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El siglo que aún esperamos

Escuché a uno de esos boricuas que, después de 15 años fuera de Puerto Rico, regresaba a su amada tierra a visitar a su familia. Y decía: “aquí uno no se pierde guiando, a pesar de tanto tiempo, porque todo está igual, pero más deteriorado”.

Juan Zaragoza.
Foto: Archivo/NotiCel

Ya son pocas las horas que faltan para cerrar un año que, por viejo, languidece. Se acerca a todo galope el 2024, que representa el número 25 de este nuevo siglo. Es decir, que sin darnos cuenta ya casi ha pasado frente a nosotros el primer cuarto del siglo XXI.

No somos pocos los que todavía andamos por esta indomable isla del Caribe, y que recordamos como si fuese ayer el viernes 31 de diciembre de 1999. Aquel día estábamos en la víspera de un nuevo siglo y milenio.

Al celebrar la despedida del viejo siglo nos cobijaron sentimientos de tristeza por quienes habían partido hacia la otra orilla y, a su vez, nos regocijó la esperanza por el nuevo tiempo que se avecinaba. Lejos de las catastróficas predicciones de algunos, que variaban desde la llegada del fin del mundo hasta el miedo a que los sistemas informáticos y automatizados dejarán de funcionar, celebrábamos el advenimiento de grandes avances y logros para nuestra tierra.

Casi un cuarto de siglo después estamos aquí con una profunda sensación de que nuestro País no ha avanzado mucho desde entonces. Peor aún, no son pocos los días en que sentimos que vamos hacia atrás, mientras vemos cómo el indomable siglo conduce a otros países del mundo hacia el progreso. Es como si en estas coordenadas del Mar Caribe, tal vez por influencia del Triángulo de las Bermudas, el tiempo misterioso se hubiese detenido. Quizás somos la evidencia tropical de aquellas sabias palabras del escritor argentino Jorge Luis Borges: “hay hechos que no se sujetan a la común medida del tiempo”.

Casi un cuarto de siglo después estamos aquí con una profunda sensación de que nuestro País no ha avanzado mucho desde entonces. Peor aún, no son pocos los días en que sentimos que vamos hacia atrás, mientras vemos cómo el indomable siglo conduce a otros países del mundo hacia el progreso.

De forma más sencilla, recientemente escuché a uno de esos boricuas que, después de 15 años fuera de Puerto Rico, regresaba a su amada tierra a visitar a su familia. Y decía: “aquí uno no se pierde guiando, a pesar de tanto tiempo, porque todo está igual, pero más deteriorado”.

Tal vez llegó a esa conclusión con solo pasar por la avenida Baldorioty de Castro o al cruzar el puente Teodoro Moscoso. Seguro que más elocuentes serían sus palabras si al pasar por su antigua escuela la hubiera visto convertida en un refugio de caballos, o ver la sucesión interminable de estorbos públicos que hay alrededor de nuestra isla.

¡Y pensar que esas son solo apariencias! No sé si ese boricua tenga tiempo de conversar con su gente y adentrarse en las entrañas de nuestra sociedad para descubrir que su amado país no ha avanzado nada en temas de desigualdad, pobreza e inequidad social. Quizás también se sorprendería al conocer cómo han desmejorado los servicios de salud y educación y, peor aún, al saber que hace mucho tiempo perdimos la batalla contra las drogas.

Es decir, que las grandes esperanzas que nos cobijaron a la llegada de un nuevo siglo no se han visto todavía.

Sin embargo, sin perder la fe, hay muchas cosas que pedir para este nuevo año. No son nuevas, pero son muchas. Asistimos a un siglo que va dejando atrás su adolescencia y, a su paso, nos presenta un mundo cada vez más globalizado, ante la cual no podemos enajenarnos ni quedarnos atrás.

Por eso, a sabiendas de que en un año nuestro País emprenderá su ruta al futuro de la mano de un nuevo gobierno con capacidad, experiencia y sensibilidad, es necesario unir voluntades para juntos trabajar hacia el progreso, mejorar la calidad de vida y alcanzar el sueño de la justicia social.

Además, debemos aspirar a que nuestra amada Patria logre emprender un verdadero desarrollo económico sostenible, esta vez sobre los hombros de la gestión de nuestros empresarios, siempre en respeto a nuestro medio ambiente. Todavía estamos a tiempo de lograrlo.

Muchas felicidades en el nuevo año y mis mejores deseos de salud y bienestar a todas y todos los que habitan esta bella tierra.