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Carla Cavina y un viaje al inframundo para domar a los hombres desde la conciencia

La artista expone una serie de autorretratos en la muestra “Juego de sombras”, abierta en El Bastión del Viejo San Juan.

Carla Cavina y una de las imágenes.
Foto: NotiCel

La cineasta y fotógrafa Carla Cavina tiene algo que decir de los hombres que habitan en su interior. Y para expresarlo utilizó una serie de autorretratos que componen la exposición “Juego de sombras”, abierta en el centro cultural El Bastión del Viejo San Juan.

La muestra -la primera individual de la boricua- es un estudio formal de la disforia de género a partir del cuerpo de la autora y sus fantasías de los hombres que lleva consigo.

Esos hombres están autorretratados en sí misma a través de 12 fotografías que representan, según la artista, “arquetipos universales” de lo masculino, que se pueden encontrar en el tarot, la astrología y la estructura del “viaje del héroe” usada en el cine, algo que Cavina conoce muy de cerca.

“Cada personaje protagoniza aspectos problemáticos de la expresión del ‘héroe’ que se le exige a los hombres ser socialmente, lo que es una expectativa muy compleja de cumplir”, acota la también documentalista.

Para la artista, temas como la valentía, el autosacrificio, la impotencia, el idealismo y el miedo son personificados desde la intimidad del cuerpo propio y del dolor del ser, “de no poder ser lo que se anhela. Ser y descubrir con horror la carga tóxica de lo que se quiere ser”.

Al final, las piezas proponen bajar al inframundo y al inconsciente personal para traer a la luz lo que está reprimido en la oscuridad junto al trauma.

Cavina se sirve de la técnica del claro oscuro a lo “film noir” para autorretratar a estos “villanos” o “santos”, que emergen cual siluetas con intenciones dudosas desde la oscuridad.

"La serie de fotografías consta de tres colores, aparte del negro algunas piezas son color natural, color piel, que se representa un color más cálido, más rojizo... En otras las fotografías son en blanco y negro, y otras en que se sustituye el color piel por azul. Lo que cada color está tratando de evocar son emociones y sensaciones. El blanco y negro, la falta de vida, lo rocoso, lo interte, lunar; el piel, representa la vida, el fuego interno, el deseo de vivir, por eso cambian los tonos; y el azul, es la frialdad por dentro, apagarse, congelarse", cuenta.

Sobre el tema conceptual, Cavina revela que “de niñe nunca me sentí mujer. Aprendí a reprimir lo masculino en mí para agradar a los adultos y a las figuras de poder que censuraban mi forma de ser. Yo era machúa, avispá, salvaje. No censuraban mi masculinidad tóxica, sino mi falta de feminidad. Así lo masculino pasó a ser parte de mis sombras”, cuenta la fotógrafa.

Según la cineasta, “la fotografía se convirtió en el medio para traer a la luz las sombras que me atormentaban desde adentro. Así logré incorporar los hombres que me habitan para integrarlos, amarlos y domarlos desde la conciencia”.

Respecto de cómo fue trabajar con autorretratos, comentó que "desde que empecé en la fotografía los trabajé. Ya para los '90 hubo una exposición en la que mostré 12 autorretratos y se llamaba 'Monstruosa' y eran sobre mi cara distorsionada. Ahora volví al autorretrato en la pandemia, porque estaba sola y ya al final no había más nada que retratar después de mis gatos y mi casa. Solo quedaba yo. Y ahí surgió la idea de cómo me represento y cómo quiero ser representada".

Fue cuando surgió la idea de trabajar con la "masculidad" que habita en ella y que "me encanta. Está también la idea de cómo uno asume lo que no es socialmente aceptado, porque nací mujer, no hombre. Y porque por más que trate la mirada del otre cancela cómo yo me veo a mi misme".

"También es una forma de enfrentar esas ideas de lo que debe ser lo masculino, que deben ser transformadas, no eliminadas. Hay que mirar su esencia para luego llevarla a su manifestación más saludable, socialmente hablando. Todes somos masculinos y femeninos por dentro", sentenció.

Opinó, asimismo, que "autorretratarse es desnudarse ante la mirada del otre. Desnudarse para uno mismo también, urgarse, verse".