Deddie Romero: una niña artista que trabaja ya para su retiro
Desde pequeña ha vivido aceleradamente. Se lo disfrutó pero también ha pagado el precio a nivel personal.
Diosdada Romero López es su nombre de pila. Lleva el nombre de su abuela por insistencia de su madre, una leyenda de la música puertorriqueña, la conguera Sonia López, hija del también legendario músico, Papa Candito- Candelario López Salas..
Deddie Romero es huérfana de padre desde que tiene 9 años. Se crió en una parcela en el barrio Candelaria de Toa Baja hasta que llegó el fallecimiento de su padre, don Radamés. Su madre no quiso regresar a esa casa, recogió todas sus cosas y se mudó para Levittown con sus hijos. Ahí experimentó un golpe de circunstancias. De la parcela en la que se crió en un entorno de vacas y gallinas, llegó a un lugar muy diferente, mercadeado en sus inicios para norteamericanos. Y no se sentía cómoda, pero fue ahí cuando decidió dejar de ser la niña buenaza, sacar carácter y no dejarse.
Y no es para menos. A los doce años ya Deddie estaba en tarimas y haciendo espectáculos con la banda de su madre. Estudiaba, trabajaba y viajaba y cantaba por América Latina. A esa edad ya conocía los sacrificios de tener que ser buena en todo, porque su madre le exigía buen desempeño en tarima, buen comportamiento y buen desempeño académico. Así que terminaba sus shows y salía a estudiar rápido. No era una vida normal, y aunque naturalmente se la disfrutó y ha vivido de ese crecimiento que le dio La Salserita, llegó a resentir la dinámica de exigencias de su madre que muchas veces no veía la línea entre la madre y la manejadora.
“Quemé etapas”, dice sin dudar. No conocía el jangueo. Conocía estudiar y trabajar hasta altas horas de la noche. No era una vida normal ni parecida a la de sus pares. Era agotador y el trote era de unos 32 bailes al mes.
Luego de pasar por cinco escuelas distintas, ingresó a la Universidad de Puerto Rico y estudió Teatro Musical, lo que tampoco fue fácil y tuvo consecuencias en su salud. Le surgieron nódulos en las cuerdas vocales porque estaba trabajando dos técnicas a la vez, en la música tropical y en el teatro musical.
Una vez más volvió a apresurarse en su ruta de vida. A los 19 años se casó y dio a luz su hijo mayor, Samuel. Cuando habla de él lo hace con un amor absoluto pero con un dejo de culpa. Deddie tenía dos trabajos, la música y además, laboraba en una aseguradora. No le dedicó el tiempo que hubiera querido. Y en ese proceso de crianza nunca se percató del padecimiento de una condición que tenía su hijo, Déficit de Atención, con Hiperactividad, que ella describe como “a la quinta potencia”.
No entendía su comportamiento y llegó por años a pensar que todo lo que hacía era por fastidiarla a propósito. Fue a los 18 años del niño, mientras le hacía pruebas a su segunda hija, que comenzó a conocer sobre esa condición y de las dieciocho características, el niño tenía once. Lamenta que, a pesar de haber notado todas las banderas, no pudo ayudarlo a tiempo. Pero Samuel sacó buenas notas y ha seguido exitosamente en su ruta creativa, como fotógrafo, camarógrafo y participante de proyectos en y fuera de Puerto Rico con la plataforma de películas Netflix. Se casó hace unos años pero los nietos aún no están a la vista.
Después de Samuel, Deddie perdió tres embarazos, incluyendo uno de gemelos. Se resignó y una vez fue al ginecólogo pensando que tenía un tumor. No lo era. Estaba embarazada de cinco meses de su hija Dieudonnee, una artista que crece como la espuma, que inició por su cuenta utilizando las redes sociales, y que se le conoce como Didi artísticamente. Didi estudió Performing Arts en Nueva York y ha sido parte del elenco de In the Heights en y fuera de Puerto Rico. Próximamente iniciará una gira en Estados Unidos como parte del elenco de Six, una obra musical británica, que trata de las seis consortes del promiscuo rey Enrique VIIII.
Luego de dos matrimonios, con Samuel Vélez y José Acevedo, Deddie ahora convive con su compañero, Richard, de quien dice le ha dado lo que ninguno, paz y colaboración. No se ilusionen. No hay boda a la vista.
Además de su trabajo como locutora en La X- donde lleva un matrimonio radial de quince años con Red Shadow-, es la manejadora de su hija Didi y directora de dos escuelas alternativas que atienden una población potencialmente desertora. Tiene una en Arecibo y una en Bayamón y ha logrado un envidiable nivel de retención de estudiantes, con sólo 1% de deserción escolar. La pandemia aumentó su matrícula y llegó a tener lista de espera de más de 100 estudiantes.
Parte de ese proyecto fue su amigo Albert Rodríguez, el actor y comediante que murió el año pasado de manera sorpresiva. A la pregunta de cómo lo recuerda, se escucha un profundo suspiro. Lo extraña demasiado.
Nunca habla de su edad pero dice que no se vislumbra mucho tiempo más en la radio y tampoco al frente de las escuelas que dirige y que pretende dejar encaminadas para el manejo de otros. Trabaja para su retiro en este momento y no es para menos.
Toda su vida ha sido trabajo. El tiempo le reclama ya espacio. Y no saltar más etapas.
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