Antes de que llegue el nuevo año
Que sea un año de refinar aún más el oído para escuchar el dolor y la necesidad, de aumentar la sensibilidad ante los problemas sociales, de encaminar mecanismos firmes de respuesta que garanticen que nuestra gente reciba el apoyo que necesita.
Conforme se acerca el fin del año es inevitable plantearse qué nos deparará el futuro y cuestionarse cuáles serán las prioridades personales a las que una le dará mayor importancia.
Este ejercicio es un poco más complicado de hacer cuando se trata de personas con vidas como la mía en las que siempre tiene que coexistir un fino balance entre lo personal y la obligación de servir, ambas, gestiones de vital importancia pues de ellas depende, de un lado, la estabilidad familiar y del otro, el compromiso asumido con el pueblo.
En esta reflexión, voy a concentrarme en lo primero: en los aspectos personales y lo que espero del 2024, porque para lo demás, hay tiempo. En primer lugar, lo obvio: la maternidad. Por años acaricié la idea de ser madre. Siempre pospuse ese deseo para darle paso a la posibilidad de servirle a Mi Pueblo.
Ha sido difícil, no la maternidad en sí, sino manejar el estigma que se le impone a una mujer profesional que desea ser madre. Es como si la imposibilidad de conjugar ambas cosas fuese un hecho ineludible. Ese sería mi primer deseo: poderle demostrar a las mujeres trabajadoras y a quienes juzgan desde sus prejuicios, que no hay incompatibilidad entre ser madre y servir a Puerto Rico.
En segundo lugar, y vinculado a lo ya establecido, aspiro a recibir a mis hijos en un hogar lleno de amor y comprensión. Esta etapa que inicio en mi vida personal me llena de alegría y por supuesto, supone superar unos retos naturales que surgen con la maternidad.
Ha sido difícil, no la maternidad en sí, sino manejar el estigma que se le impone a una mujer profesional que desea ser madre. Es como si la imposibilidad de conjugar ambas cosas fuese un hecho ineludible
Sin embargo, cuento con una familia estupenda y con un compañero amoroso y comprensivo quienes serán mi sostén en esta nueva hoja que escribiremos juntos en nuestras vidas. En tercer lugar, ya desde el lado humano y sí, vinculado a los asuntos del servicio público, aspiro a que el 2024 sea un tiempo de reflexión y de trabajo encaminado a recoger más de cerca el sentir de la gente, con el objetivo de encaminar soluciones concretas y específicas para atender sus necesidades.
Al margen del partidismo que en ocasiones nos consume, en nuestra Isla hay hombres y mujeres que viven carencias enormes, cuyos recursos no les alcanzan para llegar a fin de mes, personas cuyos familiares los han abandonado a su suerte bien por ausencia de recursos propios para afrontar la carga económica que supone la atención de los adultos mayores o bien, porque han tenido que emigrar para buscar mejores oportunidades de progreso. Hay enfermos sin recursos para cubrir tratamientos cuyas decisiones diarias obligados por sus recursos, los exponen a balancearse entre la vida la muerte. En fin, el año que comienza será un tiempo de escuchar con mayor detenimiento todos esos dolores sociales que en silencio provocan el desvelo y para los que hay que procurar soluciones directas y sensibles.
Espero que el 2024 sea un año de mucho crecimiento personal. De acoplamiento a los grandes cambios que se acercan a mi vida a gran velocidad. Que sea un año de refinar aún más el oído para escuchar el dolor y la necesidad, de aumentar la sensibilidad ante los problemas sociales, de encaminar mecanismos firmes de respuesta que garanticen que nuestra gente reciba el apoyo que necesita para alcanzar sus aspiraciones y donde la justicia llegue a todos los rincones de Puerto Rico. Llego confiada el nuevo año, pero sobretodo, llego con la mayor motivación para crear un Puerto Rico en el que de gusto vivir