Primarias
El analista político Adolfo Rodríguez explica por qué las primarias son perjudiciales para los partidos.
Coincidentalmente o por el efecto de un acto inconsciente de los autores de la ley o quizás por una jugarreta o burla del destino, en Puerto Rico, se dispuso que las primarias internas de los partidos políticos para el año electoral 2024 coincidieran con la temporada de huracanes. La primaria se llevará a cabo el próximo 2 de junio y sus resultados culminarán con el resultado electoral del 4 de noviembre. Por su parte, la temporada de huracanes se extenderá desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre. Prácticamente el mismo periodo de tiempo.
Y es que existe una gran similitud entre ambos eventos, al menos, de la manera en que nuestra clase política ha manejado esta disposición de ley tradicionalmente.
No pretendo, asumir la defensa ni lanzar un ataque al proceso de las primarias en Puerto Rico y, mucho menos, tomar ningún bando o asumir la defensa de ningún candidato a ningún puesto político. Mi análisis de este proceso en este momento, se limitará, con la imparcialidad que me permitan mis particulares puntos de vista, a señalar y a interpretar las actitudes y reacciones de los distintos partidos políticos con respecto a este tema y a los efectos que el proceso habrá, irremediablemente, de tener para los partidos y sus candidatos.
Para consumo público y en respuesta a los cuestionamientos que la prensa y todos los foros de análisis políticos tengan a bien hacer, el consenso de casi la totalidad de los confrontados con la inminencia de primarias en sus colectividades, ha de ser: “las primarias fortalecen. Son un ejercicio de democracia y libre competencia en el que, el pueblo tiene la ultima palabra. Lo favorecemos. Les damos la bienvenida a las primarias”.
Esos argumentos no se los creen ni ellos mismos. Muy íntimamente, ellos saben que el proceso y las consecuencias, en la mayoría de las ocasiones, resulta catastrófico, efecto palpable en las pasadas elecciones en donde el PNP perdió miles de votos de miembros del partido que decidieron quedarse en su casa en lugar de ser parte del proceso electoral a consecuencia de la primaria del Gobernador con la Lcda. Wanda Vázquez.
La naturaleza de una primaria es contenciosa. Produce ataques y deja cicatrices, a veces, imposibles de sanar. Esos resultados son medibles y contundentes. Es por decirlo de alguna forma la convocatoria al carnaval de navajas por las heridas que trae consigo.
Si las primarias son para la gobernación, cada facción se ve forzada a designar candidatos que sean parte de su grupo para entorpecer la viabilidad del oponente en sus campañas locales o a puestos legislativos. La consigna es, “todos contra todos “ y, como en la guerra, “todo vale si me ayuda a vencer”.
A eso, súmele la hemorragia de recursos económicos y de toda índole que, tienen que estar disponibles para prevalecer. Los mismos que, pudieron haber sido usados para el proceso de campaña en las elecciones generales y ya no estarán son mencionar el agotamiento natural que se provoca. Y ni contarles de todos los mensajes negativos utilizados contra el contrincante que luego la oposición utilizará contra el que resulte victorioso en la primaria. Los incumbentes o candidatos derrotados que ganaron o perdieron la elección anterior por un margen estrecho con seguridad van a enfrentar problemas. Los primeros pueden no lograrlo ahora y los segundos, verán sus posibilidades futuras con pocas probabilidades de triunfo.
Los años que llevamos viendo estos procesos primaristas nos han enseñado que hay ocasiones, muy pocas por cierto, en que unas primarias pueden rendir beneficios a un partido y a un candidato. Casi siempre, ocurre cuando el partido o candidato en cuestión no ha podido entusiasmar a su electorado y la primaria tiene el efecto de darle presencia en los medios y avivar las huestes para conseguir una movilización de un electorado hasta ese momento, apático y retraído. Esos casos, aunque poco frecuentes, existen, pero aun así podrían ser en otros, todo lo contrario, cuando esos miembros de ese partido podrían catalogar de innecesaria la primaria a pesar de reconocer el derecho democrático a que exista.
No importa cuántos años usted lleve viendo y analizando los procesos políticos locales, nacionales o internacionales, nadie puede predecir con certeza cuál será el comportamiento del electorado. En estos procesos, nunca lo hemos visto todo. Un comentario, una asociación, un evento particular puede causar la derrota de los que parecían invencibles o la victoria de los que, nadie les concedía oportunidad. Los que miramos estos eventos electorales desde nuestros asientos en las gradas, tenemos que aprender y desaprender todos los días para intentar mantenernos vigentes y más o menos certeros. Los factores, las variables y cada momento, unidos a lo único constante en la vida, el cambio, hacen de cada “experto”, un permanente aprendiz.
Lo que no requiere ser un experto, es el hecho irrefutable de que cuando un político asegura vehementemente, que “las primarias fortalecen”, de seguro está hablando de la oposición. ¿O por qué otra razón usted los ve “salivando” cuando atisba o percibe la ocurrencia de primarias en los adversarios?
“Elemental, mi querido Watson”.
*Adolfo Rodríguez es analista político.