Ese día, en distintos años, ocurrieron hechos trascendentales en el país: en 1898, la invasión de EEUU a la Isla; en 1952, el establecimiento del ELA; y en 1978, los asesinatos del Cerro Maravilla.

Hoy, 25 de julio, la historia se hace presente en Puerto Rico, no solo por la celebración del establecimiento del Estado Libre Asociado (ELA), sino que también por otros dos acontecimientos de relevancia que ocurrieron el mismo día, pero en distintos años: la invasión de EEUU a la Isla (1989) y los asesinatos del Cerro Maravilla (1978).

Los tres sucesos generan controversia, por lo trascendentales que fueron en su momento, tras marcar la historia puertorriqueña.

Para el copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), Julio Muriente, el 25 de julio “es una fecha en la que se han suscitado algunos de los momentos más negativos de nuestra historia”.

Para Muriente, en esta línea de tiempo, la invasión estadounidense, por Guánica, el 25 de julio de 1898, “dio inicio a 124 años de colonialismo, el cual está todavía vigente, impidiendo que ejerzamos el derecho inalienable a nuestra libre determinación e independencia”.

Agregó que “estos 124 años han sido de persecución, encarcelamiento y muerte contra nuestros luchadores independentistas, ataques a nuestra cultura y a nuestra naturaleza, y de explotación de nuestros recursos y nuestro trabajo, para el beneficio de la nación invasora”.

Según el político, el mismo día 25 de julio, pero de 1952, “fue usado para inaugurar la farsa del llamado Estado Libre Asociado. Cuando, en el contexto internacional de la posguerra, la vergüenza del colonialismo se hizo insostenible, el gobierno y las clases dominantes de Estados Unidos idearon esa criatura. El propósito era decirle al mundo que varios cambios cosméticos habían acabado con el coloniaje, a la vez que mantenían inalterado el poder que el Congreso de Estados Unidos ejerce sobre nuestras vidas. Para ello contaron con la colaboración del Partido Popular Democrático (PPD).

En cuanto al otro 25 de julio, el de 1978, comentó que “las vidas de los jóvenes Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví fueron vilmente apagadas en un intento inútil por amedrentar al movimiento independentista. Señalamos además que, aunque algunos policías cumplieron años de cárcel, los autores intelectuales, de acá y de allá, no fueron llevados ante la Justicia”.

Consideró que el 25 de julio “no debería ser fecha para vanas celebraciones, sino para una profunda reflexión sobre nuestro pasado histórico, nuestra realidad actual y la necesidad de que advengamos a una condición política de libertad y dignidad”.