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Opiniones

Las urnas aquí y allá

Lea la columna del licenciado independentista Víctor García San Inocencio.

La política estadounidense es una ascosidad. Impera con sus resortes el dinero sobre cualquier criterio racional democrático, por lo que los intereses económicos mientras más grandes son, más la controlan.

Aún así, los medios de comunicación, que casi siempre son portadores de los intereses económicos que sostienen la desigualdad y la inequidad del Mercado, y el propio gobierno de los EE UU, proyectan ante la Humanidad que ese país es el campeón mundial de la defensa de la democracia. Esto es tan cierto como la leyenda de que Jorge Washington nunca dijo una mentira.

Baste con examinar la historia de las continuas violaciones de los derechos electorales de millones de personas, así como la persecución sistemática de opositores para tener una idea de lo que la democracia estadounidense es: una farsa, un fraude y una mentira colosal. Para no mencionar los estragos causados por ese país contra los derechos humanos de cientos de millones de personas en el mundo.

Alrededor del planeta, en los lugares donde el modelo mediático “democrático” de los EE UU ha sido exportado y publicitado, hace tiempo que aprendieron a no tomárselo en serio. No pueden hacerlo, porque en sitios como Europa, y decenas de países bajo su órbita, con raras excepciones, la política se ha convertido al igual que en los EE UU en un espectáculo vulgar. Las instituciones pierden aceleradamente credibilidad y pertinencia, así como sus procesos. Se ha deteriorado el tejido cívico al punto que han dejado de ser reconocibles aspectos de la política por los que valía la pena luchar, vivir y hasta morir.

Puerto Rico

Nada de lo descrito en torno a la democracia se refiere directamente al caso de Puerto Rico, pues aquí, los EE UU lo privaron de cualquier noción de democracia cuando invadieron al país hace 125 años, haciéndolo su colonia. Su Congreso manda desde entonces por fuerza de la Cláusula Territorial, las agencias del Ejecutivo federal hacen otro tanto por delegación, y a los puertorriqueños nunca se nos consultó de manera vinculante sobre fórmulas no coloniales, ni territoriales. Para colmo, una agencia de cobros, alucinantemente costosa opera con la Ley PROMESA, para exprimir a los puertorriqueños de hoy y de los próximos treinta a cuarenta años.

El organismo zarista ---Junta de Supervisión Fiscal--- impone sus determinaciones sin consultar a nadie y a un costo operacional extravagante de cientos de millones de dólares al año. Esta Junta es responsable de agravar las condiciones de vida de los puertorriqueños, de provocar una hiperinflación y el recorte de innumerables derechos.

Aun así, a pesar de toda esta opresión a veces escondida y sobre la cual es casi un delito mencionarla, en Puerto Rico, la inmensa mayoría aspiramos a que algún día vivamos en una democracia, donde nuestro pueblo y no otro, mande y gobierne por y para sí, y en donde podamos celebrar que no somos colonia de nadie.

Contraste y Comparsa

El contraste, sin embargo, es indignante y opresivo, una comparsa del liderato de dos partidos políticos locales se alterna en el gobierno para hacer más de los mismo, mal administrar el presupuesto local, utilizar al gobierno para beneficiar a los suyos, o para entregarlo a los amigos del alma, proyectar falsas soluciones de status, una de éstas desahuciada, el ELA, y la otra desahuciada a plazos, la estadidad.

Teniendo idéntica desorientación ambos seudo-lideratos siempre andan tratando de diferenciarse falsamente. Su frenesí por esos dos disfraces los lleva incluso a organizar certámenes falsos para elegir al presidente de los EE UU. El liderato de esos partidos que en sí mismo son un disfraz ---popular y penepé--- se disfrazan nuevamente de demócratas y republicanos. Imitan como tristes esclavos a sus amos vistiéndose como ellos.

Poco les importa lo que gastan de dinero público en esas fantasías, ni el tiempo que pierden, ni la credibilidad que minan de las instituciones, ni las corruptelas influencistas a las que se prestan. Siempre que el delirio febril les sirva de hipnosis electoral, todo se admite y permite.

Biden y Trump

Este fin de semana escuché los comentarios de varios comentaristas políticos locales, casi todos a sueldo directo o indirecto, cacofoneando las noticias del debate presidencial estadounidense con aires de preocupación y con solemne voz engolada.

Cuánta preocupación manifestada por una democracia que no existe allá, y que aquí nos ha sido doblemente negada toda la vida a los puertorriqueños.

Entre los candidatos Lucifer y Satanás ---Biden y Trump--- uno podría preocuparse por los EE UU, ---donde habitan dos terceras partes de los puertorriqueños---, por los cientos de millones de personas que viven allí, o por los ocho mil millones de habitantes del mundo, dada la enorme influencia de la primera potencia mundial. Que un presidente senil tenga el control de las armas nucleares de ese país, o que la opción allí fuese un presidente delincuente, embustero, cínico y aspirante a fascista, debiera ser motivo de seria preocupación.

La irresponsabilidad pnp-ppd

Pero es aparatosamente paradójico y chocante que el liderato político del PPD y del PNP estén no sólo enfilando a prestar su apoyo a estas dos opciones suicidas de los EE UU, sino que contemplen siquiera poner a los puertorriqueños aquí a escoger falsificadamente en una papeleta entre la senilidad de Biden quien también es malo, y la perversidad de Trump.

El presidente estadounidense no se elige por voto directo, ni siquiera en aquel país. Los residentes en Puerto Rico están excluidos de esos procesos. Pero la payasada engañosa del bipartidismo pnp-popular prosigue con el disfraz demócrata-republicano.

El establishment bipartidista pnp-ppd necesita un purgante y una paliza el día de las elecciones. No sólo no les importa ser el hazmerreir ante los ojos de sus amos estadounidenses, sino que no sienten vergüenza, ni remordimiento por todo el daño que han hecho. Mientras gastan y contratan a mansalva, hacen del favoritismo político una vocación; y mientras arruinan al gobierno y al futuro, y se regodean entre la avaricia y las influencias, el país sufre, emigra, se desangra, se deprime, y no ve espacio para su esperanza.

La oportunidad viene. La cita es en las papeletas el 5 de noviembre.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).