Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Opiniones

GAZA el exterminio: del amo Biden nada puede esperarse

La Humanidad no resiste el asesinato de 17,000 civiles, la mitad niños y mujeres, perpetrado allí en dos meses.

Licenciado Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Juan R. Costa

Antes de que la primera ola de conmoción, sorpresa, ira y tristeza estremeciera al pueblo de Israel luego del ataque, que no quepa duda, terrorista del 7 de octubre, su gobierno de extrema derecha estaba a punto de caer. Las protestas masivas de dimensiones históricas contra su probadamente corrupto jefe, Benjamín Netanyahu, por querer acabar con la independencia judicial y monopolizar el ejercicio del poder, hacían inminente su salida por dimisión o voto de censura en el parlamento.

Aquel 7 de octubre infame, el grupo terrorista Hamas ---cualquier otro calificativo se quedaría corto, reitero--- le brindó a Netanyahu una tabla de salvación única, para prolongar su jefatura de un gobierno derechista de corte violento extremista. Ese gobierno, no muy distinto en matices a otros, está al servicio de intereses económicos puntuales, adheridos a una visión supremacista sobre millones de palestinos quienes están sujetos desde hace mucho a un régimen de apartheid.

La venganza contra el ataque "palestino", calificado así para retrojustificar todas las violencias ---las perpetradas por el estado de Israel durante siete décadas y las que pueda acometer en el futuro contra los palestinos en cualquier parte de su territorio--- se ha convertido en el caso de Gaza en fuerza de exterminio. De esta forma los masajistas de la opinión pública, combinan el ataque genocida en Gaza, con el olvido de las fechorías de Netanyahu para con ello prolongar su supervivencia política y la de su gobierno derechista, mientras se sirve a los intereses belicistas-económicos de la oligarquía israelí y la de su principal aliado-amo Estados Unidos.

Sólo así puede explicarse el veto de EE. UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU, anteayer viernes, 8 de diciembre, a la resolución que unánimemente exigía un cese al fuego inmediato en Gaza. La Humanidad no resiste el asesinato de 17,000 civiles, la mitad niños y mujeres, perpetrado allí en dos meses. EE. UU. ---quien desde su creación ha hecho del asesinato una vocación que ha costado la vida de millones de personas--- se encarga de derramar una que otra lágrima de cocodrilo, pero a la hora de la verdad, facilita ciegamente con su veto en la ONU, la campaña de venganza acometida por su amaestrado, subsidiado y militarmente custodiado Estado de Israel. No se olvide las dos escuadras de la flota del Mediterráneo que movilizó a las costas de Israel luego del 7 de octubre, ni los 17 mil millones de dólares que le envía, más los otros billones de dólares que están trancados por el momento en la resolución detenida en la votación del Senado estadounidense, sobre el paquete de subsidios a la guerra en Ucrania y en Gaza.

Paradójicamente, entre las miles de manifestaciones que se registran mundialmente contra la barbarie en Gaza, cientos han ocurrido en los EE. UU. donde ya se empieza a reprimir hasta la expresión en universidades, industrias y comercios contra quienes osan llamar terrorismo de estado a la campaña genocida perpetrada por el Estado de Israel. A ningún observador externo le cabe duda ya, que el objetivo militar de eliminar a los operativos de Hamas es otro pretexto, así como el de no parar de bombardear hasta que le devuelvan al último rehén ---que no haya sido destrozado por sus propios bombardeos---, para aplanar y arrasar a Gaza, y anexarse de facto su territorio como lo han hecho con otras tierras de los palestinos. Después de todo, la fórmula bombardea, asesina, desplaza y arrasa ha sido utilizada por Israel exitosamente para ampliar su territorio y expandir sus asentamientos a pesar de decenas de resoluciones de las Naciones Unidas y de condenas desde todo el espectro político internacional. Esta vez, el arrasamiento y genocidio es indubitado, acelerado y al por mayor, y sirve a los dos propósitos mencionados: demorar la caída política de Netanyahu y seguir acorralando, desposeyendo y desplazando a los palestinos, mientras se sacia "un deseo de venganza".

El problema gigante que enfrenta Israel, donde no tardará en prevalecer la oposición a este régimen de la mayoría de sus ciudadanos hartos de la guerra, es precisamente que la guerra desde hace un cuarto de siglo, con todas sus atrocidades, se le presenta en vivo al mundo. Resulta en extremo difícil que aún con sanguinarios cuidados imposibles, las bombas que caen desde lo alto no revienten a los civiles, o que los edificios derrumbados no aplasten a la gente. Hasta la genial máquina de cine, publicitaria y propagandística que ha hecho famoso a Israel, ha colapsado ante las imágenes que vencen la censura y afloran por la internet a las redes. Dejar sin luz al territorio gazatí, no ha prevenido la fotografía y filmación y la circulación de estas grotescas imágenes que recuerdan a Treblinka, Dachau y Auschwitz, algunos de las decenas de campos de exterminio donde los nazis encerraron y asesinaron en masa a judíos y disidentes en los países bajo control alemán entre el 1937 y 1945.

Que en pleno tercer milenio, siglo XXI, tengamos que presenciar este espectáculo infernal patrocinado por EE. UU., radiografía mucho a sus patrocinadores. Llámese Biden o Trump el presidente, está muy claro a cuáles intereses sirven desde sus tonalidades ideológicas, y cuáles entienden son las prioridades de la elite que rige sobre su "democracia" militar-industrial-financiera. Trump, con sus acusaciones múltiples y BIden con las de su hijo Hunter, y las que le caerían a sí mismo, están enfrascados en su campaña electoral eterna con la que se distrae a la opinión pública. Toda esa maquinaria política la mueve los medios de comunicación, los grandes intereses financieros y el hiperindividualismo incrustado en las mentes de la inmensa mayoría de los estadounidenses que suelen no darse por enterados, aunque poco a poco, casi una tercera parte, desde sus llamadas "minorías", comienzan a abrir los ojos ante las formas de opresión y apartheid ensayadas en EE. UU. desde su fundación.

Me llama la atención que la mitad del pueblo palestino ande disperso por el mundo obligado a marcharse por la opresión y violencia del estado de Israel. Es inescapable el hecho de que dos terceras partes de los puertorriqueños hayan tenido que emigrar de nuestro país en búsqueda de lo que el colonialismo ha engendrado en Puerto Rico. De hecho, un número considerable de residentes en Israel, cerca de 200,000 son ciudadanos de los EE. UU., mientras que más de 100,000 ciudadanos israelíes viven en territorio estadounidense. Estos últimos, y el más de un millón de descendientes de israelíes son discriminados allí por grupos antisemitas integrados en su mayoría por extremistas blancos. A nadie debe extrañar que muchos israelitas participen ya ---en los Estados Unidos y en el resto del mundo--- en las protestas contra lo que el Estado de Israel del cual son ciudadanos le está haciendo a los palestinos. El genocidio en Gaza ha activado esa militancia.

Se podría pensar que el estado de Israel podrá seguir masacrando a miles de civiles en Gaza, con el armamento y el apoyo "moral" que Estados Unidos le provee, pero que ha perdido, acaso más que nunca y en menos tiempo, cualquier prestigio que le quedase en la comunidad internacional, donde sólo muy pocos gobiernos de la calaña del suyo apenas hacen cada vez más tímidas expresiones de apoyo. Gaza es un callejón sin salida donde hasta la política israelí se ha acorralado en ese baño de sangre criminal por el cual han advertido varios jefes de estado, principalmente del mundo árabe y latinoamericano, que Netanyahu tendría que responder por crímenes de guerra. Es posible que las operaciones pesadas del ejército y la fuerza aérea israelí se empiecen a desmontar, cuando se llegue a una cuota de sangre con un número "atractivo" de víctimas, para saciar la sed de venganza, quizás el de 20,000 o 25,000 civiles asesinados. Quien sabe, si esas matemáticas de asesinos dementes se parezcan a las de los nazis. Mientras tanto, del amo Biden, excepto respaldo incondicional a Israel, "ido" con las preocupaciones de su reelección y los casos criminales de su hijo Hunter, nada puede esperarse.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).