La profesora y actriz habló con El Push de la Mañana, edición estelar, también habló con Jenniffer González, la comisionada residente, sobre su personaje en Raymond y sus Amigos.

Norwill Paola Fragoso Mejías. Ese es su nombre completo y el que imparte cierta anticipación a la persona que conocerás.

Es diminuta y a la vez inmensa, picoreta, estudiante, maestra, amante de Puerto Rico, del idioma y de la actuación.

Nació en Santurce, estudió en el Colegio San Antonio de Río Piedras y se crió en una familia compuesta por mamá, papá y una hermana que ama, pero con un poderoso modelaje de su abuelo que, en la conversación con El Push de la Mañana, edición estelar, refleja con lágrimas al referirse a él como su roca, como la persona que la ha motivado a ser vocal, a denunciar lo incorrecto,- aunque la tilden de comunista- y a aprovechar sin miedo el privilegio de tener voz.

Es un rol que su familia respeta y le teme a la vez. Pero ella está muy clara. Su voz es para hacerse oír.

Desde pequeña era buena estudiante y hubiera sido mejor, pero le atraía más todo lo extracurricular, era presentá, y se metía en todo. Era claro que no seguiría la tradición familiar de ser empleada de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados. Quería estudiar en la Universidad de Puerto Rico- su abuelo tiene en la sala una foto de la icónica torre del recinto- y que sería actriz.

En el proceso de formarse como profesional, dio clases de Oratoria. Más de diez años enseñó en el Colegio Católico Notre Dame de Caguas, lo que provocó sorpresa y evocó memorias en nuestra conversación que brevemente cogió un vuelco hacia la enseñanza de hoy día, hacia la preocupación por un buen número de jóvenes que muestran desinterés por la lectura, por el idioma español, por la escritura y por el pensamiento libre.

Ahora, como profesora en la Universidad del Sagrado Corazón, vive esa frustración con estudiantes suyos, a quienes, sin embargo, los tiene al palo leyendo.

Dando clases en Notre Dame le surgió, hace ocho años, la oportunidad de trabajar en el show de Raymond y sus Amigos. Fue a la audición y al salir, sabía que la iban a llamar. Y así fue. Al otro día la llamaron de la producción de Tony Mojena y además de su contrato, puso condiciones: sus papeles no acudirían a la burla y nunca irían en contra de sus principios. Y así fue y así ha sido.

Su relación con la comisionada Jenniffer González

Incluso, las veces que se ha creado polémica por alguna parodia en la que involucra a la comisionada residente Jenniffer González, ríe, porque se ofenden mucho. Menos la Comisionada. De hecho, conversó sobre su papel con la funcionaria que un día la llamó, le dijo lo mucho que gozaba su personaje y le dio las gracias por presentarla con dignidad. Norwill, independentista, le agradeció el trabajo que hace por Puerto Rico “en un mundo de hombres y en un partido al que ya no se le tiene fe”. Lo tenía que decir. Y lo dijo.

La discriminó el público, no la industria

Su entrada a la televisión marcó una preocupación familiar grande. Su madre temía que la exposición la hiciera sufrir. Norwill estaba clara de que su peso iba a ser motivo de burlas. Fue discriminada, no por la industria, sino por el público. Lo leía en los comentarios crueles en las redes pero asegura que no tuvieron ni tienen impacto. Ese fue su salto creativo y es el que la ha traído hasta donde está. Su visión era que la gente se iba a acostumbrar.

Y está con las manos llenas y la agenda apretada. No janguea. Siempre está ensayando para un nuevo proyecto y hoy precisamente celebra que se han abierto ya seis funciones de “El juego del cabrón”, una parodia del éxito de Netflix “Squid Games”, que ha requerido que la formalita y perfecta del idioma, tenga que “tirarse pa’l solar”, hacer chistes “medio under” y hablar esplayao. Pero le encanta. Es un papel y va a escena en el Centro de Bellas Artes de Caguas.

A la vez, ensaya para su propia propuesta, el monólogo “La Pepa está en la Ashford”, una adaptación de la obra de Juan González Bonilla que muestra a una vecina del residencial Luis Lloréns Torres que decide entremezclarse con la gente del acaudalado Condado, solo para descubrir que aquello tan bonito compartía muchas miserias de su pobreza. Esa pieza sube a escena en octubre en el Teatro Braulio Castillo de Bayamón.

Norwill es una especie de dínamo que llega y te atrapa. Al despedirnos, nos quedó el compromiso de regresar al colegio que tanto amamos y hacer un proyecto juntas para propagar el amor por el idioma y la lectura. Que así sea, Norwill.

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