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Opiniones

Nos matan la sociedad

El profesor Jorge Suárez Cáceres comenta sobre el asesinato reciente de un niño de cuatro años.

El profesor universitario Jorge Suárez.
Foto: Archivo/Juan R. Costa

El asesinato de un niño de cuatro años mientras participaba en un cumpleaños provocó una indignación general en la sociedad puertorriqueña. Los retos que se lanzan entre grupos, gangas, organizaciones criminales se salen de control cuando buscan ocupar espacios dejados por otros o cuando quieren demostrar quien tiene más fuerza o poder en el mundo criminal.

La violencia y sus diversas manifestaciones destruyen la confianza de una comunidad, impactan negativamente en el bienestar de las personas y permiten el surgimiento de nuevas violencias, unas más silenciosas que otras, y muchas veces invisibles, por largo tiempo, antes que seamos capaces de evidenciar el daño provocado por estas acciones tanto individuales como colectivas, privadas o públicas.

En este aspecto podemos ver reflejada, por ejemplo, la violencia doméstica, violencia intrafamiliar, el “bulling” y otros elementos que pueden reflejarse como víctimas de cualquier exponente de violencia. La sociedad puertorriqueña está sobrexpuesta a formas de violencia desde el hogar hasta los lugares públicos. Ya no existen los llamados “códigos de la calle”, no hay horas, no hay sentimientos, solo existe una meta establecida o directriz según la establezcan quien dé la orden de violentar la convivencia social ordenada.

Hoy día son muchos los menores de edad que se convierten en los llamados “sicarios” pues podrían ser encausados penalmente como menores en algunos casos y sus reclutadores los ven como un asunto positivo para sus organizaciones. Igual la sobrexposición en las redes sociales, la televisión y los medios de comunicación de series relacionadas a los narcotraficantes y asesinos seriales, entre otros que en ocasiones en lugar de ser un disuasivo para que vean como pueden terminar si continúan en ese rumbo, lo ven como un estilo de vida a imitar.

Las políticas públicas han intentado abordar de forma comunitaria los aspectos que afectan la salud de la población, en la forma de cómo abordamos la violencia. Estos intentos han quedado atados al traslado de una comprensión individual y criminológica, a poblaciones beneficiarias de programas sociales las cuales quedan estereotipadas por el resto de la sociedad. Sin embargo, esto se hace insuficiente sin el trabajo en la construcción de una sociedad con responsabilidad ante los asuntos que afectan a la colectividad, como es el caso de la violencia, la cual encontramos tanto en los espacios públicos como en los privados y en las diferentes clases sociales.

Esa responsabilidad social está encarada en la convivencia, en las reglas de vida, en poder compartir espacios donde las reglas logren mantener ese balance social. El Puerto Rico de hoy refleja situaciones diversas entre ellas la disparidad económica, donde la pobreza se convierte en un estresor conducente a la violencia y la criminalidad, la baja escolaridad, la pérdida de valores y la integridad del hogar entre muchos otros factores que contribuyen a este tiempo de acción y comportamiento.

La inocencia de la niñez no puede ser tronchada por la ignorancia y la idiotez de algunos seres humanos en su “adultez”. Es momento de ayudarlos como sociedad a crecer y tener una mejor convivencia entre nosotros, más empatía y menos jaibería.

El autor es profesor universitario