Réquiem por Golfita
Columna del abogado y exlegislador independentista Víctor García San Inocencio
Uno: Hechos según creídos y adjudicados
En el hoyo diecisiete murió baleada la perra que fue bautizada póstumamente por militantes de los derechos de los animales como Golfita. Al que más, o al que menos, la noticia que recibimos aquella tarde, apretó un poco el corazón de cada uno. Acostumbrados al inhumano maltrato y a la violencia que se dispensa por muchos contra los semejantes, de primera intención pareciera raro que la muerte de la perra sin techo o realenga que revoleaba en la grama de un campo de golf, fuese a llamar la atención y a convocar el sentimiento de tantos.
Varios elementos contribuyeron a darle color y narrativa a una noticia que pasó de ser desabrida a convertirse en lúgubre; que pasó de ser ajena, a ser propiedad del sentimiento y del comentario pueblerino, y si se quiere, causa de que se alzaran varias banderas. Muchos lamentaron que un extranjero matase a la perrita que le interrumpió un juego de golf, desenfundando el arma, y que luego de un par de tiros la sacrificara, y que habiendo completado su hoyo, pasara al siguiente, De hecho, cuando la policía llegó al lugar lo encontraron en el hoyo 18. Allí, y también luego, el beneficiario de la Ley 22, luego Ley 60, quien llegó a Puerto Rico en el 2015, esbozaría la increída teoría de que se defendió del ataque de "Golfita", una perra brava que iba a hacerle daño, que temió por su seguridad, y que por ello fue a su carrito de golf que lo escudaba, a buscar su arma de fuego para lo que se interpretó luego fue una ejecución canina.
El hombre fue sentenciado hoy, a cumplir un año y un día de cárcel, junto a tres años de probatoria en restricción domiciliaria, al pago de $3,000 dólares y de otras multas. Su exabrupto le ha costado, aparte de la libertad y de exponerse a sí y a su familia a un largo proceso judicial, la pérdida por cancelación del decreto de su beneficio contributivo del cuatro por ciento dada su culpabilidad. De hecho, fue sentenciado al mínimo de las penas, por su alocado safari improvisado. Se suma el convicto, a la lista de otros que desde que la Ley 154 se aprobó, hace década y media, han tenido que pagar con su libertad por el delito de maltrato a los animales.
Dos: Lo que sigue
Se ha anunciado que el convicto apelará a través de su nuevo abogado, quien también es un golfista aunque mejor abogado, con la meta de hacer un hoyo en uno y conseguir la revocación de la sentencia. El convicto que declaró en dos ocasiones, a quien no le creyeron dos jueces distintos en etapas distintas, se quejó de que no le dejaron presentar prueba de que la perra ---Golfita--- tenía rabia. La evidencia desfilada demostró que Golfita, era un animal pequeño o mediano de cerca de 34 libras de peso, juguetona, que le gustaba correr detrás de las saltantes bolas de golf. No estaba sola, pues se dice que otros perros rondaban por el campo y es de presumir que interrumpían de vez en cuando esta ceremonia de varios siglos de antiguedad, proveniente de Escocia, que llaman Golf.
El nuevo abogado, que supera los cuarenta años de experiencia en la práctica en lo criminal, como fiscal y como abogado de defensa, tendrá probablemente un caso cuesta arriba y su indiscutida pericia empleada hasta el extremo, probablemente no rinda frutos. El caso, visto sociológicamente, era malo desde el principio. Demasiados relatos y estereotipos se juntan en la narrativa. Uso excesivo y letal de la fuerza; muerte del animal con un arma de fuego; muerte del "mejor amigo del hombre", por parte del "extranjero abusador", "explotador con privilegios contributivos", "millonario engreído", y toda clase de comentarios en la radio y las redes que asesinaron de antemano su oportunidad de procurar un juicio por jurado. Que conste, pienso que el juicio fue justo, y el juzgador, prudente y comedido.
Lo que sigue, debe ser un modelo de apelación, bien escrita, que deberá contar con un resumen de la prueba y con una transcripción digna de examen antropológico e histórico dentro de muchos años. En ese escrito se puntualizará y se señalarán cualesquiera errores que se alegue se hayan cometido en el trámite del caso que perjudicaran fatalmente al acusado violentando sus derechos.
Tres: Contrastes
En algún lugar, comenté el año pasado, que aplicando el lente sociológico a este caso, iba a ser muy difícil para el acusado ni indirecta, ni directamente, crear una duda razonable en la mente de un juzgador imparcial que derrotase la prueba presentada por el fiscal más allá de duda razonable. La gente en Puerto Rico está harta de los abusos, de la violencia y del desparpajo con el cual se desenfundan y utilizan armas de fuego. La gente está hastiada también del bully, de las agresiones provenientes de clientes tomadores y comensales, que se sienten injuriados por quienes les sirven y descargan su violencia verbal y física, levantando la voz y la mano contra otro ser humano, que sólo trata de llevar el pan a su casa trabajando honradamente. Escuchen, por favor, que ya se acumulan varios casos de estos por ahí, en los cuales los acusados, difícilmente tengan oportunidad de salir airosos y más frente a prueba documental o fílmica, pues el juicio del pueblo, la conciencia colectiva, la noción y la sed de justicia de la gente, se torna implacable.
Lo mismo está sucediendo con los casos de corrupción, con el maltrato de niñ@s y con los casos donde media violencia doméstica, La gente quiere paz, no acepta el abuso, ni el uso de la fuerza bruta. Le irrita el voceteo, la guapetonería, y sobre todo que las y los quieran coger de tontejos. En todos estos tipos de casos la cosecha de los fiscales será grande. El ay bendito, la ceguera ideológica, el favoritismo y otras palancas de la impunidad tienen poco que buscar con estos vientos. Sólo los inocentes se librarán del hartazgo ciudadano. Nada como la sociología, que aplica por igual tanto a los jurados de los hechos, como a los jueces.
Cuatro: Reflexiones inquietantes
Los seres humanos somos criaturas racionales, pero podemos ser contradictorios. Está claro, que la gente no aguanta más el abuso contra el más débil, ni que se utilice la violencia y se prive de la vida a nadie, menos a un animalito indefenso. Más claro aún está, que a la gente le asquean los corruptos que perpetran sus abusos apropiándose de recusos valiosos que deben destinarse al servicio y mejormiento de las condiciones de vida de los más vulnerables.
Pero no dejan de sorprenderme dos realidades contrapuestas: Por un lado, la realidad de que se quiera perseguir criminalmente a las mujeres que procuran un aborto, en lugar de consolarlas y apoyarlas, y de brindarles sana y racionalmente opciones; y del otro lado, la fría frivolidad con la que algunas personas quieren tratar el hecho del aborto como un cálculo miserable de conveniencias, exceptuando claro está, casos extremos donde esté en peligro la vida de la madre por ser, y casos como el de la violación, el incesto y otros.
Al matador de "Golfita" que blandió su revólver o pistola y le disparó varias veces, le están gravando prospectivamente cuatro años de su vida, y con razón. Soy un profundo amante de los animales y tengo mascotas que me dan mucha alegría y sociego, aunque a veces me cuestiono, cómo es que soy carnívoro y no logro controlarlo, siendo co-responsable de la muerte de tantos animales. Perdónenme la superficial disgresión. Ya les decía, son reflexiones inquietantes.