¿Por qué aplauden?
El conjunto patético que suele torcer la gobernanza tiene componentes con funciones que no cambian, aunque el color del partido gobernante de vocación colonial, sea popular o penepé se alterne.
¿Por qué aplauden? preguntó el gobernante ciego.
“Son palomas que baten sus alas huyendo de tu presencia”, contestó su acompañante.
Un adulador o un trepador de oficio hubiesen contestado alguna otra cosa, algo así como:
“Lo aplauden a usted, pues sabe usted cuánto lo aprecian y admiran”
Gobernar no es un mamey. En una colonia sin poderes harta de síndicos federales que supervisan y pueden vetar cualquier decisión, el falso gobernador se entretiene e interpreta un papel falsificado donde termina llenando la vacante de repartir prebendas, cargos ornamentales, algo de influencias y contratos que pueden estar amañados y truqueados.
El conjunto patético que suele torcer la gobernanza tiene componentes con funciones que no cambian, aunque el color del partido gobernante de vocación colonial, sea popular o penepé se alterne.
El Gabinete
Toda Administración lo necesita. Lo integran secretarios y jefes. Con muy pocas excepciones son seguidores a pie de juntilla del gobernante electo. Suelen tener destrezas, algunas políticas, otras gerenciales. Algunos tienen calle, otros la burbuja de donde no han salido.
Deberían ser especialista en las áreas para las que se les nomina y confirma casi universalmente por la fusión de poderes entre las ramas del sistema anti republicano de gobierno que pone el control del gobierno en un solo partido, incluida la rama legislativa y judicial.
El gabinete es el producto de los juicios y de los caprichos del gobernante. Los departamentos se organizan generalmente conforme al principio del demérito o del mérito partidista. Entre abundantes ayundantías y destaques, se configura una cúpula que dirige cada agencia. Suelen acompañar al jefe nominado y confirmado funcionarios enlace con las jefaturas camerales. En el caso criollo puede haber decenas de ayudantes presidenciales legislativos “residiendo” en las agencias del ejecutivo. Son los responsables de un tipo de bipolaridad gubernamental.
Resulta que hay un polo gubernamental eficiente y uno que no lo es. El polo eficiente es el que sirve prioritariamente a los que están bien conectados con el partido del gobernante. Ahí se pasa trabajo en conseguir acción, pero no tanto como en el polo ineficiente. Este último es el que sirve a Juan y a Juana del Pueblo. Ahí los trámites son lentos, nada se produce de manera expedita. A falta de palas la fila es larga y la burocracia complicada. La fila de los permisos, los contratos y de los empleos solo existe para quien no está conectado. Quien lo está disfruta de una especie de carril exclusivo.
El Gabinete preside sobre esta gran pirámide de mando. Mientras más costosa ha sido una campaña política más sobresaliente resulta la buena suerte de algunos en los ascensores que evitan la escalera burocrática.
Se instaura pues un gobierno dentro del gobierno donde los de un color político se sirven y favorecen. De hecho, en el mundo bipartidista que ya empieza a descomponerse, muchos consideraron necesario “estar con uno de los dos, azules o colorados”, para tener éxito. Algunos se banquean con los dos partidos.
Este sistema que se duplicó alternadamente por más de cinco décadas entre el PNP y el PPD es el responsable de la quiebra fiscal y de la bancarrota gerencial del gobierno. Para no mencionar el descalabro de la ética gubernamental, reducida a formulismos y a casos menores, nunca a los de mucha monta.
Los entes fiscalizadores
En toda administración hay funcionarios buenos, eficientes e íntegros de todas las ideologías. Lo que sucede es que muchas veces escasean, se les tiene arrinconados, o se les fustiga, si hacen lo que sería natural: no discriminar y mantener un solo estándar de servicio para todo ciudadano sin importar sus preferencias ideológicas. Los entes fiscalizadores deberían ser modelos de gobernanza en este aspecto. No obstante, a veces sucede lo opuesto.
La designación de jefes de entes fiscalizadores suele ser la más política de todas e intervienen negociaciones importantes. La selección se da con sesgo partidista casi siempre y se sospecha de aquellos que pudieran ser designados que suelen ser ágiles, estrictos y tener iniciativas sin reírle las gracias a nadie.
Leyes defectuosas, carencia de coordinación, y sesgos temperamentales e ideológicos pueden combinarse para conseguir una disfuncionalidad operativa de un ente fiscalizador, La incoherencia y falta de coordinación del conjunto explican por qué opera a sus anchas el polo eficiente del gobierno orientado a todas las formas del favoritismo.
Los Ayudantes de confianza
Ojo. Son necesarios para temas en extremo específicos, pero debería reducirse dramáticamente su número. Que haya casi seis mil en el gobierno es la mejor evidencia de todo el pegamento que necesita la partidocracia popular-penepé que se alterna para sostener sus estructuras politiqueras de gobierno a nivel central, regional y en las alcaldías.
Los no-ayudantes con extrema confianza y pleno acceso al aparato gobernante
Hay allegados al gobernante, quienes influyen en sus decisiones, evaluaciones y prejuicios. Estos no son funcionarios públicos. Se sitúan fuera del gobierno para participar del festín contractual y hacen “que algunas cosas pasen y que otras no pasen” a la hora de decidir y cortar el bacalao. Son quienes más daño pueden hacer potencialmente. Degeneraciones como LUMA, como el abuso del oligopolio de las aseguradoras, y el de las privatizaciones a mansalva, no se darían tanto sin esta pieza del engranaje. A veces rondan en los comités de campaña del gobernante, en las recaudaciones, en la redacción de los mensajes, del programa político y diseñando estrategias. Consiguen luego de la elección del gobernante los mejores accesos y hasta el afectuoso agradecimiento. Por nada de todo lo enumerado se vota en las elecciones. Pero la tormenta está ahí, como la gran sombra que explica por qué no funciona el gobierno que debería servir a todos. En lugar de ello pervierten principios y empobrecen nuestras vidas. ¿Por qué aplauden?