilidad, que tantos otros ‘straight' y homofóbicos que como tú, no tienen más que aportar que sus violencias, corrupciones e incapacidades, a diestra y siniestra.
Entonces, vale la pena advertir 'dale gracias a Dios, a las Diosas, a Alá, en quien creas, periodista, que a Maripily no le gustan las mujeres'. Por lo menos yo, no te celebraría en una comunidad que se levanta día a día a laborar a pesar de encontrarse con el acoso, el odio, el discrimen y el desprecio de caminantes como tú.
*La autora es periodista.