De la incertidumbre a Cooperstown (se pasó a otra nota)
Columna del periodista de NotiCel Hiram Alberto Torraca.
En diciembre de 2002, luego de varias temporadas de altibajos, los Mellizos de Minnesota se dieron por vencidos con David Ortiz y lo dejaron libre.
En aquel entonces, con 27 años de edad, Ortiz era reconocido por su fuerza con el madero, pero se le consideraba limitado en otras áreas como para ser un pelotero de todos los días en las Grandes Ligas.
Pero hubo alguien que conocía muy bien a Ortiz y entendía que era cuestión de que tuviera una genuina oportunidad para demostrar su calidad. Ese "ángel" en el camino de Ortiz fue Pedro Martínez.
En ese tiempo, Martínez labraba su camino hacia el Salón de la Fama como uno de los mejores lanzadores del béisbol en uniforme de los Medias Rojas y al enterarse que su amigo se había quedado sin trabajo, contactó al gerente general de los Medias Rojas, Theo Epstein para que le diera un chance a Ortiz.
Aún con figuras estelares como Martínez, Manny Ramírez y Nomar Garciaparra, los Medias Rojas no habían avanzado a los playoffs desde el 1999, por lo que el as quisqueyano le expresó a Epstein que Ortiz era la pieza que necesitaban.
Así las cosas, en enero de 2003, exactamente 19 años atrás, Ortiz firmó un modesto contrato con los Medias Rojas de Boston para ir al campo de entrenamiento a tratar de ganarse una posición.
En esa primavera había mucha competencia por la primera base y bateador designado entre Ortiz, Kevin Millar, Jeremy Giambi y Shea Hillenbrand. Aunque en un principio Ortiz no parecía ser el favorito del manager Grady Little, el tiempo se encargó de despejar el camino para que Ortiz fuera colocado regularmente en la alineación de los Medias Rojas y el resto fue historia. Nunca más estuvo fuera por 14 temporadas, convirtiéndose en una de las más grandes figuras en la historia de la franquicia.
Anoche, Ortiz fue electo al Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas con el respaldo del 77.9% de los votantes en su primer año en la boleta. Este año también hizo su debut en la boleta Alex Rodríguez, el que debido a su suspensión por violar la política de dopaje, quedó rezagado con un 34.3%.
Esto era algo impensable hace 19 años, cuando Rodríguez ya era una superestrella consagrada, con todas las herramientas, que iba para la tercera temporada con los Vigilantes de Texas de un contrato récord de 10 años y $252 millones, y Ortiz simplemente un jugador que batallaba por quedarse en las Mayores.
Pero como la pelota, la vida da mucha vueltas. A una edad en que se comienza a perder la fe en los atletas que no acaban de descollar, Ortiz se superó y aprovechó la oportunidad que tanto estaba esperando. De inmediato comenzó a producir en los momentos más importantes, lo que junto a su carisma y personalidad, lo convirtió en un ídolo de la fanaticada de Boston, al que todos luego conocieron como el 'Big Papi'.
El dominicano transformó la franquicia bostoniana y los convirtió de nuevo en ganadores luego de más de ocho décadas de frustraciones. En el 2004, Ortiz cambió la historia del juego al encabezar la remontada más espectacular de todos los tiempos en la que Boston ganó cuatro juegos seguidos luego de haber caído abajo 0-3. Ortiz dejó sobre el terreno a los Yankees de Nueva York en las primeras dos victorias de Boston y fue nombrado el Jugador Más Valioso. Una semana después, los Medias Rojas completaron la barrida sobre los Cardenales de San Luis logrando lo que parecía imposible, ganar la Serie Mundial, su primera desde el 1918.
Pero eso no quedó ahí. Ortiz le dio a Boston otros dos campeonatos, en el 2007 y 2013, en este último siendo el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial.
En el 2013 hubo tres momentos que demostraron el valor y la trascendencia de Ortiz para el equipo, la comunidad y la historia del deporte. En abril fue el atentado en el Maratón de Boston y Ortiz como líder del equipo, habló a la multitud en el Fenway Park en el primer partido luego del suceso. "This is our fucking city" fueron palabras que le llegaron al corazón a la fanaticada y son inolvidables.
Luego, en el segundo juego de la Serie de Campeonato ante los Tigres de Detroit, pegó uno de los batazos más memorables de todos los tiempos en los playoffs. Al primer lanzamiento de su compatriota Joaquin Benoit pegó un grand slam que empató el partido en la octava entrada y evitó que los Red Sox cayeran en un hoyo 0-2. El batazo es recordado por la imagen del jardinero Torii Hunter cayendo al otro lado de la verja del bosque derecho del Fenway Park y el guardia de seguridad en el bullpen de Boston celebrando con los brazos en alto.
Y en el cuarto juego de la Serie Mundial en San Luis, con Boston en desventaja en la serie 2-1 y atrás en el juego, Ortiz reunió a sus compañeros en el dugout y les dijo unas palabras que tuvieron como efecto que los Medijas Rojas ganaron tres juegos seguidos y se llevaron la serie.
Esos momentos definen lo que fue Ortiz. Un ganador y uno de los mejores bateadores en el clutch en la historia de las Grandes Ligas; el líder que todos escuchaban y seguían y una figura legendaria que trascendió el deporte muy consciente de su responsabilidad con la comunidad.
Ortiz se despidió de las Mayores luego de la temporada de 2016 con una de las demostraciones más impresionantes para un jugador en su año final. Fueron muchos los que cuestionaron su decisión de retirarse cuando todavía estaba tan productivo. Pero decidió irse en grande.
Con sus tres sortijas de Serie Mundial, 541 cuadrangulares, 632 dobles, 1,768 carreras remolcadas, 10 Juegos de Estrellas, siete Bates de Plata y el premio Roberto Clemente en el 2011, era cuestión de tiempo para que recibiera la llamada anunciándole que era un inmortal del béisbol.
Sin embargo, estuvo muy cerca de no vivir ese momento. El 9 junio de 2019 fue baleado en la espalda en un bar de Santo Domingo y ha tenido que ser sometido a varias operaciones. Por estos hechos las autoridades dominicanas han acusado a 13 personas y han afirmado que Ortiz fue víctima de una confusión.
Como lo hizo durante tantos años en el terreno de juego, 'Big Papi' pudo salir airoso de su turno más importante, en el que no corría el riesgo de ser out, sino de morir.
Completamente recuperado, anoche Ortiz pudo celebrar con sus familiares y amigos lo que definió como "el mayor honor que un pelotero puede recibir en su vida".
Y el 24 de julio tendrá su placa en el recinto de los inmortales esta gloria del béisbol latinoamericano, que en un testimonio de perseverancia y superación, fue de la incertidumbre a Cooperstown.