Reducción poblacional: ¿A quién le toca?
El autor señala que es necesario adoptar soluciones pro-reproductivas como costear tratamientos de mujeres con problemas de fertilidad.
Puerto Rico experimentó una reducción dramática en su población y tasa de natalidad durante la ultima década. Como nota positiva, el año 2021 presentó el primer aumento, aunque discreto, en natalidad de los últimos diez anos, al reportarse 19,336 nuevos nacimientos en comparación con 19,053 del 2020. Sin embargo, estamos todavía muy lejos de los 42,203 alumbramientos que ocurrieron en el 2010.
Ciertamente no estamos solos, y estos retos demográficos están siendo enfrentados y atendidos en varia partes del mundo. Países como España e Italia han visto disminuciones poblacionales dramáticas. Estos fenómenos pueden ser complejos. Sin embargo, podemos concluir que tanto la tasa de fecundidad como el flujo migratorio son dos de los factores más importantes que impactan la densidad poblacional. Curiosamente, estos dos elementos están a su vez interconectados, ya que la emigración de nuestros ciudadanos típicamente envuelve individuos en edad reproductiva.
Los datos mundiales revelan una disminución sutil en la fertilidad humana. Sin embargo, la realidad es que, voluntariamente las personas con potencial reproductivo están posponiendo o limitando su capacidad de tener familia más frecuente y efectivamente. En otras palabras, nuestra gente joven está eligiendo vivir sin expandir sus familias. Estamos viendo una generación en edad reproductiva que no encuentra amparo ni motivación para procrear. Por un lado, nos quejamos cuando los menos maduros toman decisiones irracionales. Pero por otro lado, tener un hijo es una de las decisiones más cruciales en la historia de una persona, con consecuencias para toda la vida. No podemos recriminar por no procrear, y no podemos exigir que se reproduzcan. Nuestro deber es fomentar y propiciar un ambiente donde nuestros jóvenes quieran tener hijos porque el balance de sacrificio versus ganancias sea uno favorable hacia una familia expandida.
Hay que aprender y adoptar soluciones pro-reproductivas de lugares como Israel, España y Noruega. Algunas de estas medidas podrían ser apoyar licencias de maternidad y paternidad de más larga duración, cuido en horarios extendidos en las escuelas, créditos e inventivos contributivos por hijos adicionales, cubierta total o parcial por parte del estado de evaluación y tratamientos de infertilidad sin la intromisión abusiva y destemplada de las aseguradoras, educación sexual y reproductiva a tiempo y sin tapujos en todas los sistemas escolares, protección de la madre trabajadora o persona gestante en el entorno laboral, acceso adecuado a servicios clínicos de planificación familiar, reconocimiento genuino de los derechos de parejas homosexuales y familias no tradicionales, mejoramiento de los servicios obstétricos hospitalarios y ambulatorios, acceso a transportación escolar adecuada, y sobre todo, oferta asequible de viviendas de calidad en comunidades seguras.
La infertilidad como enfermedad va a seguir en aumento porque nuestra gente joven esta posponiendo la búsqueda de embarazo cada vez más. Esta tendencia redunda en un problema reproductivo dual, ya que la fecundidad humana comienza a disminuir naturalmente después de los 25 años. Por otro lado, esperar a intentar tener familia para más tarde, enmascara la presencia de patologías tales como la endometriosis y la menopausia prematura. Cuando por fin se descubren estas enfermedades, el paciente termina enfrentando desordenes severos con menos capacidad fisiológica de embarazo. No obstante, ningún aumento en la prevalencia de la infertilidad tendrá jamás el impacto que tiene la apatía hacia la procreación que manifiesta la generación que se encuentra hoy en su apex reproductivo. Nos toca a nosotros, la generación que terminó su potencial reproductivo, auspiciar un Puerto Rico seguro para establecer un hogar y tener una familia numerosa.
* El autor es Nabal Bracero, MD, FACOG y director médico PROGy.