Los cien días de Rosselló y la Junta… lo que debió pasar
La evaluación de los primeros cien días de un gobernante podría parecer un ejercicio fútil. Una mirada desde mi cobertura como periodista de los pasados veinte años de historia política del país, me lleva a pensar que no. No se si lo hacen de forma consciente o por casualidad, pero las actuaciones de los pasados gobernadores durante los primeros meses han marcado su administración y de que manera.
El análisis de los cien días de un gobierno es una tradición arraigada en muchos países. Se inició con el presidente de EEUU Franklin D. Roosevelt en 1933, con el propósito de establecer medidas y propuestas encaminadas a sacar a ese país de la Gran Depresión.
Si en cierta medida, los primeros cien días del gobernador Ricardo Rosselló nos pueden dar cierto atisbo de lo que se puede esperar del resto de este cuatrienio; entonces creo que ha perdido un gran momento.
No puedo negar que me ha sorprendido su capacidad de diálogo; su efectividad en comunicar su gestión junto a un equipo que ha manejado excepcionalmente la percepción pública. De hecho, desde la administración de su padre, el exgobernador Pedro Rosselló González, no veía un residente de La Fortaleza que, en lugar de apagar fuego, se mantuviera a la ofensiva -y no a la defensiva- en cuanto a los temas diarios de discusión.
Añado a la ecuación, la disciplina de estos cien días de hacer propuestas con proyectos de ley en mano. Puedo estar en desacuerdo con algunas de ellas, pero le aplaudo esa responsabilidad; porque permite la discusión real y no sobre supuestos en cuanto a la política pública que pretende implantar.
Ha demostrado -nos guste o no- que sí tenía un plan ( plan, plan, plan). Además, es organizado, estructurado y con la capacidad de controlar la opinión pública pese a propuestas que resultan negativas para ciertos sectores.
Ahora… Lamento se haya quedado corto en defender al país de la imposición de una Junta que es la confirmación hecha ley de nuestra realidad colonial. En un momento, pensé le haría frente diciendo que es imposible cumplir con los recortes propuestos porque se nos viene abajo el país.
Ricardo Rosselló y todo su equipo saben que es imposible recortar lo que exige la Junta sin afectar a los más pobres que recibirán menos servicios en su plan de salud; sin afectar a niños y niñas con el cierre de escuelas. Saben que el retirado que recibirá menos, recortará sus gastos y esto afectará la economía.
Saben que no hay una sola medida de desarrollo económico en PROMESA (ley que impulsó el Congreso y que faculta la Junta de Control Fiscal) y saben que cada vez más, se irán familias boricuas a suelo estadounidense buscando el buen empleo que aquí cada vez está más escaso. Saben que se les acaba el tiempo para negociar con los acreedores y que estos no quieren que se les recorte su pedazo. Me parece absurdo, además, que no quieran auditar la deuda para saber quiénes son los responsables de este desfalco.
Mientras todo esto ocurre, la Junta de Control Fiscal (JCF) hace lo que por años le hemos criticado al mismo gobierno que ellos pretenden poner en cintura: Otorgar jugosos contratos que contradicen su premisa de que hay que recortar porque el gobierno no tiene dinero y que todos tienen que hacer sacrificios.
El que ha leído PROMESA sabe que el gobierno puede hacer muy poco, porque la JCF está sobre las tres ramas del gobierno de Puerto Rico e incluso, si un funcionario la desobedece, solo tienen que ir al Tribunal Federal para ordenar que se le arreste. Pero, se atreverán?
Si todos los economistas, incluyendo el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz coinciden en que la receta de austeridad de la JCF no ha funcionado en otros países y que solo profundizará la crisis, por qué el gobernador la acepta? Por qué si no acepta la Junta lo puede arrestar? Pues que lo arresten, que el país se va detrás.
Imagina usted el escándalo internacional si el Gobernador, sus jefes de agencia y los legisladores son arrestados porque decidieron defender al pueblo y desobedecer a la Junta Fiscal? Solo imagínelo. Creo que Rosselló Nevares ha perdido una gran oportunidad en estos cien días de hacerle frente a la Junta. Estoy segura que si hubiera dicho que no, tendría de aliado a todo el país.
Gobernador, ya pasaron los cien días, pero aún tiene tiempo. Le queda el resto del cuatrienio para que no vuelva a perder su oportunidad de decir como su padre 'Don't push it' y de paso, provocar la crisis que siempre ha propuesto. Recuerde, retar a la Junta puede ser su verdadero 'Plan Tennessee'.
*La autora es periodista de NotiCel.com.