H 2 O
Columna de opinión de Víctor García San Inocencio.
Pospuse redactar este artículo un día más, para tratar de entender lo que ha pasado con la interrupción del servicio de agua a la inmensa mayoría de los puertorriqueños luego del paso de la tormenta-huracán categoría 1, Fiona. Que conste, reconozco el sacrificio y entrega de empleados y de voluntarios, pero este artículo señala más arriba, a otros.
Consigno mi indignación con lo que ha sucedido con el suplido del agua. Los puertorriqueños hemos pagado decenas de millones de dólares anuales adicionales a causa de aumentos para solventar las finanzas de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados y procurar una mejoría en la confiabilidad de un servicio de calidad e ininterrumpido. No existe ninguna explicación de orden racional que permita justificar cómo las instalaciones del Superacueducto no pudieron activar sus generadores de emergencia, lo que tuvo por consecuencia la paralización de la toma del agua que suple una docena de pueblos del norte y del Área Metropolitana.
A causa de esta inexplicable suprema negligencia, al menos 40% más de los puertorriqueños no tenemos agua todavía. Ahora mismo son más de 700,000 clientes. Cuando son familias, multiplique por favor por tres y tendrá un cálculo aproximado que lo acercará a 2 millones de puertorriqueños..
Hubo también problemas parecidos en decenas de sistemas de energía similares a cargo de la AAA, para no hablar de los problemas en plantas del sistema de Carraízo y en La Plata. El apagón generado por LUMA no es la causa del problema de que la energía de emergencia no se produjese en las instalaciones de AAA.
Al margen del fallo de LUMA de detener la demanda apagando el "switchboard"de Monacillos y provocar que las plantas generatrices se apagaran, y de la natural lentitud a causa de la escasez de su personal; hay que subrayar la falta de preparación, equipamiento y de diligencia de la alta dirección de la AAA.
¿Estaban instaladas y operando las plantas de emergencia? ¿Dónde estaban instaladas, eran las adecuadas, o acaso habían sido revisadas? ¿Cómo es que había tantos lugares estratégicos sin plantas, y tantos otros, en condiciones deplorables que no les permitieron arrancar o sostenerse, o no dar abasto?
¿Cómo es que a escasos días del apagón en el Centro Médico, por qué no se activó una planta de emergencia, ni un "transfer switch", no se verificaron, ni cotejaron por Acueductos, todas sus plantas doble y triplemente, particularmente las del Superacueducto y las represas de Carraízo y la Plata?
¿Saben los genios de la triple FFF (no son ya la triple AAA) cuánto le cuesta en sacrificios y pérdidas a más de 500,000 familias esta reprochable e irresponsable falta de preparación? ¿Saben cuánto le cuesta a miles de establecimientos comerciales no tener agua para higienizarlos, limpiarlos y muchas veces sacar las aguas y el barro que los inundaron?.
Son decenas de millones de dólares diarios que se pierden directamente, y súmele a ello la destrucción del "atractivo" de Puerto Rico como destino comercial, turístico y de inversiones. A cinco años de María es alucinante que con un evento de mucha menor magnitud estemos pasando por esta locura que en el mundo urbano se agrava todavía más, pues no hay otra opción que sentarse a escuchar las pseudo explicaciones e insultos a la inteligencia de quienes evaden las preguntas y volteretean sin asumir responsabilidad. Ell@s apostaron al riesgo de no hacer lo suficiente, o de no verificar, ni actuar adecuadamente. Perdemos todos los abonados sin servicio, y Puerto Rico.
Con negligencias como estas de la triple FFF (antigua AAA) es que se fomentan las ratoneras de cantazo de las APP que acaban en contratos como el de LUMA. La gente erróneamente termina creyendo que la empresa privada administrará un bien público, sin afán de lucro ---aunque una inconmensurable avaricia los consuma--- en pro del bien común. Así, se devalúa la confianza en lo público y se pone al país a merced de amigos del alma de quienes toman decisiones de privatizar, abriéndose las compuertas del dinero a borbotones, para contrataciones demasiadas veces irrazonables o festinadas, muchas pagadas con aumentos de tarifas o refinanciamientos, es decir, "re-endeudamientos". Flotar entre tanto dinero y nadar sin los instrumentos, o sin el deseo de fiscalizar es la peor fórmula. Se empieza por mala administración y se termina en la plena corrupción.
Sabemos que eventualmente el agua va a llegar. La demora, ya sabemos a quién la debemos. Sobre la impunidad de los negligentes, ya sabremos si algo sucede.
No dejo de pensar en cuántos otros renglones la negligencia habrá carcomido los cimientos, ni cuántos otros mecanismos de respuesta se quedaron cojos, o , simplemente no se brindaron o no han llegado.
No pensaba que me acordaría tanto del fugitivo Ricky, ni de la acusada Wanda. Pero están muy presentes. Pierluisi los representa.