Respuestas irracionales
El exrepresentante comenta sobre las respuestas "prefabricadas" de los gobernantes.
Los gobernadores, no importa la insignia del partido de la dependencia ---pava o palma--- bajo la cual corrieron tienen acostumbrados al país a sus respuestas evasivas, a sus libretos masajeados, a los guiones practicados y a sus gesticulaciones, lo que incluye a veces, las malas crianzas y otros desenfados infantiles. El filtro de sus bien remunerados asesores evita casi siempre el desparpajo y la irracionalidad a la hora de responder a alguna pregunta que tiene que formular naturalmente cualquier periodista responsable que no haya sido amordazado.
Aun así, a veces, cuando se toca un nervio o un asunto muy sensitivo, la respuesta inesperada aparece en forma de una no-contestación, de un ataque vitriólico que a lo que más llega es a acusar al otro, o a pedirle al denunciante lo mismo que éste ha pedido que se haga con el denunciado.
Me pasó una vez, allá para el año 2000, bajo la administración de Pedro Rosselló, cuando investigué, compilé y envié prueba irrefutable de malos manejos del Secretario de Educación Víctor Fajardo, y la respuesta que obtuve del gobernador fue que debería renunciar al escaño legislativo al cual había sido electo y ocupaba, hacía tres años entonces. Es decir, que de pedir al gobernador que exigiera la renuncia de Víctor Fajardo, recibí por respuesta su petición a que fuese yo quien renunciara.
La respuesta irracional de Rosselló me sirvió para corroborar mis peores conclusiones previas. Víctor Fajardo estaba metido en un gran lío, manejando sumas extraordinarias de los entrejuegos del Departamento de Educación, entidad que era una alcancía del PNP, y había alcanzado tanto poder allí, que su influencia podía llevar a respuestas irracionales, que pusiesen en peligro al incumbente de Fortaleza mismo y a futuras aspiraciones políticas. El tiempo me dio crudamente la razón. Fajardo se embolsó millones largos, utilizó recursos públicos locales y federales para su beneficio y el de terceras personas, fue convicto y fue preso varios años, mientras que Pedro Rosselló no volvió a ser candidato, ni a ser electo en una elección general, aunque sí, accedió a un escaño senatorial para llenar una vacante creada súbitamente.
Dedico tiempo desde hace más de cuatro décadas como estudioso que soy de la política, a examinar las respuestas ensayadas de los gobernadores, a detectar quiénes pueden haber contribuido a articularlas y a crear el masaje de opinión pública del cual se hacen drogodependientes los incumbentes de la Fortaleza. Incluso, son adictos a la droga del comunicacionismo y relacionismo profesional o, a lo Sixto, uno que otro incumbente que haya entregado un "proxy" para que sean otros, u otra, quienes tomen decisiones importantes en Santa Catalina.
Todo el mundo sabe en Puerto Rico, que por su propia boca el Secretario de Salud actual ha manifestado su interés ---no sabemos si su vocación--- por ser candidato a Comisionado Residente. La primera vez que lo dijo patinó y pisó la línea, aunque trató de recoger vela. A partir de ahí, resulta difícil saber, si cuando decide actuar, o no actuar a la hora de tomar decisiones lo hace pensando 100% en la salud de los puertorriqueños, o si de alguna manera interviene en su cabeza o corazón su aspiración o preocupación para ser Comisionado Residente. De la misma manera, uno se pregunta sin en ese hacer o inclinación por no hacer, intervienen otras consideraciones, como las de montar o financiar una campaña, o las de ganar simpatías no importa qué, o incluso, la de influenciar al Jefe de su partido para que lo avale como compañero de papeleta.
Es previsible por lo tanto, que estas dudas, que ameritarían respuestas razonables fruto de la reflexión y el buen discernimiento, sigan aumentando a medida que el Secretario de Salud sigue actuando como un pre-precandidato ----si es que la pre-preñez existe--- yendo a foros aquí, en Nueva York y haciendo contactos o re-contactos en el Congreso a donde "casualmente" aspiraría como lo ha dicho.
Supongo que el gobernador no pudo, o no supo dar una respuesta racional a la solicitud de renuncia del Secretario de Salud, porque no era posible comprometerse con una respuesta racional. Acaso, porque lo quiere de candidato en lugar de a Doña Jennifer y afirmándolo, precipitaría una primaria a la gobernación, pues es difícil pensar que ésta se plegaría dócilmente. O, quizás porque teme, que con tanto lío e intereses detrás de los verdaderos controladores de la salud de los puertorriqueños ---las aseguradoras médicas, las del oligopolio--- pueda caerle una tonelada de aserrín, no una pajita, en el vaso de leche. Ya saben, más tuntunes de madrugada en algunas puertas y escándalos, entre otros. Pero ante el planteamiento directo pidiendo la renuncia del Secretario de Salud, prefirió el gobernador, haciendo uso de su peritaje, acusar de politiquero a quien simplemente expresó un criterio racional de que el Secretario de Salud debería dedicar 100% de su tiempo a su cargo y no menguarlo ---nunca diría mellarlo--- con las distracciones de su aspiración a Comisionado Residente.
El tiempo, que también coordina las cosas, quizás se encargue de hacer de esa aspiración a Washington, un sueño de una noche de verano, o una simple conversación de terraza en casa de algún vecino.