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Opiniones

Biden y su alerta Silver

El licenciado Víctor García San Inocencio comenta sobre la situación actual del Partido Demócrata de Estados Unidos y los delegados boricuas.

El licenciado Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Archivo/Juan R. Costa

Ahora que la senilidad política se hizo más evidente en el primer debate presidencial estadounidense, comienza a hablarse de la alerta Silver para políticos, que bien podría llamarse a partir de este año, la alerta Biden.

Mientras la alerta Silver en cuanto al extraviado candidato Biden no para de sonar entre los que mueven el dinero en el Partido Demócrata de EE UU, la delegación-rabo procedente de Puerto Rico que irá a la Convención de ese partido, permanece agónica y catatónica con los eventos. No es para menos, pues el guiso fácil de presentarse y ventearse en la Convención, se le ha escurrido entre los dedos, e inmóviles como están, no saben hacia donde dirigir su busconería, pues se duda que el presidente Biden correrá.

El próximamente descabezado director de la “PRAFA” en Washington nadó con fuerza bajo el manto de Pierluisi para sacarse la presidencia de ese partido fantasma en Puerto Rico. Desde los tiempos de Doña Fela, pasando por los de Romero y Hernández Agosto, donde una masa de cientos de miles de electores se movilizaba, sin saber para qué, ni para votar por quién, pasando recientemente por “Little Mac” y Prats, y sus pactos, hasta llegar a Charlie Rodríguez y el licenciado Pernas, ese partido ---el Demócrata de Puerto Rio--- ha sido una burla influencista de acomodados y acomodadores.

Este año, caídos en su peor abismo, la sucursal demócrata de Puerto Rico se enfrascó en una elección de delegados donde lo más explotado y granado del PPD se metieron a monos y perdieron el rabo en una anémica actividad. Ganar esas asambleas era de carácter “vital o estratégico como evento crucial camino a las elecciones”, según el candidato popular a Washington. Como no les fue bien, a los alcaldes PPD y el augurio no fue bueno no han vuelto a mencionar la paliza recibida.

El inflamado alcalde de Villalba, dirigente de los alcaldes populares y segundón en la primaria con Jesús Manuel, se cogió junto a su plancha un pela épica. Sin embargo, la victoria pírrica del bando PNP-Pierluisi no sirve de mucho ahora que Biden flota en lalalandia.

Es posible que fieles a la carencia de espina dorsal política, los delegados “demócratas” se vayan con el mejor postor, es decir, si Biden se quita, es posible que se vayan con lo que diga la corriente, especialmente compuesta por los billonarios que levantan cientos de millones de dólares para quien sea su candidato a presidente. Después de todo, el simulacro del cual participan los delegados isleños es tan patético y falsificado que da igual a quién apoyen, o lo mismo, si van no van.

Acá en Puerto Rico, el colmo de las falsificaciones a este respecto será la papeleta en donde se le pedirá a los electores el 5 de noviembre, que escojan entre la silla eléctrica o la horca, es decir, que “voten” entre el senil Biden y el convicto Trump. Como si así se eligiese en EE UU un presidente, o como si un residente de Puerto Rico pudiera votar por los llamados “electores” quienes escogerán al próximo presidente americano, si es que no vuelve a ocurrir , esta vez exitosamente, otro intento de golpe de Estado, mediante un asalto al Capitolio.

La cosa pinta como que allá en la verdadera elección Trump prevalecerá contra quienquiera que sea el candidato o la candidata demócrata.

Aún así, la mesa demócrata está servida para la delegación viajera PNP, que encabeza Charlie Rodríguez y el frustrado heredero pierluisista, el licenciado Dávila Pernas. Se supone que estos delegados además de turistear y ser hazmerreír de sus amos, voten por Biden si él o su tutor insiste que correrá, pues se comprometieron a hacerlo ante un puñado de miles de asistentes al Pedrín Zorrilla.

El tiempo dirá cual es el resultado de esta feria de inutilidades y a cuáles extremos de lo ridículo llegarán estos otros delegados.

Mientras tanto, observemos el patético circo que hacen, pues de ellos es en este turno el reino del ridículo.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).